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El Cristo
La Deidad De Jesús
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Sep 15, 2021
Sep 13, 2021
Duración:
00:14:29 Minutes
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Escritura

Colosenses 2:9; Hebreos 13:8; Malaquías 3:6; Colosenses 2:9; Juan 1:3

Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad. Colosenses 2:9 Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Hebreos 13:8 Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. Malaquías 3:6

Colosenses 2:9 nos dice: “Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. Esto significa que en Cristo estaba la totalidad de Dios en cuerpo humano. La plenitud de la deidad sigue viviendo en el hombre a quien nosotros llamamos Jesús de Nazaret. Esto es algo maravilloso, tal vez un poco difícil de creer, pero lo vamos a probar con las Escrituras. Jesús es Dios y hay mucha evidencia de ello en el Nuevo Testamento. Nombres divinos fueron otorgados a Jesús. Él es llamado Dios, Hijo de Dios, mi Señor y mi Dios, Señor, Principio y fin, Alfa y Omega, y muchos otros nombres que se le atribuyen a Dios. ¿Cómo podría la Biblia llamar a Jesús “Dios” si simplemente fuera solo otro hombre? No lo haría. Los nombres atribuidos a Jesús en la Biblia son prueba de que Él es Dios mismo. También Jesús recibió adoración; adoración digna únicamente de Dios. Tomás le adoró cuando dijo: “Mi Señor y mi Dios”. Los discípulos le adoraron, maravillados de que pudiera calmar una tormenta; de rodillas dijeron: “Verdaderamente, Tú eres el Hijo de Dios”. El apóstol Simón Pedro cayó de rodillas delante del Señor para adorarle diciendo: “Apártate de mí que soy pecador, Señor”. Será adoración cuando todos los huéspedes del cielo lancen sus coronas a los pies de Jesús mientras que cantan alabanzas y tal adoración fue dada por el hombre y recibida por Jesús. Si Él no es Dios, tal adoración sería idolatría; pero Él es Dios y tal adoración es apropiada. Jesús tenía cualidades divinas. La Biblia habla de su preexistencia, de su vida en la eternidad. Él no llegó a ser en el principio de la creación, ni antes ni después; Él es el creador. Jesús es auto existente; Él no depende de algo fuera de sí mismo para suplir sus necesidades, Él es la fuente de vida para el hombre. Él no necesita del hombre, ni el hombre tiene algo que Él necesite. Jesús es inmutable; eso significa que Él nunca cambia. En Hebreos 13:8 encontramos que Jesús “es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”. Dios es el único que nunca cambia. Las personas cambian, la tierra cambia, todo lo que tenemos alrededor de nosotros cambia, con excepción de Dios. Él mismo dice en Malaquías 3:6: “Yo Jehová no cambio”. En vista de que Jesús sigue igual, Él debe ser deidad. La declaración clásica es la que leímos al principio de este estudio. Se encuentra en Colosenses 2:9; dice: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. Todo lo que quisiéramos saber o conocer de Dios Padre, Hijo o Espíritu Santo, nos es revelado en la persona de Cristo Jesús. Él es Dios mismo. Oficios divinos son atribuidos a Jesús. Juan 1:3 le llama El Creador, diciendo: “Todas las cosas por él fueron hechas”. Colosenses 1:16 añade a esto diciendo: “Porque en él fueron creadas todas las cosas (…) todo fue creado por medio de él y para él”. Sólo Dios puede crear; por lo tanto, Jesús es Dios. Jesús quiere que todo hombre se de cuenta de que Él tiene poder para perdonar pecados; al que se arrepiente, Jesús le dice: ‘Tus pecados te son perdonados’. Sólo Dios puede perdonar el pecado y por eso insisto que Jesús es Dios. Jesús tenía poder para levantar a los muertos; tres veces en su ministerio personal, Él demostró tener ese poder. Resucitó a la hija de Jairo, quien había muerto poco antes; resucitó al hijo de la viuda de Naín, cuando lo llevaban a su sepultura; resucitó a su amigo Lázaro, después de 4 días de haber muerto. ¿Quién puede hacer esto sino Dios? El hecho de que Jesús resucitara a los muertos y aún resucitar Él mismo es prueba de que Él es Dios, viviendo como hombre entre nosotros. Atributos divinos son atribuidos a Jesús, los mismos atributos que pertenecen a Dios. Él es omnipotente; por eso es que antes de dar su comisión a la iglesia, Él dice: “Toda potestad me es dada en los cielos y en la tierra” (Mateo 28:18). Su poder fue manifestado sobre la naturaleza, enfermedades, muerte y demonios; su poder es el poder de Dios. Jesús también es omnisciente; Él sabe todo lo que hay que saber de todo. Sus discípulos testificaron diciendo en Juan 16:30: “Ahora entendemos que sabes todas las cosas (…); por esto creemos que has salido de Dios”. Jesús es omnipresente, o sea, en todo lugar, en todo tiempo. El puede decirle a todo creyente en todo el mundo entero: ‘He aquí, yo estoy con vosotros todos los días’. Esto, sólo Dios lo podría decir; Jesús es Dios. El nombre de Jesús es igualmente relacionado al nombre de Dios. Él envió a su iglesia a bautizar en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Encontramos en segunda de Corintios 5:14 que Pablo termina su carta en el nombre de las mismas 3 personas. En vista de que el Espíritu Santo diera nombres de Dios a Jesús al inspirar las Escrituras es prueba de que Jesús es Dios. Jesús personalmente supo de su relación única con Dios, el Padre, como el unigénito hijo de Dios. Él mismo enseñó que vino del cielo y que ascendería al cielo para estar con el Padre; Él mismo proclamó ser Dios en forma humana, causando que algunos le intentaran matar a pedradas por haber blasfemado. Y sí hubiera sido blasfemia; si Jesús no fuera quien dice ser. Pero Dios, el Padre, habló del cielo diciendo: “Este es mi hijo amado en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17). Jesús dijo que el Espíritu de Dios estaba sobre Él, ungiéndole para enseñar, predicar, sanar y llevar a término su ministerio sobre la tierra. Él estaba al tanto de su relación con Dios, se regocijó el ello y llevó a cabo su ministerio a la luz de ello. Jesús probó ser Dios en carne humana; Él vivió una vida sin pecado. Esto no nos sorprende al sabe que Él en verdad es Dios pero si sólo fuera otro humano, nadie esperaría perfección en Él. Ni siquiera sus enemigos podían señalar sus pecados. Según Hebreos 4:15, Él fue tentado en todo pero sin pecar. ¿Quién podría vivir en un mundo como el nuestro y no cometer ni un solo pecado? Ningún hombre lo haría. La Biblia nos enseña que no hay justo, ni aún uno; sólo Jesús estuvo sin pecado y su vida sin pecado prueba que Él es Dios mismo en un cuerpo humano. Jesús de Nazaret es el Cristo por los siglos; nuestro deber es adorarle. Vamos a orar: Padre, gracias te damos por amarnos de la manera en que nos amas. Gracias te damos por Jesús, quien se despojó de su deidad para humillarse en tomar forma de siervo para darnos a nosotros vida eterna. Padre, nuestra mente es tan pequeña que nos es difícil asimilar la enseñanza de tres personas en una. Sin embargo, por fe aceptamos tu palabra y sabemos que es así porque tú nunca mientes. Gracias te damos por el estudio de hoy. En nombre de Jesús oramos. Amén.

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