Escritura
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Mateo 4:17, Mateo 13 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Mateo 6:33 Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre. Mateo 26:29 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. 24 Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Mateo 19:23 y 24 Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Juan 18:36 Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, 21 ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros. Lucas 17:20 y 21
Las palabras introductorias de la Oración modelo, o como nosotros le llamamos, ¨El Padre Nuestro¨, son estas: ¨Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra¨. Jesús nos dijo, que oráramos de esta forma, porque en estas palabras se envuelven los benditos conceptos de la fe, la esperanza y el amor. Solo es por medio de la fe, que nos podemos dirigir a Dios como ¨Padre nuestro¨. Es por la esperanza santificada que anticipamos la santificación de su nombre; y es por el amor hacia las cosas de Dios que nos hacen orar ¨venga tu reino¨. Consideremos esta petición: ¨Venga tu reino¨. La Biblia nos habla mucho del reino, la dispensación de gracia fue introducida por Juan el Bautista cuando el vino predicando desde el desierto de Judea diciendo: ¨Arrepentíos porque el reino de los cielos está cercano¨. La predicación de Jesús se puede sumar en pocas palabras por lo que nos dice Mateo 4:17: ¨Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado¨. Mateo capítulo 13, nos relata siete parábolas que Jesús habló para enseñarnos del reino. Jesús amonestó a sus discípulos en Mateo 6:33: ¨Más buscad primeramente el reino de Dios y su Justicia¨. Mientras observaba la pascua con sus discípulos, Jesús instituyó la Santa Cena, en memoria del sacrificio que él iba a padecer, y dijo esas palabras conforme a Mateo 26:29: ¨Y os digo, que, desde ahora, no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi padre¨. Jesús nos enseñó a orar estas palabras ¨Venga tu reino¨, sí, la doctrina del reino tuvo gran importancia en los pensamientos de Jesús y en las enseñanzas del nuevo testamento. Un alumno bíblico, observador, reconocerá el hecho de que existen veces cuando la Biblia hace referencia al reino de Dios y que otras veces hace referencia al reino de los cielos. ¿Hay algún significado en cuanto a la diferencia de esta terminología? El término ¨Reino de Dios¨ ocurre cincuenta y ocho veces en el Nuevo Testamento, está esparcido en casi todos los libros que componen el Nuevo Testamento; ¨El reino de Dios¨, ocurre cuatro veces en Mateo, catorce veces en Marcos, veintitrés veces en Lucas, dos veces en Juan, seis veces en hechos, ocho veces en las epístolas de Pablo y una vez en el libro de Apocalipsis. El término ¨Reino de los cielos¨ ocurre treinta y tres veces en el evangelio de Mateo y en ninguna otra parte del Nuevo Testamento. Acordémonos que el relato del Evangelio, según San Mateo es para demostrar a los judíos que Jesús es el mesías. En el periodo entre el final de Antiguo Testamento y el principio del Nuevo testamento, los judíos habían llegado a ver tan santo a Dios que ni siquiera se atrevían a pronunciar su nombre. Ellos comúnmente usaban el término ¨cielo¨ como un sustituto para el término ¨Dios¨. Mateo siguió esta costumbre en escribir un relato del evangelio que sería lanzado a los judíos, por lo consiguiente, el término ¨reino de Dios¨ y el término ¨reino de los cielos¨, tienen el mismo significado. Se pueden intercambiar como en el caso de Mateo 19:23 y 24: ¨De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos; otra vez os digo que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja que entrar un rico en el reino de Dios¨. A cada cristiano se le enseña que el reino del Dios de los cielos será manifestado en la tierra. Hubo una gran expectación en el tiempo Neotestamentario, la gente pensó que Dios iba a intervenir en la historia estableciendo su reino aquí en la tierra. Esta expectación, fue nombrada ¨La Consolación de Israel¨, porque involucraba el aparecimiento del Mesías. Tal espíritu llenó los corazones de todos los hombres devotos en el tiempo que Jesús nació. José de Arimatea, es típico de muchos hombres buenos quienes esperaban el reino de Dios. Naturalmente, aquellos quienes conocían a Dios y le amaban, esperaban ansiosos el día en que él se manifestaría en su gloria y dominio sobre toda la tierra para acabar con quienes se oponían al camino de la justicia. Esto fue un grave error de parte de los judíos, la opinión general, era que el reino de Dios se manifestaría en forma de un dominio político, en el cual gobernarían los judíos. Jesús enseñó que no sería así. Él testificó ante Poncio Pilato en Juan 18:36: ¨Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos, pero mi reino no es de aquí¨. El decir que su reino no era de este mundo significaba simplemente que no tenía la forma, ni se organizaba al igual que los reinos de la tierra. La esperanza de un reino era de Dios en cuanto a los judíos, pero su entendimiento de la naturaleza de ese reino era de hombres. ¿Cuál es la naturaleza del reino de Dios? La Biblia dice que el reino de Dios es invisible, no político y no territorial. Tú puedes tomar un mapa, marcar cierta área geográfica y decir: dentro de estas líneas está tal país, pero tú no puedes marcar un lugar geográfico en ningún mapa para decir: Este es el reino de Dios. El reino de Dios no tiene límites territoriales, no se puede identificar geográficamente. El reino de Dios es invisible y no político. Jesús expresó la verdadera naturaleza del reino de Dios en estas palabras grabadas en Lucas 17:20 y 21:¨Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios, no vendrá con advertencia ni dirán helo aquí, o helo ahí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros¨. El dominio presente de Dios está expresado en forma de soberanía espiritual en los corazones de hombres. Los hombres no entran al reino de Dios como una Nación, si no uno por uno, ni tampoco entramos al reino de Dios por medio de acuerdo políticos, ni por resultado de guerras, sino por la angosta puerta del arrepentimiento y fe en Cristo Jesús, aquel quien es un cristiano creyente es un ciudadano juntamente con los santos en el reino de Dios. Uno llega a ser un buen ciudadano de esa ciudad mientras se va sometiendo al reino de Dios en la vida diaria. El reino de Dios está en ti. Jesús dijo que el reino de Dios crecería en el mundo: ¨Es como un grano de mostaza, que, aunque muy pequeño, cuando es sembrado en la tierra crece de tal manera que aún las aves llegan a vivir en sus ramas¨, de esta misma forma, ha crecido la cristiandad. Desde un humilde comienzo en Palestina ha llegado a ser una fuerza mayor en el mundo representado en todos los continentes y naciones de la tierra. Un día Jesús volverá y establecerá el reino de Dios en la tierra en toda su potencia, por mil años Él reinará sobre el mundo habrá paz y justicia mientras que el reino de Dios ejerce su autoridad política al igual que espiritual. Hasta ese día, cada creyente debe entregarse por completo al Rey del reino de los cielos, debe orar diariamente ¨Venga tu reino¨. Pero sería hipocresía el pedir que ¨venga su reino¨, mientras que vivimos en las pasiones de la carne ignorando la voluntad de Dios y sin tratar de avanzar su reino aquí en la tierra. Si vamos a orar por la venida de su reino, vamos también a trabajar para el engrandecimiento de su reino. Esto significa que tendremos que ir en contra de la corriente del mundo en que vivimos. Debemos arriesgarnos al hecho de que se burlen de nosotros; debemos estar preparados a pararnos solos, estamos en una guerra espiritual; el reino de Dios está en contra del reino de Satanás. En el reino de Dios pecar es un crimen y los creyentes deben tener mucho más que una aspiración vaga por la venida del reino de Dios, deben experimentar diariamente una compulsión, para ver el reino de Dios. Padre, esperamos con ansiedad tu venida, te pido que cuando vengas, nos halles trabajando en tu viña. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, Amén.
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