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Camino A La Cruz: El Amor Que Transformó El Mundo
El Peso de la Cruz
Pastor - Carlos Panameño
(Centro De Vida)
Aired on Abr 21, 2025
Abr 21, 2025
Duración:
00:05:04 Minutes
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Escritura

Mateo 27:32-35

Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz. Y cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa: Lugar de la Calavera, le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero después de haberlo probado, no quiso beberlo. Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes; para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.

Después de ser arrestado, humillado, azotado y escupido, Jesús camina hacia el Gólgota cargando la pesada cruz. Este momento no es solo físico, sino profundamente espiritual. El peso de la cruz representa el peso del pecado de toda la humanidad sobre sus hombros. En medio del camino, un hombre llamado Simón de Cirene es obligado a ayudar. Aunque parece un detalle menor, esta escena encierra un mensaje poderoso: Jesús llevó nuestra cruz, y en ella clavó todo lo que nos separaba de Dios.   Nuestro pasaje lo encontramos en Mateo 27:32-35 que dice: “Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz. Y cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa: Lugar de la Calavera, le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero después de haberlo probado, no quiso beberlo. Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes; para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.”   Jesús, ya agotado por los azotes y el sufrimiento, no puede continuar cargando la cruz solo. Los soldados obligan a Simón de Cirene a ayudar. Luego llegan al Gólgota, el lugar de la crucifixión. Intentan darle a Jesús una bebida amarga para aliviar el dolor, pero Él la rechaza, decidido a enfrentar el sufrimiento. Finalmente, lo crucifican y, cumpliendo la profecía, reparten su ropa echando suertes eso se encuentra en Salmos 22:18.   Es muy importante comprender que Dios quiere que entendamos la profundidad del sacrificio de Jesús. Él no solo murió físicamente, sino que llevó sobre sí el castigo de nuestros pecados. Cada paso hacia el Gólgota, cada golpe, cada burla y cada clavo eran parte del plan de redención que Dios había trazado desde el principio.   El hecho de que Jesús no tomara la bebida anestésica nos enseña que Él decidió experimentar todo el dolor por completo. No se escapó del sufrimiento, porque su amor por nosotros era más grande que su deseo de evitar el dolor. Además, Simón de Cirene nos recuerda que el discipulado también implica cargar la cruz. No es cómodo ni popular, pero es el camino de aquellos que siguen a Jesús.   No hay dudas que como hijos de Dios este pasaje nos confronta con una verdad clara: Jesús cargó lo que nosotros merecíamos cargar. Y ahora, como sus discípulos, somos llamados a tomar nuestra cruz cada día. Así lo dijo Jesús en Lucas 9:23. Ahora bien, ¿Cómo responder a este sacrificio?   Primero; Valora profundamente el sacrificio en la cruz. No la veas como un símbolo religioso más. Es el lugar donde se pagó tu deuda eterna.   Segundo; Vive agradecido. Que tu oración diaria incluya gratitud sincera por lo que Jesús hizo por ti en la cruz.   Tercero; Cárgala tú también. Negarte a ti mismo, morir al pecado, y vivir para Cristo es parte de llevar tu cruz. Aunque duela, es el camino de vida abundante.   ¿Estás dispuesto a tomar tu cruz y seguir a Jesús, incluso cuando eso implique sacrificio, rechazo o incomodidad? Jesús no solo caminó hacia el Gólgota, caminó hacia ti. Cada paso que dio con la cruz fue impulsado por amor.   Que esta semana, no solo recordemos lo que hizo, sino que respondamos con entrega, fidelidad y gratitud. La cruz no fue el fin, fue el comienzo de tu libertad.

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