Escritura
18 Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. 19 Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma.
Si es que hemos recibido y atendido el llamado de Dios en nuestras vidas, estamos obligados a ser atalayas de nuestros semejantes, especialmente de nuestras familias, la promesa de Dios es que, si nosotros ponemos nuestra fe en Cristo y les anunciamos el mensaje, ellos también seguirán la fe de Dios. Es difícil cuando muere un familiar o amigo nuestro, pero sería mas difícil perderlo espiritualmente, si nosotros callamos y no les hablamos del evangelio, daremos cuentas a Dios sobre esas vidas.
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