Escritura
Javiera: Hola Lulu, aquí te tengo un rica guayaba, para que te la comas en el camino, porque no quiero que te atrases en tu clase bíblica de hoy Ardillita: Gracias por regalarme esta rica guayaba, javierita, por cierto, de esto estaremos aprendiendo hoy Javiera: De verdad, ¿y de que regalo estamos hablando? Ardillita: De un hijo Javiera: ¿De un hijo, como es eso Lulu? Ardillita: jajaja no te espantes javierita. Ya te darás cuenta, déjame contarte la historia. Había una mujer llamada Ana. Ella creía mucho en Dios y visita el templo para orarle a Él. Javiera: Que bueno, entonces era una como la mujer cristiana de hoy Ardillita: Correcto. Cada vez que Ana visitaba la casa de Dios, era para orar fervientemente, por una petición muy especial. Javiera: Es cierto, todos hijos de Dios debemos de traer nuestras peticiones a Dios, para orarle y pedirle a Él que nos ayude. ¿Y qué era eso especial por lo oraba Ana? Ardillita: Ana oraba a Dios por un hijo Javiera: Ah entonces ella estaba casada, pero porque no tenía hijos Ardillita: Ella tenía un problema de salud que no podía salir embarazada. Pero Ana creía que para Dios todo es posible. Él podía hacer un gran milagro en su vientre y quedar embazada.