(Centro De Vida)
Escritura
Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. 6 Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. Jonás 3:5 y 6 Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó. 2 Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal. 3 Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la
Uno pensara que con el tiempo ciertas cosas pasarían de moda. Digo, con el tiempo la ropa cambia, los cortes de pelo cambian, la música cambia, muchas cosas cambian con el tiempo, y tomando en cuenta esta verdad, yo diría que otras cosas, tarde o temprano tendrían que cambiar también, pero encuentro que no es así. Uno pensara que con la tecnología moderna, el hombre cambiaría su trato con otros seres humanos, uno pensara que llegando a conocer a otras personas, en otras partes del mundo y llegando a entender sus costumbres y la manera en que piensan, que podríamos hacer a un lado nuestros prejuicios, y el racismo y tantas otras cosas horribles que tenemos en lo profundo de nuestro ser, pero no es así, en realidad, la situación en cuanto a esto no ha mejorado, sino que se ha puesto peor, si yo te preguntara acerca de tú actitud concerniente a personas de otro color o de otra parte, ¿Qué me contestarías? Me dirías que con tal que no se metan contigo y te dejen en paz que todo estaría bien. Una de las razones por las cuales tantas personas van camino al infierno hoy día, es simplemente porque tú y yo, tenemos una mala actitud en cuanto a la salvación de ciertas personas, según nuestra actitud, existen personas que merecen ir al infierno. Permíteme darte un ejemplo: Vamos a suponer que vas caminando con tu mejor amigo en el parque, van hablando tranquilamente acerca de las cosas del Señor, tu amigo ha mostrado un interés en las cosas espirituales y está cerca de aceptar a Jesús como su Salvador, de repente, oyes un sonido como de disparos, voltean su cuerpo hacia el lugar de donde han escuchado los disparos y ven que un hombre viene con una bolsa corriendo directamente a ustedes, tras él viene la policía con armas en mano, tú te quitas del camino. Tu mejor amigo paralizado, no hace nada, el ladrón le grita que abra paso, pero tu amigo tiene miedo, no se puede mover, el malhechor apunta su arma en dirección de tu amigo, tú lo ves todo. Miras el rostro del ladrón y luego a tu amigo, y las cosas van ahora en cámara lenta, tú quieres gritar, pero no sale ningún sonido de tu garganta, escuchas otro disparo, todo vuelve a su paso normal, el ladrón llega a la esquina, da la vuelta, ya no lo puedes ver, el cuerpo de tu amigo está tirado sobre la acera del parque, inmóvil, ha muerto. Pasa el tiempo, y 6 meses después estás en el mismo parque sentado en una banca, pensando y hablando con Dios, de pronto sientes que alguien se sienta a tu lado, pero estás tan imbuido en lo que haces que no le prestas atención. En eso el Espíritu Santo te habla y te hace saber que debes testificarle a esta persona que está a tu lado acerca de la salvación que hay en Cristo Jesús, eso te vuelve al momento de ese día terrible cuando tu mejor amigo cayó muerto, en ese mismo parque momentos antes de invitar a Cristo a su corazón, sin embargo, tú tienes la responsabilidad de olvidarte de ello por el momento y hablarle a esa persona que está a tu lado el Espíritu de Dios te ha indicado y tú debes obedecer, vuelves a ver al lado y el Espíritu de Dios te lo ha indicado, y tú necesitas hablarle a esta persona de Cristo Jesús y sabes en tu corazón que eso es lo que tienes que hacer, vuelves a ver a esta persona y tú puedes ver que tiene dolor en su rostro, comienzas a hablarle de la salvación en Jesús y te das cuenta que has visto a esta persona antes, de repente te acuerdas del lugar, es el ladrón es el que asesinó a tu mejor amigo, ¿Qué harías? Le seguirías hablando de Jesús o le darías sentencia de muerte diciendo: Este merece ir al infierno ¿Qué harías? Muchas veces llega el momento en nuestras vidas cuando nosotros pensamos que tenemos el derecho de señalar quienes tienen la razón y quienes no, quienes tienen derecho de entrar al cielo y quienes no, y cuando hacemos esto, hacemos mal, porque no tenemos ningún derecho de decir quién puede entrar al cielo y quien no, de hecho, si nos ponemos a eso, tendríamos que llegar a la conclusión de que nadie debería entrar al cielo, sino fuera por la bondad y misericordia de Dios, ninguno entraría. Dios nos da una buena lección bíblica concerniente a esta actitud en el libro de Jonás, Dios le había dicho a Jonás que fuera a una ciudad llamada Nínive a predicar, los de Nínive eran enemigos de los israelitas y siendo israelita Jonás, él pensó que los habitantes de Nínive merecían morir, merecían el castigo de Dios, así que, en vez de ir a predicarles del arrepentimiento, Jonás se subió a un barco para ir en dirección contraria a la que Dios le había señalado. La desobediencia abierta de Jonás desagradó a Dios y envió una tormenta, la cual resultó en que los marineros echaran de la nave a Jonás, lo tiraron al agua y se lo tragó un pez grande que Dios había preparado especialmente para esa ocasión, dentro del vientre del pez, Jonás tuvo tiempo para meditar sobre su situación, prometió a Dios que iría a Nínive, y le pidió perdón por haberle desobedecido, Dios hizo que el pez lo arrojara en la playa del mar mediterráneo y Jonás inició su viaje a Nínive. Nínive era una ciudad enorme, cruzar la ciudad a pie le llevaría uno o tres días de camino. La ciudad tenía una población de 120,000 habitantes, los guerreros de Nínive eran hombres crueles, cuando iban a batalla, le quitaban las cabezas a sus víctimas y al regresar a Nínive, las colgaban de los muros enormes que rodeaban la ciudad, probablemente este era el escenario que dio la bienvenida a Jonás al aproximarse a la ciudad. Al entrar a los muros de la ciudad, el profeta Jonás inició su trabajo de predicar el mensaje de Dios a Nínive, en vez de hablarles de arrepentimiento y de dejar sus caminos malos para acercarse a Dios, Jonás les profirió estas palabras: De aquí a cuarenta días, Nínive será destruida, ¿cuál fue el resultado de su mensaje? Escuchemos lo que la Biblia dice en cuanto a ello en Jonás, capítulo 3, versículo 5 y 6, dice así: “Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza”. Todo el pueblo se arrepintió, todos aceptaron el mensaje de Dios 120,000 personas, claro está que cuando se arrepintieron Dios los perdonó y no los castigó como había dicho que lo haría si no se arrepentían. La campaña evangélica del reverendo Jonás había sido todo un éxito. Me imagino que lo encontraremos en algún lugar saltando de arriba para abajo, contento de la victoria, ¿no? Bueno, vamos a ver. Observemos el capítulo 4, versículos 1-3 de Jonás para ver qué es lo que sucedió, dice: “Pero Jonás, se apesadumbró en extremo, y se enojó. Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Yo sabía que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal. Ahora pues, te ruego que me quites la vida”. Jonás en vez de alegrarse por la salvación de tantas personas, mejor quería morirse, porque según él, todos ellos merecían morir una muerte horrible; es entonces cuando Dios le pregunta: ¿Haces tú bien en enojarte tanto? O sea, Jonás qué derecho tienes tú de enojarte, ¿dónde estarías tú si yo no fuera misericordioso?, ¿acaso eres tú mejor que ellos?, ¿quién te ha dado a ti el derecho de señalar quienes merecen castigo y quienes no? ¿A caso puedes tú ver el corazón de las personas? Jonás, tú tienes una mala actitud. Mi hermano, ¿cuál es nuestra actitud? Yo he notado en mi vida que hay ciertas personas a quienes trato de esquivar, hoy en mi santidad, no quiero tener que ver con ciertas personas, ni siquiera para hablarles del mensaje de salvación, y dicha actitud es mala, siento que a veces nos hemos convertido en fariseos quienes criticaban a Jesús por juntarse con pecadores. Jesús les contestó: “La gente sana, no tiene necesidad de médico. Yo he venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”. Vamos a orar. Padre, siento que a veces tus hijos nos hemos puesto en una posición que no nos pertenece, siento que a veces se nos olvida de dónde salimos, habiendo sido perdonados, nos sentimos mejor que otras personas y se nos olvida que no somos perfectos, sino solamente perdonados, nos llenamos de orgullo y nos ponemos en una posición de juez cuando no nos luce, Padre, cambia nuestra actitud, y ayúdanos a perdonar, así como tú nos perdonas, te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
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