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Una Vida De Santidad – Parte I
Romanos 6: 4-11
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Nov 26, 2021
Nov 22, 2021
Duración:
00:14:33 Minutes
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51

Escritura

Romanos 6:4-11; Juan 1:12-13

Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. 5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; 6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. 7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. 8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; 9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. 10 Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. 11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. Romanos 6:4-11 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Juan 1:12-13

Nuestra unión con Cristo en la salvación significa que participamos en una vida nueva la vida de Dios que se vive en nuestros cuerpos humanos, esa es la enseñanza que nos da Romanos 6:4-11 al igual que todas las Escrituras cristianas, la Biblia habla de nuestro nacer de nuevo o nacer del Espíritu, la idea es que vivimos una vida nueva debido a nuestra fe que depositamos en la persona de Cristo Jesús. Juan 1:12-13 nos dice: “Mas a todo los que le recibieron, a todos los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”. Llegamos a ser hijos de Dios por medio de nacer de Dios.   El apóstol Juan escribió en 1 Juan 3:1-3 lo siguiente: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios. Amados, ahora somos hijos de Dios. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro”. Romanos 6:4-11 desarrolla esta verdad con gran detalle, hay seis elementos en esta verdad presentados en este pasaje. En primer lugar, tenemos un recordatorio, somos resucitados de muerte espiritual para que andemos en vida espiritual; en segundo lugar, tenemos una consecuencia, no servimos al pecado en nuestra nueva vida; en tercer lugar, tenemos un principio, la vieja naturaleza ha muerto y muerte al pecado significa libertad del pecado; en cuarto lugar, tenemos una convicción, habiendo muerto con Cristo también viviremos con él; en quinto lugar; tenemos una prueba, el poder de su expiación es tal que la muerte y el pecado ya no tienen dominio sobre los que son de él; en sexto lugar, tenemos una apelación, debemos considerarnos muertos al pecado pero vivos para con Dios en Cristo Jesús. El observar toda la verdad de todas estas declaraciones nos ponen en un ambiente de victoria y podemos regocijarnos con Dios en nuestros corazones, según 1 Corintios 15:57 nosotros también podemos decir: “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Tenemos esta convicción bíblica, que habiendo muerto con Jesucristo en su crucifixión también viviremos con Él por medio de su resurrección. Romanos 6:8 nos dice: “Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con Él”. ¿Cuándo viviremos con Él? ¿Esa es una referencia de nuestra resurrección en los últimos días? No, esa es una referencia a nuestra vida espiritual que resucita a vida eterna por medio de la fe personal en Cristo Jesús, no es una promesa del futuro, es la seguridad de que Dios vive en nosotros hoy. Jesús prometió que los que le recibirían tendrían vida, en Juan 3:14-15 Él dijo: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. En Juan 5:24 Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”. Ese fue su propósito de venir a la tierra, Jesús testificó de ello en Juan 10:10 diciendo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. La vida eterna que Jesús da no es una promesa del futuro, es la presente y bendita posesión de todo aquel que cree en Él, potencialmente estábamos en Cristo cuando él fue a la cruz, cargando nuestros pecados sobre su cuerpo. Potencialmente estábamos en Cristo cuando resucitó de los muertos a una vida que nunca más conocerá la muerte, así como Cristo resucitó de la muerte por la gloria del Padre así nosotros andemos en nueva vida, porque si fuimos plantados juntamente con Él en la semejanza de su muerte así también lo seremos en la de su resurrección, habiendo muerto al pecado en Cristo vivimos hoy en justicia en Él. Vivimos hoy porque Cristo vive en nosotros, nuestra victoria es esa, el poder de la expiación de Cristo es de tal magnitud que ni la muerte ni el pecado tienen derecho sobre los que están en Él por medio de arrepentimiento y fe. Consideremos las palabras de Romanos 6:9 y 10: “Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; más en cuanto vive, para Dios vive”. ¿Qué significa todo esto? Significa que Cristo una vez levantado de la muerte, no volverá a morir jamás, la muerte ya no tiene poder para tocarle, su muerte en la cruz terminó para siempre, cualquier relación que Él podría tener con el pecado, la vida que Él lleva hoy se relaciona únicamente con Dios, Él tiene un compañerismo inquebrantable con Dios. ¿Qué tiene que ver eso con nosotros? Pues, la vida que nosotros llevamos hoy en nuestra vida física como cristianos no es nuestra propia vida, nosotros vivimos la vida de Cristo en nosotros, la vida que Él vive en nosotros es la vida que la muerte no puede tocar, es la vida perfecta en compañerismo con Dios, su vida es nuestra vida, la vida que ahora llevamos como cristianos es una vida que está más allá del toque de la muerte, es una vida de perfecta comunión con Dios. Debemos aplicar las palabras de Jesús en Apocalipsis 1:18 a nosotros mismos, Jesús dijo: “Yo soy el que vivo, y el que estuvo muerto; mas he aquí que vivo por los siglos, amén”. En vista de que estamos en Cristo por medio de la fe también podemos decir: “Yo estaba muerto más ahora vivo y viviré para siempre”, esa es la vida eterna que Dios nos ha prometido a todos los que aceptamos a su Hijo como nuestro Salvador personal. Cuán lógico es la apelación, la encontramos en Romanos 6:11: “Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor Nuestro”. El considerarnos muertos al pecado y vivos para con Dios es aceptarlo como un hecho, es aceptarlo como una verdad, qué diferente serían nuestras vidas al actuar sobre esta verdad. Qué tremendo sería si termináramos nuestras relaciones con el pecado para vivir completamente entregados al Señor, muertos al pecado, pero vivos y sensitivos a la voluntad de Dios y esa es la vida cristiana. Como cristianos nosotros que vivimos por medio de nuestra fe en Él ya no debemos vivir para nuestra carne, debemos vivir para aquel quien se entregó a sí mismo para que nosotros pudiéramos vivir, esa es la vida que Dios ha provisto para todo aquel que desea aceptar a Jesús. Si tú estás cargado y trabajado por la culpabilidad del pecado que hay en ti, tú puedes venir a Jesús y encontrar el descanso que anhelas, Jesús te dará paz y descanso, cosa que el mundo no puede dar y esa paz con Dios que sobrepasa todo entendimiento puede ser tuyo, acéptalo. Vamos a orar. Padre, gracias te damos por tu amor y por la vida que nos has provisto en tu Hijo Jesucristo, esa vida que no se acaba, esa vida abundante que solo Él puede dar. Padre, pedimos que nos ayudes a vivir la vida de Cristo poniendo a un lado los deseos de nuestra carne, ayúdanos porque te lo pedimos en el nombre de Cristo. Amén.

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