(Centro De Vida)
Escritura
Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. 2 Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño. 3 Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día. 4 Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. 5 Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Salmos 32:1-5 Pusiste nuestras maldades delante de ti, nuestros yerros a la luz de tu rostro. Salmos 90:8
He observado en el hombre una tendencia de menospreciar la religión poniéndola en un lugar de menos importancia, está bien si su esposa es religiosa, está bien si sus hijos van a la escuela dominical, está bien que su comunidad viva de acuerdo a la Biblia pero por algún motivo es más fácil para el hombre tener a la distancia su religión de manera que pueda tenerla a control remoto, solo hay un problema con todo esto: no es bíblico, la esencia de la fe cristiana es conocer a Dios personalmente por medio de Jesucristo y entrar a una relación personal con Él, por eso es que digo que la religión de la mayoría de personas ni siquiera es religión. Cuando hablamos del perdón existe un sentir de una relación personal con Dios, el perdón significa que existe una transacción entre Dios y el hombre, podemos observar esta transacción en el Salmos 32, el salmista describe su experiencia personal de haber sido perdonado, en los versículos 1 y 2 él habla del gozo que uno tiene por haber sido perdonado, dice: “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño”. Luego se acuerda de su condición anterior a ser perdonado y la agonía en su espíritu por intentar esconder su iniquidad, versículos 3 y 4 nos dicen: “Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano”. Finalmente nos expresa la forma en cómo llegó a tener paz: “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová”. En este estudio de hoy queremos examinar este testimonio para enfatizar esta verdad, que el perdón significa que ha habido una transacción entre Dios y el hombre. ¿Qué nos habrá querido indicar el salmista cuando dijo: “Mientras callé”? Con esto nos indica que aparentemente hubo un tiempo en que él no estaba dispuesto a tratar el asunto de sus pecados con Dios en honestidad, así como Adán en el huerto del Edén quien se escondió de la presencia de Dios por haber comido del fruto que Dios había prohibido, así David intentó esconder su pecado de adulterio con Betsabé, intentó enviar al soldado Urías, el marido de Betsabé, a casa para que durmiera con ella. Betsabé iba a tener un hijo de David, un hijo ilegítimo concebido en adulterio, David pensó que podría tapar su iniquidad haciendo creer que ese hijo ilegítimo le perteneciera a Urías, el marido de Betsabé. David pensó que si podía esconder su pecado delante de los hombres no tendría que preocuparse con Dios, así que mientras trataba de crucificar sus acciones delante de los hombres ignoró completamente a Dios. “Mientras callé” fueron sus palabras exactas, es grave el guardar silencio ante Dios cuando debiéramos estar confesando. Por medio del profeta Isaías, Dios nos amonesta diciendo: “¡Ay de los que se esconde de Jehová, encubriendo el consejo, y sus obras están en tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce?!” Dios conoce cada detalle que hay que conocer en referencia a nuestros pecados, Él no ignora el pecado ni permite que el pecador lo ignore, una y otra vez la memoria de nuestro pecado vendrá a nuestra mente, Dios quiere que saquemos a luz nuestra maldad, confesándola y recibiendo el perdón que solo Él puede darnos. El Salmos 90:8 dice: “Pusiste nuestras maldades delante de ti, nuestros errores a la luz de tu rostro”. Debemos aplicar la cita de Proverbios 28:13 a nuestras vidas dicen: “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”. No debemos guardar silencio cuando deberíamos estar confesando nuestros pecados a Dios. Dios nos ama demasiado como para dejarnos ahogarnos en nuestros pecados, el testimonio del salmista es que mientras que él trataba de guardar silencio, encubriendo su maldad, Dios no guardó silencio, Dios estuvo ocupado haciéndole ver su error. Hay un tiempo en que nosotros no queremos saber de Dios, pero nuestra deshonestidad nos hará sentirnos miserables, nuestros días se llenarán de frustraciones y no tendremos tranquilidad. Sentiremos la mano pesada de Dios sobre nosotros día y noche, no encontraremos tranquilidad de espíritu, nuestras fuerzas desaparecerán, así como se evapora el agua en un día caluroso, la convicción de Dios sobre el hijo que peca será incesante. David tuvo que experimentar lo que muchos de nosotros hemos experimentado, que Dios nos ama demasiado para permitirnos permanecer en nuestros pecados. El convencernos de pecado es uno de los grandes ministerios del Espíritu Santo en el mundo hoy día, Jesús dijo en Juan 16:8: “Y cuando Él venga (hablando del Espíritu Santo), convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio”. Podemos ver ese poder de convencer al hombre en el día de Pentecostés en Hechos 2, habiendo escuchado el mensaje de parte de los hermanos creyentes, los que oían se confundieron de corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: “Varones hermanos, ¿qué haremos”. Podemos ver este poder manifiesto días después cuando Pablo hablaba con Félix, Hechos 24:25 nos dice: “Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó”. Tal vez Job 10:14 lo explica mejor, dice: “Si pequé, tú me has observado, y no me tendrás por limpio de mi iniquidad”. Dios nos ama demasiado, por eso es que nos ha dado a su Espíritu Santo para convencernos de nuestros pecados, para que podamos arrepentirnos y aceptar a Jesús como nuestro Salvador, sin el Espíritu Santo en el mundo hoy, el hombre correría desesperadamente para hacer toda clase de perversión. Ese Espíritu Santo está para hacer ver al hombre su maldad y su necesidad de Jesús, Dios no está enojado con el hombre cuando le reprende, lo hace porque ama al hombre y quiere que viva en santidad, es una indicación de su amor y deseo de perdonar al hombre. El hombre queda libre de su culpabilidad cuando ha tratado honestamente con Dios sobre el asunto de sus pecados, ¿cómo obtuvo tranquilidad de mente el rey David? Por medio de confesar su pecado a Dios, no hay perdón a menos de que el individuo tenga un trato personal con Dios, ¿Por qué debemos confesarnos con Dios? ¿Por qué no podemos confesarnos con algún consejero o a la persona quien hemos dañado debido a nuestros pecados? Debemos confesar nuestros pecados a Dios por dos sencillas razones: En primer lugar, porque cuando pecamos últimamente es en contra de Dios, el rey David declaró en el Salmos 51:4: “Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos”, nuestros pecados van en contra de Dios porque el pecado es transgresión de la ley de Dios. En segundo lugar, solo Dios puede perdonar nuestros pecados, aquellos quienes han tenido un encuentro personal con Dios por medio del Señor Jesucristo, y han resuelto el asunto de sus pecados, tienen la bendición de tener tranquilidad de mente. Los pecados pueden ser perdonados únicamente en confesión personal con Dios, el perdón no viene por medio de ritos sino por medio de una relación, entramos a una relación con Dios cuando pedimos perdón con nuestros pecados y aceptamos a Jesús una vez y para siempre como nuestro único Salvador. Yo te pregunto ¿Tú has hablado con Dios en referencia a tus pecados? ¿Estás aburrido de vivir en la forma que vives? ¿Estás arrepentido de todo el mal que has hecho en tu vida? Si tu respuesta es sí, entonces, ¿Por qué no hablas con Dios para decirle exactamente eso? Si tú crees que Él es fiel a su Palabra, si estás arrepentido de tus pecados y si quieres que Jesús entre hoy a tu corazón, tú puedes ser salvo en este mismo momento, ¿Por qué no lo haces? Vamos a orar. Padre, te damos gracias por el perdón que podemos encontrar en la persona de Cristo Jesús, gracias te damos Padre por tu amor y tu deseo de que superemos, te damos las gracias en el nombre de Jesús. Amén.
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