(Centro De Vida)
Escritura
El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. 10 Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. 11 En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; 12 gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; 13 compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad. Romanos 12:9-13 Porque si tú llegas a afligirles, y ellos clamaren a mí, ciertamente oiré yo su clamor. Éxodo 22:23
Dios tiene un propósito especial para su gente en el mundo, su deseo es ministrar al mundo por medio de su gente. Tal vez no lo sabías, pero Dios se preocupa por las personas. Nosotros nos preocupamos por posesiones o programas, pero Dios, Él siempre se ha preocupado por las personas. Nosotros hablamos de servir a Dios, pero la única forma en que vamos a servir a Dios es por medio de servir a la gente en el nombre de Él. El interés y la preocupación que Dios tiene para el individuo se revela en nuestra preocupación e interés por los mismos individuos. El cristiano verá que el brillo de la gloria de Dios en su vida será en exacta proporción al interés que Él muestra por las personas quienes le rodean, en nuestro texto de enseñanza Romanos 12:9-13 encontramos las palabras: “…compartiendo para las necesidades de los santos…”. Eso nos enseña que encontraremos que hay un significado especial para nuestras vidas; y encontraremos ese significado al administrar nuestros esfuerzos en llevar las necesidades del humano. Este es el principio número nueve, de los diez principios que estudiaremos en esta serie sobre cómo mantener el brillo. Hay una clase de personas a quienes nosotros comúnmente conocemos bajo la categoría de pobres, estas personas tienen un lugar muy especial en la Biblia, Dios ha mostrado su interés especial para los pobres y nos da muchas reglas concernientes a la protección de ellos. ¿Quiénes son estos pobres? En algunos casos son los de pocos recursos financieros, los pobres en el sentido de lo material; en otros casos son los individuos infortunados, inoportunos, quienes sufren las aflicciones bajo intensa humillación. Es evidente que la Biblia llama pobre a todo aquel quien tiene grandes necesidades, sea materialmente o espiritualmente. Dios extiende su corazón al necesitado, en Éxodo 22:23 Él dice: “Si ellos clamaren a mí, ciertamente oiré Yo su clamor”. Él está presto para oír el clamor de cualquier persona que tiene necesidad, la liberalidad en dar al pobre es enseñado en la Biblia. En la anciana economía hebrea los pobres eran entregados una tercera parte de las cosechas cada año para suplir sus necesidades, cada séptimo año se les entregaba todo lo que pudiera crecer en el campo o en las viñas. Ellos debían participar en el festejo de las cosechas, aunque no tuvieran que contribuir a las festividades. Cada siete años debían ser perdonados de cualquier deuda pendiente que podían tener. Hombres adinerados debían prestar dinero al pobre sin cobrarle intereses. Si alguna prenda de ropa era tomada como enganche de un préstamo se le debía de regresar al dueño antes del anochecer no sea que sufriera el frío. Todos estos reglamentos eran considerados como Ley de Dios, el desobedecer sería pecar y el cumplir sería justicia. El mismo interés mostrado en el Antiguo Testamento continuó en el Nuevo, particularmente fue un problema grande cuando muchos aceptaron a Cristo y fueron desheredados por sus familias o compañeros de negocios. La iglesia primitiva se encaró de inmediato con el problema de los necesitados. Pero el amor de Dios derramado en el corazón por medio del Espíritu Santo hizo que los primeros cristianos sintieran el deseo de ministrar a todos en el nombre de Jesucristo. La Biblia nos habla de Jesús de la siguiente manera en 2 Corintios 8:9 “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueses enriquecidos”. Jesús anunció su misión en Lucas 4:18 por medio de citar a Isaías 61:1 “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres”. Los primeros cristianos tenían un corazón sumamente benévolo, un concilio solemne se llevó a efecto en Jerusalén para tratar el asunto de que, si los gentiles convertidos a Cristo debían pasar por los ritos del judaísmo, tales como la circuncisión. Después de haber llegado a un acuerdo sobre esto; pasaron a asuntos de conducta cristiana; trataron con asuntos tales como la pureza espiritual, propiedades físicas y justicia moral; y llegaron al acuerdo de que era el deber del cristiano acordarse del pobre, según Gálatas 2:10. Al llegar palabra a los cristianos en Europa de que una escasez de alimentos había llegado a Palestina, ellos determinaron recibir una ofrenda para enviar a sus hermanos, simplemente estaban expresando el sentir que Jesucristo siempre había mostrado para con los necesitados. Él había enseñado a sus discípulos que el mandamiento más grande era amar a Dios con todo el ser y que el segunda era amar al prójimo como a uno mismo. Cuando mostramos este sentir es prueba de que somos verdaderos discípulos de Jesús, quien dijo en Juan 13:35 “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. Dios da promesa de bendiciones especiales sobre aquellos quienes ayudan a los necesitados. Jesús dice en Lucas 2:33 “Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoros en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye”. Si practicamos la benevolencia tenemos tesoros acumulados en los cielos aguardándonos. Dios también promete contestar las oraciones del que ayuda al necesitado, Proverbios 21:13 dice: “El que cierra su oído al clamor del pobre, también él clamará, y no será oído”. Así que lo contrario sería que el que escucha el clamor del pobre también será escuchado. Dios asegura a el que es benévolo de que recibirá ayuda divina en tiempo de dificultades, el Salmos 41 nos dice: “Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día malo lo librará Jehová”. Fíjense que Dios considera la ayuda brindada al pobre como algo brindado a sí mismo. Proverbios 19:17 nos explica que: “A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar”. No podemos perder lo que invertimos en ayudar al necesitado. Dios nos regresará lo que hemos dado añadiéndole todavía su bendición. Dios cuida y toma muy en serio el asunto de viudas, huérfanos y pobres. Jesús mismo dijo en Mateo 25:34-40 que: “Él les diría a algunos: Venid, benditos de mi Padre, heredad del reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí”. Y cuando le pregunten cuando te hicimos estas cosas les dirá: “De cierto os digo que en cuando lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis”. Así que cuando administramos al necesitado, administramos a Dios. 1 Juan 3:16-18 nos dice: “En esto hemos conocido el amor, en que Él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”. Si de veras nos interesa brillar por Cristo vamos a tener que preocuparnos por las necesidades de otros, de esta manera podemos encontrar satisfacción y propósito en nuestras vidas. Debemos crear un deseo sincero de querer ayudar a otros y teniendo la oportunidad, atender esas necesidades, en el nombre de Jesús. Vamos a orar. Padre gracias te damos por otra lección. Señor gracias te damos por el amor desinteresado que Tú muestras para con nosotros. Ayúdanos a demostrar el mismo amor con nuestro prójimo, porque te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
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