Copyright 2016-2019 Lifeword
Promesas Preciosas
Dios Promete Su Presencia Personal
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Feb 24, 2021
Feb 20, 2021
Duración:
00:14:32 Minutes
Vistas:
85

Escritura

Hebreos 13:5 y 6; Juan 4:14; Juan 7:37-39; Romanos 8:9; Juan 14; Génesis 28:15; Éxodo 33:14; Deuteronomio 20:1; 2 Crónicas 20:15; Isaías 43:2 y 3; Isaías 41:10, 13; Mateo 28:20.

Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; 6 de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que me pueda hacer el hombre. Hebreos 13:5 y 6 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. Juan 4:14 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. 39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado. Juan 7:37-39

Una de las grandes promesas de Dios es la de estar personalmente presente con cada uno de sus hijos. Una declaración de esa promesa se encuentra en Hebreos 13:5 y 6, en donde nos dice: “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre”. Para mí, esa es una promesa grande y preciosa; y ¿A ti que te parece? La presencia personal de Dios es cosa de gran confortamiento a sus Santos. El poder estar seguro de su presencia es no tener que temerles a las circunstancias. Hay hermanos que viajan a otros países persiguiendo el ministerio que el Señor les ha dado. Muchas veces esos hermanos no hablan el idioma de esos países y tienen que usar un intérprete para poder relatar el mensaje que Dios les ha dado. Por la mayor parte, esos intérpretes son misioneros y los hermanos, al verlos, sienten mucho alivio sabiendo que esa persona va a hablar por ellos. Conocen la cultura de la gente a la que se les va a hablar y les guiarán con cuidado por donde tienen que ir. El mismo principio se aplica al reino espiritual. Dios conoce todas las cosas pasadas, presentes y futuras. No existe nada extraño ni nuevo para Él. Su providencia cubre cada situación que surge. Qué alivio es descansar en el Señor sabiendo que Él está presente y personalmente involucrado con los asuntos diarios de nuestra vida. Dios está personalmente con el cristiano por medio de su Espíritu Santo que mora en él. Al momento de conversión, el Espíritu de Dios entra en sus hijos según Juan 4:14 y Juan 7:37-39. Desde ese momento, Dios no abandona a sus hijos. Por eso es que prometió en Hebreos 13:5: “No te desampararé ni te dejaré”. Uno no es salvo si el Espíritu de Dios no mora en él, según Romanos 8:9. Por lo consiguiente, cada persona salva tiene que ver con Dios cada momento de su vida. Es como dijo Jesús en Juan 14: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre (…) No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. (…) En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros”. La presencia del Espíritu Santo que mora en nosotros es una realidad si es que somos sus hijos. Dios está personalmente presente con cada cristiano por medio de toda la trayectoria de la vida. Él prometió lo siguiente a Jacob en Génesis 28:15: “He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho”. Pensemos en eso: Dios tiene planes para nuestra vida, Él está llevando a cabo ese plan, Él no nos va a dejar hasta que haya llevado a cabo ese plan y ese plan no será terminado hasta que nosotros lleguemos a conformarnos a la imagen de Cristo Jesús en la resurrección de los redimidos, el día en que Él regrese por nosotros. Dios estará con nosotros personalmente por toda nuestra vida. Dios promete estar con cada cristiano para darle descanso en su peregrinaje. Alguien ha dicho que el cristiano puede cansarse en el camino pero que no se cansará del camino. Pero sí, está comprobado que el cristiano se cansa; necesitamos a veces un pequeño refrigerio que viene de la presencia del Señor. Eso es precisamente lo que su presencia personal nos trae. Yo me puedo acordar de momentos cuando mi cuerpo y mi mente estaban exhaustos; estaba tan cansado que casi ni podía orar. Pero al estar a solas con Dios por un tiempo me trajo refrigerio a mi cuerpo y a mi mente y pude seguir en mi ministerio. Es como Dios le dijo a Moisés en Éxodo 33:14: “Mi presencia irá contigo, y te daré descanso”. Eso es lo que Él nos promete. Dios está personalmente presente con cada cristiano para darle valor en tiempos de dificultad. Esa promesa fue hecha a Israel, concerniente a los combates en contra de tribus enemigas que le rodeaban. Leamos lo que dice Deuteronomio 20:1: “Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, si vieres caballos y carros, y un pueblo más grande que tú, no tengas temor de ellos, porque Jehová tu Dios está contigo”. Esta promesa fue bien ilustrada cuando Josafat, Rey de Judá, guio a su pequeño ejército en contra de los ejércitos combinados de 3 naciones. Él escuchó el mandato que encontramos en 2 Crónicas 20:15: “No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios”. Ellos entraron a la batalla dirigidos por cantores y ganaron la victoria; así sea. La presencia de Dios nos infunde valor. Daniel pudo encararse con la fosa llena de leones. Los primeros discípulos podían enfrentarse con la misma gente que condenó a Jesús enviándole a la cruz. Podían encararse al peligro sin temor porque la presencia de Dios estaba con ellos y Él está con nosotros también, mis hermanos. Dios está personalmente presente con cada cristiano para darle consuelo en tiempo de tribulación. Problemas tienen que venirle a toda persona, sea cristiana o no. La diferencia está en que el cristiano dispone de ayuda divina. Observemos esta promesa de Dios en Isaías 43:2 y 3: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador”. Esa es una promesa grande. Se relaciona con lo dicho por Dios en Isaías 41:10: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. El verso 13 dice: “Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo”. Apliquemos esa promesa a nuestras vidas; eso es motivo de gran gozo. No existe otra cosa que nos debiera animar más que el saber que Dios está involucrado personalmente en nuestras vidas. Dios está presente personalmente con el cristiano hasta los fines del tiempo. Jesús dijo lo siguiente en Mateo 28:20: “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. En Hebreos 13:5 tenemos las palabras: “No te desampararé, ni te dejaré”. Esa promesa de Hebreos 13:5 es más preciosa cuando consideramos la implicación gramática en su totalidad; es una declaración de gran intensidad. Leamos el versículo en el idioma popular. Nos diría más o menos lo siguiente: Que tu carácter o disposición moral sea libre del amor de dinero, incluyendo el deseo de tener posesiones mundanales y estar satisfechos con lo presente, porque Dios mismo ha dicho, “yo no te fallaré, ni te dejaré sin ayuda”. Y eso hace que su promesa sea grandísima y preciosa. Vamos a orar: Padre, gracias por asegurarnos de tu presencia en nosotros. Conociendo que Tú estás con nosotros nos trae mucho gozo. Te alabamos por tu ayuda que nos das cada día. Gracias te damos porque tu presencia es más que una promesa, es una realidad. Te damos las gracias en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Otros archivos en esta serie