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Jul 28, 2021 23:11pm
Suficiente Es Suficiente
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Imagine…

Que esta viajando a una nueva casa, lejos de la que tenía antes.

Su familia está en la camioneta con usted, y todo lo que posee está en el camión de mudanza detrás de usted. Se dirige a la casa de su infancia, el lugar donde creció, pero hay mucha antipatía allí. Se marchó en malos términos después de engañar a sus familiares más cercanos.

Hace casi 20 años que se ha ido, lo que deja mucho tiempo para que la ira se infecte en sus corazones. Durante todo el viaje, no ha hecho más que preguntarse qué pasará cuando llegue.

A medida que se acerca, decide detenerse a descansar.

Quiere sentirse mejor, así que envía un mensaje indicando que va a venir y que va a traer a toda su familia y todo lo que tiene.

Recibe un mensaje que dice: tu hermano, ya sabes, al que engañaste y le robaste todo, vendrá a encontrarte y traerá a 400 de sus amigos más cercanos. Lo sé, lo sé, ¿cómo puede alguien tener 400 amigos cercanos? Facebook.

Está en pánico.

Después de todo lo que le hiciste, de cómo lo traicionaste, lo engañaste, le robaste todo lo que tenía, probablemente aún te odia. Crees que probablemente quiera matarte a ti y a todos los que están contigo.

¿Entonces, Qué hará?

1. ¿Reunirá a todos los que están con usted y los entrenará para usar un arma? ¿Será una pelea a muerte?

2. ¿Se dará la vuelta y huirá?

3. ¿Enviará otro mensaje pidiendo que su hermano y sus hombres se retiren?

4. ¿Existe otra opción?

Jacob eligió la opción número cuatro.

En medio de su pánico y cuando supo que su hermano vendría con 400 hombres a su encuentro, se detuvo y…

Oró.

«Y dijo Jacob: Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Jehová, que me dijiste: Vuélvete a tu tierra y a tu parentela, y yo te haré bien; menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo. Pues con mi cayado pasé este Jordán, y ahora estoy sobre dos campamentos. «Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los hijos. Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud.» (Génesis 32:9-12)

En su oración, Jacob hizo 4 cosas.

1. Reconoció quién era Dios y su poder y autoridad. Llamó a Dios el Dios de su padre y su abuelo porque sabía de las maravillas que Dios había hecho por ellos.

2. Le recordó a Dios que estaba obedeciendo su mandato. Dios no necesita que se lo recuerden, pero Jacob estaba reconociendo que estaba haciendo lo que Dios le había pedido. Sometió su propia voluntad a la voluntad de Dios.

3. Se humilló y admitió su pecado. Sabía que Dios había estado con él de muchas maneras, incluso reconociendo el hecho de que cruzaron el río Jordán. Pero sabía que era un pecador. Sabía que lo que había hecho antes estaba mal y admite ante Dios que no es digno de todo lo que Dios ha hecho en su vida.

4. Le pidió ayuda a Dios. Recordó el gran cazador que era Esaú. Era un hombre corpulento, fuerte y poderoso. Y ahora, él venía. Pero Jacob sabía que Dios podía protegerlo. Entonces, le rogó al Señor que lo liberara de un hermano que buscaba venganza.

¿Por qué cuando nos enfrentamos a circunstancias difíciles y pruebas en la vida, primero tratamos de solucionar los problemas nosotros mismos? De hecho, escucho tantas veces decir, «estoy en la cuerda floja. Lo he intentado todo. Todo lo que queda por hacer es orar.»

La oración debe ser nuestra primera reacción y no nuestro último recurso.

Hoy, si está luchando en una batalla, deténgase y ore. Use la oración de Jacob como ejemplo.

Reconozca a Dios por quién es.

Recuerde las maravillas que ha hecho por sus seres queridos.

Humíllese bajo su poderosa mano. Y acérquese a Él en busca de Su protección y guía.

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