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Dic 19, 2023 16:30pm
Sigue buscando y llamando
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Una mujer encontró una lámpara vieja en un mercado de pulgas y pensó que sería una adición interesante a su repisa. Quería pulirla un poco, así que agarró un trapo y comenzó a frotar. Del humo salió un extraño hombrecito. Asustada, soltó la lámpara y pensó que podría desmayarse.

«Haz frotado la lámpara y estoy aquí para conceder tu deseo más grande».

«¿Solo uno? ¿Eso es todo?» Preguntó. En los cuentos de hadas siempre conseguían tres deseos.

«Sólo uno. El deseo más profundo de tu corazón».

Pensó mucho en esto. Creyó que lo tenía todo calculado. En lugar de tener que elegir entre pedir mucho dinero, que sus hijos siempre la escucharan, que la gente la atendiera en todo, una lujosa casa o la mejor comida preparada por su propio chef, pensó que tenía una manera de conseguirlo todo.

«Quiero convertirme en la reina».

El genio la miró con los brazos cruzados y preguntó: «¿Estás segura? ¿Realmente sabes lo que estás pidiendo?»

Su sonrisa se amplió y cruzó los brazos hacia él. «Sí. ¡Ahora hazme la reina!»

¡POOF!

Rodeada de guardias, se encontró en un hermoso palacio, vestida con el mejor vestido, un sirviente a su lado sosteniendo una carta en una bandeja.

«Mi Reina. Su atención sobre este asunto es muy urgente».

Abrió el mensaje y se le cayó la mandíbula.

Guerra.

El enemigo declaraba la guerra contra ellos.

«¿Qué deseas hacer, mi reina?»

«Ve a buscar a mi esposo el rey. Que él solucione esto. Tráeme algo de comer y consigue a alguien para abanicarme. Hace calor aquí».

Él parecía sorprendido y confundido.

«Pero su majestad. El rey está muerto. Sus hijos lo mataron tratando de robar el trono».

¡Esto no era en absoluto lo que ella había deseado!

¿O sí?

Aunque esta es una historia tonta, es un gran recordatorio de que nuestros pensamientos y deseos pueden ser engañosos y nublar nuestro juicio y decisiones.

Lucas 11:9-10

«Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá».

Sé lo que estás pensando, ¿a dónde va con esto? Esta escritura dice que si pedimos, Dios nos lo dará.

Es cierto, hasta cierto punto.

La pregunta realmente es sobre nuestro corazón y mente.

Todos hemos orado por algo, a veces desesperadamente, pero nunca sucedió. El Señor nunca lo dio o cumplió esa solicitud.

¿Por qué?

¿Acaso la escritura no dice pedid y recibiréis? ¿No le importamos?

Exactamente. Le importamos. Profundamente. Y Él sabe mucho más que nosotros.

¿Y si Él fuera como el genio y nos diera exactamente lo que deseamos? ¿En qué tipo de lío estaríamos metidos?

En Santiago 4:3 dice: «Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites».

Queremos lo que nos hará sentir mejor, satisfacer nuestras necesidades, demandas o deseos. Pero, ¿y si lo que realmente es mejor no se parece en nada a lo que teníamos en mente?

La voluntad del Señor es perfecta. Sus planes y caminos son mucho mejores que cualquier cosa que podamos imaginar o planificar.

Cuando oremos, debemos pedir lo que está en nuestros corazones, pero de acuerdo con la voluntad de Dios.

Así como Jesús lo hizo en el jardín.

«Diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la Tuya».

Dios podría haberlo quitado todo. Podría haber detenido a los guardias, la tortura, la muerte de Su Hijo, todo. Pero, ¿dónde estaríamos?

Sin esperanza.

Continúa yendo al Señor. Sigue pidiendo, buscando y llamando. Encontrarás más de lo que habías imaginado. Más de lo que planeaste.

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