Blog

Oct 17, 2024 17:00pm
La felicidad depende de a quién perteneces
694 Views

“La felicidad está en el ojo del observador”.

¿Has escuchado esa frase? Usualmente se dice “la belleza” en lugar de “la felicidad”.

Claro, la felicidad depende de si eres del tipo de persona que ve el vaso medio vacío o medio lleno… Pero, ¿qué hacemos cuando el vaso parece estar completamente vacío?

Una de mis historias favoritas en el Nuevo Testamento se encuentra en Marcos 12:41-44. Muchas personas habían estado dando dinero para el tesoro del templo, y lo hacían de manera ruidosa, audaz y con mucho espectáculo. Pero esas personas no llamaron la atención de Jesús.

En cambio, fue una viuda pobre, una mujer sin esposo que la mantuviera, quien dejó caer dos moneditas. Ella pasó desapercibida para la mayoría, pero para Dios, fue elogiada.

Una mujer que no tenía nada, sin forma de mantenerse, dio todo lo que tenía a Dios.

No estoy segura de si hubiera tenido tanta fe para confiar en la provisión de Dios para mi sustento diario.

Si nuestras vidas se comparan con un vaso —a veces vacío, a veces medio lleno, a veces lleno—, ¿qué lo hace estar vacío o lleno?

¿Estaba el vaso de la viuda vacío o lleno?

Algunas personas piensan que el dinero puede hacerlas felices y traerles satisfacción. Otras creen que el poder, los logros o dejar un legado les darán lo que sus corazones desean. Otros más piensan que su esposo, su familia o sus hijos tienen el poder suficiente para traerles contentamiento.

Algunas personas incluso predican que las buenas obras pueden traer satisfacción. Solo tienes que ser lo suficientemente bueno, ¡y Dios te recompensará! Excepto que Jesús mismo dijo que nadie es bueno, solo Dios.

Otros predican algo aún más absurdo: que Dios quiere que seas rico, que tengas riqueza material, que seas feliz, saludable y estés cómodo.

Eso es una mentira salida de la boca del diablo. A Dios le importa más nuestra cercanía con Él que nuestra comodidad en esta vida.

¿No me crees? Mira a Job.

Este hombre era próspero y justo. Pero eso no le dio un pase libre ante las dificultades. De hecho, Dios permitió que Satanás le quitara todo: sus hijos, su dinero y su salud.

Pero Job no pecó contra Dios. Y al final, alabó al Señor.

Al final, Dios quiere que dependamos de ÉL para encontrar satisfacción y sentido en la vida. ¿Por qué Dios fomentaría la codicia, la glotonería o la idolatría?

Oseas 13:6 dice: “En sus pastos se saciaron, y repletos, se ensoberbeció su corazón; por esta causa se olvidaron de mí”.

A veces Dios permite que nos sintamos incómodos para que podamos acercarnos a Él. Si se nos diera todo lo que siempre queremos en la vida, sería fácil volvernos orgullosos o sentirnos con derechos.

Las personas más ricas no son las que tienen más dinero, son las que saben que el dinero es temporal, la vida es temporal, y la muerte es inevitable. Las personas más ricas son aquellas que conocen a Dios, ¡el que da y quita la vida misma, el que hizo los vasos medio llenos o medio vacíos desde el principio!

Mira a Salomón. Lo tenía todo: dinero, tierras, poder, sabiduría, mujeres… ¿y qué dijo sobre todas las cosas que el mundo persigue?

Dijo que no valen nada. Todo es vano sin Dios.

Tu vaso nunca estará lleno, tu alma nunca estará satisfecha sin Dios en tu vida.

¿Cómo estás tratando de llenar tu vaso? ¿Qué estás persiguiendo que crees que te hará feliz al final?

La pobre viuda no estaba persiguiendo el dinero; estaba confiando en el Dios que le dio la vida, el creador del vaso, para que le proveyera.

Toda la riqueza de Salomón no pudo hacerlo feliz.

¿Qué es la verdadera felicidad? ¿Es estar satisfecho y contento incluso cuando no tienes nada? Si es así, ¿puedes dejar ir todo lo que tienes o lo que eres y confiar en que Dios proveerá?

Un versículo que a menudo se saca de contexto es Filipenses 4:13. Probablemente lo hayas visto en una valla publicitaria, en un par de tenis o incluso recitado antes de un partido. Es el versículo que dice: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

Pero la mayoría de las veces, nos gustaría poner lo que queremos en la categoría de “todas las cosas” en lugar de leer todo el capítulo y aprender lo que Pablo realmente quiso decir.

Pablo está en prisión y le explica a la iglesia en Filipos que ha aprendido a estar contento en sus circunstancias. Filipenses 4:12 y 13 nos dan el panorama completo:

“Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

Pablo estaba encadenado en ese momento, posiblemente al borde de la inanición, enfrentando la posibilidad de la muerte (eventualmente fue ejecutado por los romanos), sin embargo, seguía estando contento.

Ahora, para muchas personas, el vaso de Pablo estaría vacío, al igual que lo estaba el vaso de la viuda.

Pero Pablo no estaba tan mal antes de convertirse al cristianismo; de hecho, muchas personas en su cultura y tiempo veían un “vaso lleno” en su vida.

Excepto que Pablo sabía que su vida estaba vacía.

¿Por qué razón Pablo renunciaría a un “vaso lleno” según los estándares del mundo por amor a Jesús?

El mismo Pablo nos da esta respuesta en Filipenses capítulo tres.

Era hebreo de hebreos, fariseo, celoso y justo según la ley, ya que perseguía a la secta religiosa llamada “seguidores del Camino”. Pero algo le sucedió para darse cuenta de que todo en su mundo entero era inútil: Jesús lo confrontó y cambió su vida para siempre.

Así que sí, Pablo estaba en prisión. Pero sabía lo que era el gozo y la verdadera satisfacción: tener una comprensión profunda de lo que significa tener un vaso lleno, vivir una vida rendida a Cristo.

Su vaso estaba lleno de la gracia, la misericordia y el amor de Jesucristo. Como dice el salmista en el Salmo 23, su copa rebosaba.

Entonces, ¿rebosa tu copa, incluso cuando otros solo ven un vaso vacío?

La felicidad está en el ojo del observador, y espero que puedas encontrarla sin importar cuán vacía parezca tu vida.

Copyright © 2019 Lifeword.org. All rights reserved. No part of this article may be reproduced or reprinted without permission in writing from Lifeword.org