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Ene 30, 2019 21:40pm
El Éxito Es Un Proceso – #3
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«No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.» Gálatas 6:7 RVR1960

¿Alguna vez han visto a un agricultor sembrar papas y cosechar camotes? ¿O sembrar naranjas y obtener limones? claro que no, ya que en la naturaleza existe una ley que dice que toda semilla que se siembra en tierra fértil, producirá el fruto de su especie y si esto es verdad en el área física, también lo es en el área espiritual.

Si sembramos lealtad obtendremos grandes amigos, si sembramos alegría cosecharemos felicidad, si sembramos afecto recogeremos gratitud y si sembramos obediencia segaremos bendición, por el contrario, si sembramos vientos cosecharemos tempestades, si sembramos tristeza obtendremos desconsuelo, si sembramos odio recogeremos rechazo y si sembramos injusticia segaremos abandono. Un ex esclavo y defensor de los derechos humanos, escribió lo siguiente «Ningún hombre puede encadenar el tobillo de otro ser humano sin, a la larga, descubrir que el otro extremo de la cadena está sujeto a su propio cuello». Bien dijo el Apóstol Pablo “Todo lo que el hombre sembrare eso también segará.”

Un ejemplo claro de ello es Jacob, el sembró engaño a su padre Isaac al hacerse pasar por su hermano Esaú con tal de obtener la primogenitura, sin embargo al pasar los años su suegro Labán lo engaño haciéndole trabajar 7 años por Raquel y al final entregándole a su hija Lea, posterior a esto sufrió el engaño de su esposa Bilha quien le fue infiel con uno de sus hijos, más tarde sufrió el engaño de sus hijos cuando le dijeron que su hijo José había muerto, cuando en realidad había sido vendido como un esclavo. Jacob sembró engaño y cosecho lo mismo, pero en creces.

Otro quien ilustra esta gran verdad fue Amán, un alto funcionario en el reino del rey Asuero. Cuando este fue engrandecido en su puesto de trabajo, su ego creció a tal punto que todos debían doblegarse delante de él, pero había un hombre que no lo hacía, su nombre era Mardoqueo, un noble judío, que solo doblaba sus rodillas delante de Dios, esto genero ira y odio contra él y todos los judíos a tal punto que planeo una trampa contra los judíos y construyo una horca de 25 metros de alto donde esperaba ahorcarlo. Sin embargo, ignorante de que la esposa del rey Asuero era judía, un día ésta desenmascaro sus malignas intenciones y la horca que él había construido para ahorcar a Mardoqueo sirvió para ahorcarlo a él.

De la ley de la siembra y la cosecha podemos sacar muchos principios, por ejemplo “uno cosecha más de lo que sembró”, ¿sabían que si uno siembra 1 grano de trigo, puede obtener entre 800 y 1000 granos de trigo? Lo mismo pasa en la vida espiritual, si permites que una pequeña chispa de pecado ingrese a tu casa, pronto tu casa ardera en llamas y por el contrario si siembras en los asuntos del reino obtendrás a creces aquello que sembraste. Bien dijo nuestro Maestro en Mateo 19:29 “Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”

Otro principio que podemos aprender de ella, es que para poder cosechar lo que hemos sembrado pueden pasar varios meses o incluso años, por ejemplo, el árbol de la yaca demora entre 6 y 10 años en producir sus primeros frutos, lo mismo pasa en el área espiritual, lo que sembramos puede demorar en producir sus frutos. Muchos dicen “yo tengo un vecino que es un hombre cruel y despiadado, sin embargo, parece que todo le va bien, ni siquiera le ataca un resfrió” el hecho de que Dios no lo castigue en esta tierra no significa que no lo hará en la eternidad, Dios no puede ser burlado, un hombre que merece un castigo pudiera comprar a un juez corrupto y salir libre de la cárcel, sin embargo a Dios nadie lo compra, el juzga con rectitud al mundo entero y aquellos que siembran maldad tarde o temprano cosecharan condenación eterna.

¿Deseas tener éxito? Pues comienza a hacer la voluntad de Dios y sembrar en los asuntos del reino, nunca te arrepentirás de ello.

–Paul Tinoco Huaraca

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