Escritura
Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.
Hay más tesoros en Jesucristo que en todo el botín de los piratas. Hoy continuaremos con la serie “Vida Nueva” y el mensaje de este estudio se titula “Un tesoro de valor incalculable” con ustedes su amigo y pastor Paúl Tinoco. Ma Qingrong de 62 años y natural del condado de Dayao en China, soñó en 1990 el hallazgo de una gran fortuna escondida en la montaña de Maanshan, a escasamente 20 Kilómetros de su aldea. Él cuenta lo siguiente “En mi sueño una niña vestida de negro me guiaba hacia un misterioso palacio de piedra, donde hallaba importantes inscripciones y un cofre con un precioso tesoro” desde ese día en adelante y por más de 16 años Ma Qingrong ha excavado a martillo y cincel la montaña de Maanshan con la esperanza de encontrar en algún momento ese precioso tesoro. ¿Sabían que existe un tesoro mucho más grande y de valor incalculable que el hombre puede hallar en este mundo? Hoy estudiaremos sobre ese tesoro y como tú y yo podemos llegar a obtenerlo. Les invito a abrir sus Biblias en el libro de Mateo 13:44. La palabra de Dios dice “Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.” Estas son palabras de nuestro Señor Jesucristo quien nos relata dos historias fascinantes cuya enseñanza tiene como fin mostrar al hombre el camino a un hermoso reino, un reino maravilloso donde él es el Rey. Estudiemos la primera historia. Aquí vemos a un hombre que encuentra un precioso tesoro en el campo. Antiguamente era muy común enterrar objetos de valor en la tierra. se cuenta según la historia que cuando los españoles vinieron a conquistar el Perú, mucha gente en ese periodo de tiempo escondió gran parte de su riqueza bajo tierra y muchos de ellos nunca lo llegaron a recuperar, esta es la razón por la que de vez en cuando uno que otro al escarbar la tierra se topa con un gran tesoro. Lo mismo pasaba en Palestina, por muchos años había sido un gran campo de batalla, muchas guerras y enfrentamientos se habían producido en ese lugar, así que la gente cuando se sentía amenazada por algún enemigo lo que hacía era enterrar sus posesiones más preciadas como el oro, la plata y algunas prendas de sumo valor, con el pasar del tiempo cuando el dueño de estas riquezas moría o era deportado a una tierra extranjera, el tesoro quedaba perdido a menos que alguien lo descubierta por accidente. Esto paso en nuestra historia. No se sabe con exactitud cómo se topó este hombre con semejante tesoro, pero probablemente al caminar se tropezó con parte del tesoro o mientras cultivaba el campo lo encontró. Seguido a esto, esconde nuevamente el tesoro y con una sonrisa en el rostro va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo. Muchos al escuchar esta historia, creen que Jesús no debió nunca de haberla contado, ya que supuestamente al contarla está colocando como ejemplo para los demás a un hombre poco honorable. Muchos dicen que lo que debió hacer el hombre es entregar el tesoro al dueño del campo y no quedarse con él. Sin embargo, aunque el propósito de esta historia no era esa, veremos que este hombre actuó de forma correcta en esa situación. Según la ley rabínica que regía en esos tiempos “Si un hombre encontraba fruta o dinero disperso, le pertenecía a quien lo encontraba”. Ante esto quien se topaba con alguna posesión valiosa tenía el derecho de quedarse con ella. También lo que podemos deducir según los hechos es que el dueño de esta tierra no sabía nada de ese tesoro ya que si lo hubiera sabido nunca hubiera vendido la tierra. y por si esto fuera poco este hombre al encontrar el tesoro, no salió corriendo de la escena con el tesoro en la mano, ni tampoco tomó parte de ella para comprar el campo, sino por el contrario fue y vendió todo lo que tenía y compró el campo. Que interesante. Seguido a esto nuestro Señor contó una historia muy semejante a la primera. La palabra de Dios dice en Mateo 13:45-46 “También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que, habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.” Un mercader era un comerciante que compraba artículos de valor a un bajo costo y la revendía a uno mayor. Él caminaba por diferentes lugares en busca de joyas preciosas, muy probablemente visitaba con regularidad las regiones costeras ya que de ahí salían estas hermosas perlas. Encontrar una perla no era nada sencillo, recuerden que en esos días no existían los trajes de buceo, que son trajes especiales que proveen de oxígeno y calor a la persona, así que la costumbre en esos días era simplemente tirarse al agua, y retener la respiración lo más que uno pueda y en esos pocos minutos tratar de sacar la máxima cantidad de ostras con la esperanza de que una de ella tuviera esta valiosa joya. Se calcula que para obtener una perla natural era necesario extraer 200.000 ostras, por lo que no es difícil imaginar lo poco gratificante de la tarea, por no hablar de los riesgos que corrían estas personas que se sumergían a pulmón a grandes profundidades. Muchos morían en el intento y otros quedaban con daños pulmonares severos por el resto de su vida. Esta es la razón por la cual era la joya más valiosa en tiempos antiguos a tal punto que muchos Romanos y Egipcios las llegaron a adorar. También era una costumbre de la gente rica comprar este tipo de joyas como una inversión ya que de ese modo podían llevar una gran riqueza en un pequeño espacio. Se calcula que el precio de una joya como estas tenía el valor de más de un millón de dólares. Se cuenta que cierto día Cleopatra apostó con Marco Antonio a que era capaz de preparar la cena más lujosa del mundo, más incluso que las que se organizaban en Roma. Marco Antonio incrédulo, aceptó la apuesta y cuando llegó a la cita, en la que no faltaban viandas y sirvientes quedó poco impresionado por el festín y así se lo comunicó a su anfitriona. Cleopatra, entonces, cogió una de las perlas de sus pendientes y la sumergió en vino hasta que se disolvió. Bebió de ese particular vino de perla y Marco Antonio tuvo que admitir que había perdido la apuesta. Este mercader en su búsqueda hallo una perla realmente impresionante, una perla que no se comparaba a ninguna que había visto anteriormente, entonces fue y vendió todo lo que tenía y la compró. ¿Qué quiso enseñarnos Jesús al contarnos estas dos parábolas? ¿a quién representa el tesoro escondido y la perla de gran precio? La palabra de Dios lo dice: ella representa al reino de los cielos, el reino de los cielos abarca muchas cosas, en primer lugar, al Rey, quien es nuestro Señor Jesucristo, también representa la salvación que es la única forma de entrar a ese maravilloso reino. De estas dos historias podemos aprender muchas cosas. En primer lugar, así como estos hombres se apropiaron del tesoro y la perla preciosa, de la misma forma nosotros tenemos que apropiarnos personalmente del reino de los cielos. El hecho de que hayamos nacido en una familia cristiana o el que hayamos sido creados a imagen de Dios no nos hace hijos suyos. Hace poco el papa en una conferencia dijo lo siguiente “muchos piensan distinto, sienten distinto, buscan a Dios o encuentran a Dios de diversa manera, en esta multitud, en este abanico de religiones, hay una sola certeza que tenemos para todos: todos somos hijos de Dios” aunque suene bonito la frase y agrade a todo el mundo esto no es verdad. No todos son hijos suyos, sino Jesús nunca les hubiera dicho a los fariseos “ustedes son de vuestro Padre el diablo”. Tampoco el asistir a una iglesia, disfrutar de la predicación, bautizarnos o hacernos miembros de una congregación nos puede salvar. Es solo a través de Jesús que podemos entrar a ese maravilloso reino, es solo a través de Jesús que podemos obtener la salvación de nuestra alma y el perdón de nuestros pecados. En segundo lugar, así como el tesoro escondido y la joya preciosa tenían un valor incalculable, lo mismo sucede con el reino de los cielos. La gran mayoría de personas en nuestros días piensa que si tienen esto o aquello alcanzaran la felicidad y la satisfacción en su vida. Recuerdo que cuando estaba estudiando medicina, cierto día converse con uno de mis compañeros y le pregunte cual era la razón por la cual él estudiaba medicina y él me expreso lo siguiente. “aparte de ayudar y salvar a las personas, estudio Medicina básicamente para ganar un montón de dinero. me dijo que su padre era Neurólogo y vivía una vida lujosa y él quería seguir sus pasos” Amado amigo no importa cuánta educación tengas, ni cuanta fama, poder, placer o dinero puedas acumular, ninguna de estas cosas puede brindar paz a una mente atribulada, sanar una relación destruida o perdonar a un corazón pecador. Es solo Cristo quien puede dar la satisfacción que tu alma necesita y llenar el vacío que hay en tu corazón. Esta es la razón por la cual el ser hijo de Dios y el pertenecer al reino es más valioso que todo lo que este mundo puede ofrecer, es por eso que no importa cuanto tengas en esta vida, si no tienes a Cristo déjame decirte que no tienes absolutamente nada y por el contrario podrás carecer de todo lo que este mundo puede ofrecer, pero si tienes a Cristo lo tienes todo. Nada en este mundo se compara a la belleza de Cristo y su Reino. él conocerlo y tener una relación personal con él supera en creces a las joyas más preciosas que encontramos en el mundo, es más estas a su lado parecen nada más que excremento. el Apóstol Pablo, en la carta a la iglesia a los Filipenses en el capítulo 3:5-7 expresa lo siguiente “Fui circuncidado cuando tenía ocho días de vida. Soy un ciudadano de Israel de pura cepa y miembro de la tribu de Benjamín, ¡un verdadero hebreo como no ha habido otro! Fui miembro de los fariseos, quienes exigen la obediencia más estricta a la ley judía. Era tan fanático que perseguía con crueldad a la iglesia, y en cuanto a la justicia, obedecía la ley al pie de la letra. Antes creía que esas cosas eran valiosas, pero ahora considero que no tienen ningún valor debido a lo que Cristo ha hecho. Así es, todo lo demás no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él, he desechado todo lo demás y lo considero basura a fin de ganar a Cristo” Waoo que palabras. Pablo decía todos mis títulos y posiciones, todas mis riquezas y honor, toda mi fama y mi justicia personal, todo, absolutamente todo es nada en comparación a Cristo. Que hermosas palabras. En tercer lugar, así como estos hombres se llenaron de gozo al encontrar el tesoro y la perla de gran precio, de la misma forma quien tiene a Cristo y es parte de su reino tiene la fuente de un gozo indescriptible. Podrá enfrentar problemas y falta de empleo, podrá sufrir por la causa de Cristo, podrá experimentar días grises en el mundo, pero en medio de todo esto su corazón está lleno de gozo y esperanza, él sabe que su verdadero hogar no se encuentra en este mundo así que no espera mucho de ella y entiende que en medio de esos días oscuros tiene un amigo que camina a su lado. En cuarto lugar, así como estos hombres vendieron todo lo que tenían con tal de apoderarse de esos preciosos tesoros, de la misma forma el pecador que se acerca a Dios debe tener un corazón dispuesto a renunciar a todas las cosas sin valor que posee mientras recibe gratuitamente todas las cosas de valor incalculable que Dios tiene para ofrecerle en Cristo. Bien dijo el maestro “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.” Ante todo, esto ¿Qué vas a hacer querido amigo? ¿seguirás despreciando a tu creador para disfrutar de los deleites pasajeros que este mundo te ofrece? ¿seguirás buscando en la basura la paz y la satisfacción que tu alma necesita? o ¿vendrás a él con un corazón arrepentido y humillado delante de su presencia.? Tú decides. C. S. Lewis decía “nosotros somos criaturas con corazones divididos, entreteniéndonos con bebidas, sexo, ambición, cuando se nos ofrece un gozo infinito, somos como un niño ignorante que quiere continuar haciendo pasteles de lodo en su barrio, porque él no puede imaginarse siquiera, lo que significa la oferta de un día de fiesta en el mar” Hay una joya preciosa que está al alcance de tus manos, hay un tesoro incomparable que espera por ti. Ven a él querido amigo, ven a él en arrepentimiento y fe, ven a él con las manos vacías y con un corazón dispuesto a renunciar a tu vida vieja. Si lo haces esa venda sucia que ciega tus ojos serán abiertas y veras a Cristo en toda su gloria, en toda su belleza y en todo su esplendor.
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