(Centro De Vida)
Escritura
Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.
Las decisiones que tomamos en nuestra vida espiritual determinan la firmeza con la que podremos enfrentar las tormentas. Jesús concluye el Sermón del Monte con una ilustración clara sobre dos tipos de constructores: uno sabio y otro insensato. La diferencia entre ellos no está en la construcción en sí, sino en el fundamento que han elegido. ¿Qué pasa si decidimos no construir sobre el fundamento correcto? ¿Qué sucede cuando edificamos nuestra vida sobre un cimiento frágil? La respuesta de Jesús es clara: la destrucción es inevitable. Mateo 7:24-27 dice lo siguiente: 24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina. Jesús usa una parábola para contrastar dos maneras de vivir: Primero; El hombre prudente: Edifica su casa sobre la roca. Cuando vienen lluvias, ríos y vientos, la casa permanece firme. Segundo; El hombre insensato: Edifica su casa sobre la arena. Cuando vienen lluvias, ríos y vientos, la casa se derrumba y su ruina es grande. Ambos constructores enfrentan las mismas tormentas, pero el resultado es diferente. La clave está en el fundamento sobre el que edificaron. Jesús deja en claro que escuchar Sus palabras no es suficiente; hay que ponerlas en práctica. La roca representa la obediencia a Cristo. Cuando seguimos Su enseñanza, nuestra vida está cimentada en la verdad inmutable de Dios. Las pruebas vendrán, pero permaneceremos firmes. La arena representa una vida sin obediencia a Dios. Construir sin seguir sus principios es un error fatal. Puede parecer estable por un tiempo, pero en el momento de la prueba, la fragilidad de ese cimiento quedará en evidencia. Las tormentas representan los desafíos y crisis de la vida. Todos enfrentamos dificultades, pero nuestra respuesta dependerá en donde hemos puesto nuestra confianza. Este pasaje nos enseña que una vida sin obediencia a Dios es una vida destinada a la ruina. No importa cuán bonito se vea el edificio, si el fundamento es débil, tarde o temprano va a colapsar. Entonces, ¿Qué debemos hacer? Primero; Evalúa tu cimiento. ¿En qué estás edificando tu vida? ¿En la obediencia a Dios o en tus propias ideas? Segundo; Escucha y obedece. No basta con conocer la Palabra; es necesario ponerla en práctica. ¿Qué áreas de tu vida necesitan alinearse con la voluntad de Dios? Tercero; Prepárate para las tormentas. Las pruebas son inevitables. Si edificas sobre Cristo, podrás resistir. Si edificas sobre la arena, el desastre será inevitable. Recuerda esto: El cimiento sobre el que edificamos determina nuestro futuro. Si decidimos no obedecer a Dios, estamos construyendo sobre arena y nuestra vida espiritual colapsará ante la adversidad. Pero si edificamos sobre la roca, que es Cristo, podremos soportar cualquier tormenta. ¿Sobre qué estás edificando tu vida hoy?
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