Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.

Científicamente la mies es la espiga, caña y grano del trigo, cebada, y otras semillas de las cuales se hace pan. Bíblicamente la mies son las personas que están listas para recibir a Jesús o que van a escuchar su llamado.   Como hijos de Dios tenemos una tarea llamada la Gran Comisión, esta tarea de evangelización que nos ha sido encomendada es muy importante, es un trabajo que requiere de muchas personas que desarrollen distintas tareas para poder complementar o llegar al propósito que es llevar el producto final al dueño de la cosecha, Jesús; pero muchos de nosotros cometemos el grave error de hacernos acreedores de los resultados que se obtienen de esta tarea.   1 Corintios 3:6 dice las siguientes palabras acerca de esto: Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. 1 Corintios 3:6 En este texto Pablo hace énfasis a los Corintios de que él y Apolo son simplemente “servidores” de Dios y que no hay nada de especial o diferente, quiere hacerles entender que todos al igual que ellos pueden cumplir esta tarea y quien al final dará los resultados será Dios no ellos.   Es un ejemplo claro para nosotros de que no importa qué trabajo estes desarrollando en la iglesia, ya sea que prediques, que ayudes, que instruyas, cualquiera que sea tu forma de servir. Debes mantener tu corazón centrado en la Palabra de Dios y confiar en su poder transformador, ya que solo de esa manera estaremos en el verdadero camino.   Puede ser que a menudo nos sintamos responsables de la espiritualidad de los demás, o incluso de nosotros mismos, pero el hecho es que sólo Dios puede producir verdadero crecimiento en nuestras vidas. Por eso es muy importante no depender de nuestros propios esfuerzos, sino de aferrarnos a Dios y confiar en su poder transformador. Nuestra parte en esta tarea es sembrar y regar Dios será quien al final va a complementar y producir verdadero crecimiento en nuestras vidas y en la vida de quienes nos rodean.   Debemos ser siempre humildes en nuestro papel como líderes y servidores en la iglesia, debemos siempre estar conscientes de que sólo somos instrumentos en las manos de Dios, y que es su poder el que hace el verdadero cambio.