Escritura
Ardillita: Que lindo que está el día hoy, y que alegría poder llegar a mi clase bíblica, me encanta enseñar de la Palabra de Dios. Javiera: ¿Qué dices Lulu? Ardillita: jajaja hola Javierita, venia pensando en voz alta. Sabes me gusta leer y meditar en la Palabra de Dios, porque así puedo enseñar a otros de ella. ¿Pero te gustaría saber un secreto muy importante? Javiera: ¿Cuál Lulu, dímelo? Ardillita: A Dios le gusta que conozcamos de su Palabra, pero le fascina aún más, cuando la obedecemos, y si hacemos esto, Dios nos bendecirá mucho. Javiera: Ah, ya entiendo. Con razón la otra vez escuche un versículo que el pastor leyó, que decía, que hay ser hacedores de la Palabra y no tan solo oidores. Ardillita: ¡Correcto! Eso significa que tenemos que llevar a la práctica lo que Dios dice o manda. Pues de nada sirve que conozcamos lo que Dios quiere, para después reusar obedecerle. Javiera: Entiendo, por ejemplo, si Dios dice que no debo mentir, entonces, sino llevará la tarea a la escuela, porque se me olvido hacerla, no debo inventar una mentira, como: “es que se me perdió el cuaderno” sino debo decir, no la hice porque se me olvido hacerla. ¡aunque eso, no va ser bueno para mis calificaciones! Ardillita: Si, lo mejor es no olvidar tus responsabilidades. Pero al menos si dices la verdad, estarías evitando otro problema con Dios. Javiera: Por eso Dios está interesado que conozcamos y obedezcamos a su Palabra. Ardillita: Exacto, desde que Dios le dio a conocer a Moisés, el líder del Israel, las primeras reglas o mandamientos, él siempre ha estado pendiente que su pueblo las obedezca.