(Instituto Hispano Med-America - Lifeword)
Escritura
13 Ceñíos de cilicio, y lamentaos, sacerdotes; gemid, ministros del altar. Venid, pasad la noche ceñidos de cilicio, ministros de mi Dios, porque sin ofrenda de cereal y sin libación ha quedado la casa de vuestro Dios. 14 Promulgad ayuno, convocad asamblea; congregad a los ancianos y a todos los habitantes de la tierra en la casa del Señor vuestro Dios, y clamad al Señor. 15 ¡Ay de ese día! Porque está cerca el día del Señor, y vendrá como destrucción del Todopoderoso
JOEL Autor: Joel, el hijo de Petuel. No sabemos mucho acerca del profeta Joel. Fecha: Tres posibilidades: 830 a.C. El séptimo siglo a.C. 500-450 a.C. Recipientes: El reino del sur (Judá) Propósito: Para avisar acerca del juicio y llamar las personas para arrepentirse. Nombres para Joel Joel, “EL SEÑOR es Dios” (Hebreo) Ioel (Griego, Segundo Siglo a.C.) Joel (Latín, 382 d.C.) El Resumen de Joel La Plaga de las Langostas (1:1-20) El Día del Señor (2:1-17) III. La Respuesta del Señor (2:18-3:21) La Plaga de las Langostas (1:1-20) Dios llama a los ancianos de Judá para ser testigos porque Dios mandará una plaga que sus bisnietos van a recordad (1:1-4). Lo que dejó la oruga, lo comió la langosta; lo que dejó la langosta, lo comió el pulgón; y lo que dejó el pulgón, lo comió el saltón (1:4). Dios llama a Judá para despertar de su borrachera porque el ejército de langostas viene pronto, y las personas van a lamentar (1:5-12). 13 Ceñíos de cilicio, y lamentaos, sacerdotes; gemid, ministros del altar. Venid, pasad la noche ceñidos de cilicio, ministros de mi Dios, porque sin ofrenda de cereal y sin libación ha quedado la casa de vuestro Dios. 14 Promulgad ayuno, convocad asamblea; congregad a los ancianos y a todos los habitantes de la tierra en la casa del Señor vuestro Dios, y clamad al Señor. 15 ¡Ay de ese día! Porque está cerca el día del Señor, y vendrá como destrucción del Todopoderoso (1:13-15). El Día del Señor (2:1-17) Una trompeta en Sión anunciará el día del Señor, un día terrible. 10 Ante ellos tiembla la tierra, se estremecen los cielos, el sol y la luna se oscurecen, y las estrellas pierden su resplandor. 11 El Señor da su voz delante de su ejército, porque es inmenso su campamento, porque poderoso es el que ejecuta su palabra. Grande y terrible es en verdad el día del Señor, ¿y quién podrá soportarlo? (2:10-11). Dios llama a Su gente para ayunar, llorar y lamentar porque el arrepentimiento es necesario (2:12-17). III. La Respuesta del Señor (2:18-3:21) Si las personas se arrepienten, Dios va a restaurar Su gente y a bendecir la tierra. Dios dará Su espíritu a toda Su gente, y van a profetizar y tener sueños (2:28-29). Joel 2:28-29 es una profecía del día de Pentecostés: 14 Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les declaró: Varones judíos y todos los que vivís en Jerusalén, sea esto de vuestro conocimiento y prestad atención a mis palabras, 15 porque estos no están borrachos como vosotros suponéis, pues apenas es la hora tercera del día; 16 sino que esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel: 17 Y sucederá en los Últimos días —dice Dios— que derramaré de mi Espíritu sobre toda carne; y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; 18 y aun sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré de mi Espíritu en esos días, y profetizarán. 19 Y mostraré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra: sangre, fuego y columna de humo. 20 El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que venga el día grande y glorioso del Señor. 21 Y sucederá que todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo (Hechos 2:14-21). Joel 2:30-31 habla acerca del juicio del Señor: 30 Y haré prodigios en el cielo y en la tierra: sangre, fuego y columnas de humo. 31 El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y terrible (2:30-31). Los que invoquen el nombre del Señor serán salvos (2:32). En los últimos días, Dios va a restaurar a Judá y Jerusalén. Dios llamará a Su gente al valle de Josafat (“Dios juzga”). Un día, todo el mundo sabrá que el Señor es Dios (3:1-16). Un día, Jerusalén va a ser santo y nunca va a ser vencido otra vez. La tierra de Israel va a ser fértil, y una fuente va a salir del Templo de Dios (3:17-18; Ezequiel 47). Egipto y Edom van a ser desolados porque abusaron el pueblo de Dios. Dios va a perdonar a Judá, y el país tendrá habitantes para siempre. Jerusalén tiene una gran bendición: El Señor habita en Sión (3:21b).