(Instituto Hispano Med-America - Lifeword)
Escritura
4 Y vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo: 5 Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí, y antes que nacieras, te consagré, te puse por profeta a las naciones. 6 Entonces dije: ¡Ah, Señor DIOS! He aquí, no sé hablar, porque soy joven. 7 Pero el SEÑOR me dijo: No digas: "Soy joven", porque adondequiera que te envíe, irás, y todo lo que te mande, dirás. 8 No tengas temor ante ellos, porque contigo estoy para librarte--declara el SEÑOR. 9 Entonces extendió el SEÑOR su mano y tocó mi boca. Y el SEÑOR me dijo: He aquí, he puesto mis palabras en tu boca. 10 Mira, hoy te he dado autoridad sobre las naciones y sobre los reinos, para arrancar y para derribar, para destruir y para derrocar, para edificar y para plantar.
JEREMÍAS Autor: Jeremías, el hijo de Hilcías. Baruc, su asistente, escribió el dictado de Jeremías (36:4). Jeremías fue un profeta durante los reinos de Josías, Joacim, Joaquín y Sedequías. Jeremías vio el Cautivo de Jerusalén en 586 a.C. Fecha: Jeremías ministró por 46 años (626-580 a.C.). Recipiente: Judá, el reino del sur y su capital Jerusalén, porque no estaban obedeciendo la ley de Dios. Propósito: Para avisar las personas que no debían apostatar. Nombres para Jeremías: Jeremías, “El Señor establece” (Hebreo) Jeremías (Griego, Segundo Siclo a.C.) Jeremías (Latín, 382 d.C.) EL RESUMEN DE JEREMÍAS Las Profecías de Jeremías Durante los Reinos de Josías y Joacim (1:1-20:18) Las Profecías de Jeremías Durante los Reinos de Joaquín y Sedequías (21:1-39:18) III. Las Profecías Después de la Destrucción de Jerusalén (40:1-45:5) Las Profecías Contra las Naciones Rebeldes (46:1-51:64) Un Apéndice Histórico (52:1-34) Las Profecías de Jeremías Durante los Reinos de Josías y Joacim (1:1-20:18) El padre de Jeremías fue Hilcías, un sacerdote de Anatot. Anatot fue una ciudad de los levitas en el territorio de Benjamín, 3 millas noreste de Jerusalén. La Palabra de Dios vino a Jeremías en el decimotercero año del reino de Josías (628 a.C.). Los mensajes continuaron hasta el undécimo año del reino de Sedequías (586 a.C.) cuando Jerusalén fue al exilio (1:1-3). El Señor Dios le dijo a Jeremías que antes que fue formado en el seno materno, Dios le conoció. Dios le consagró como un profeta para las naciones. El Señor le animó a Jeremías, diciendo que él no debía temer porque Dios estaba con él, y Él iba a rescatarle. Jeremías fue designado sobre las naciones para arrancar y derribar, para destruir y derrocar, y para edificar y plantar (1:4-10). Dios dio dos visiones a Jeremías: 1) Una vara de almendro; 2) Una olla hirviendo que se volcó desde el norte. El significado fue que Dios iba a usar la nación de Babilonia para atacar a Judá porque la gente estaba adorando los dioses falsos (1:11-16). Dios le dijo a Jeremías que, en vez de temer, él debía proclamar la Palabra de Dios y recordar que Dios estaba con él (1:17-19). La apostasía de Judá (2:1-4:2): Dios trajo acusaciones contra Judá que iban a afectar a ellos y a sus descendientes porque rechazaron a Dios y sirvieron los ídolos. Olvidaron a Dios y cometieron adulterio espiritual con los dioses falsos (2:1-3:5). Aunque Dios ya había destruido a Israel (el reino del norte), Judá no aprendió de este ejemplo (3:6-10). Jeremías declaró que Dios estaba listo para perdonar y bendecir a las diez tribus del norte si se hubieran regresado al Señor. Un día, Dios iba a reunir las naciones de Israel y Judá , e iban a adorar a Dios con todas las naciones del mundo (3:11-4:2). Dios instruyó a Jeremías para buscar a los justos en las calles de Jerusalén. Si Jeremías encontraba un justo Dios perdonaría la ciudad. Lamentablemente, Jeremías no encontró ni un justo en Jerusalén. Cuando la destrucción viniera, Dios protegería un remanente de Su gente (5:1-31). Dios había puesto centinelas para avisar a Su gente, pero no pusieron atención. Por lo tanto, Dios rechazó Su gente (6:1-30). El mensaje en la puerta del Templo (7:1-9:26). Dios dirigió a Jeremías para predicar en la puerta del Templo, diciendo que la gente debía vivir justamente, quitar su opresión de los extranjeros, los huérfanos, y las viudas, no derramar la sangre inocente, y no seguir a los dioses falsos. Antes que Jeremías empezó su predicación, Dios le dijo que la gente no iba a poner atención al mensaje. Jeremías cortó su pelo y lo tiró para designar que Dios había abandonado esa generación (7:1-29). Las personas de Judá pretendieron que había paz, pero no había paz porque habían sacrificado sus hijos a los dioses falsos en el fuego. Dios iba a ruinar Jerusalén porque Su gente era terca y pecaminosa (7:30-9:26). Una sátira contra la idolatría (10:1-25). Dios declaró que es ridículo adorar a los ídolos porque son hechos por las manos de los humanos. En vez de ser creado como los ídolos, Dios es el Creador eterno. El pacto quebrantado (11:1-23). Las personas de Judá rechazaron el pacto del Señor. En vez de escuchar el mensaje de Dios, los hombres de Anatot, el pueblo de Jeremías, trataron de matarle. Dios le protegió y dijo que, como un castigo, Dios iba a destruir a cada persona de Anatot. La oración de Jeremías (12:1-17). Jeremías preguntó “¿Por qué prosperan los malos?” Dios dijo que Él castigará a los malos en el momento adecuado. El cinturón podrido, los cántaros estrellados, y una amenaza (13:1-27). Cuando Dios guió a Jeremías para esconder un cinturón bajo de una piedra, el cinturón estaba podrido. De la misma manera, Dios iba a destruir el orgullo de Judá y Jerusalén. Dios dirigió a Jeremías para llenar algunos cántaros, y dijo que Dios iba a llenar la tierra con embriaguez. Dios le avisó a la gente para escucharle o sería destruida. Una gran sequía y una oración para misericordia (14:1-22). Dios instruyó a Jeremías que no debía orar por los de Judá porque Dios estaba enojado con ellos y sus falsos profetas. Su castigo vendría, y después los de Judá iban a arrepentirse y regresar al Señor. El reino de Dios (15:1-22). Por la maldad del rey, Dios estaba listo para mandar cuatro formas de destrucción: 1) la espada para matar; 2) los perros para despedazar, y las aves del cielo y las bestias de la tierra para devorar y destruir. Dios dijo, “Aunque Moisés y samuel se presentaran ante mí, mi corazón no estaría con este pueblo” (15:1a). En otras palabras, el castigo vendría no importara lo que pasaría. En el futuro, Dios iba a restaurar a Judá. El pueblo de Dios iba a ser capturado como pescados, pero un regreso del exilio pasaría en el futuro (16:14-21). Dios declaró que el problema de cada persona es un corazón engañoso, y por lo tanto no obedecen los mandamientos de Dios (17:1-27). El alfarero y el barro (18:1-23). Como el alfarero, Dios puede hacer cualquier cosa que quiere con Su barro (los de Judá). Dios usa una vasija rota como un ejemplo de la manera que Dios estaba listo para destruir a Judá y Jerusalén (19:1-15). Pasur, el oficial principal en el Templo persiguió a Jeremías. Él le golpeó y le puso en la cárcel. La razón por lo cual que Pasur maltrató a Jeremías fue porque Pasur fue un falso profeta. En el futuro, Dios iba a castigar a Pasur. En el presente Jeremías declaró que, aunque él estaba sufriendo, Dios estaba con él. Por lo tanto, Jeremías quería cantar al Señor porque Dios siempre rescata (20:1-18).
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