(Centro De Vida)
Escritura
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2 Corintios 5:17 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia. 20 Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. 21 ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. 22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. Romanos 6:19-22
La esencia de ser cristiano es ser una nueva criatura en Cristo Jesús, así como lo expresa 2 Corintios 5:17. La esencia de vivir como cristiano es permitir que la vida de Dios se exprese por medio de pensamientos, palabras y hechos. El apóstol Pablo nos habla de este nuevo estilo de vida en Romanos 6:19-22, leamos: “Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia. Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Más ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna”. Nuestro texto es una apelación a nuestra conducta de que se ponga de acuerdo con nuestro carácter, en otras palabras, hemos de ser lo que hemos llegado a ser o comportémonos de acuerdo a nuestra nueva naturaleza, como dijo el poeta: “Con nuestros labios y vida expresamos el santo evangelio que profesamos”. Nuestro texto hoy tiene cuatro fases: en primer lugar, nos amonesta a dedicar nuestros miembros de nuestro cuerpo físico a Dios, dice: que “así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia”; en segundo lugar, nos recuerda de nuestra condición antes de que aceptáramos a Cristo, nos recuerda que “una vez éramos esclavos del pecado”; en tercer lugar nos recuerda del “fin terrible que hubiera sido nuestro al seguir sin Cristo en nuestras vidas, nos habla de aquellas cosas las cuales ahora nos avergonzamos, cosas cuyo fin era la muerte”; en cuarto lugar, el texto nos anima hablando del fruto de nuestra nueva vida en Cristo Jesús: “Mas ahora tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna”. Bendito sea Dios por el cambio que Jesucristo hace en la vida de uno, debemos dedicar nuestras vidas a Dios, el versículo 19 nos presenta el método lógico de nuestra dedicación, nos dice que, así como antes presentábamos nuestros cuerpos para hacer mal ahora debemos presentarlos para hacer bien, antes servíamos al pecado ahora debemos servir a la justicia. Antes de recibir a Jesús como nuestro Salvador nosotros servíamos al pecado incesantemente, podíamos decir que éramos siervos de tiempo completo al pecado, pero ahora que tenemos a Cristo en nuestro corazón nuestras vidas deben estar dedicadas a Dios, tiempo completo, así como servíamos al pecado ahora debemos servir a la justicia con la misma dedicación y con el mismo entusiasmo. Una vez nosotros ofrecíamos los miembros de nuestros cuerpos para hundirnos más y más en la maldad, de la misma manera hoy debemos ofrecer los miembros de nuestros cuerpos para hundirnos más y más en la justicia, la santidad debe ser el deseo de todo nuestro ser. Romanos 12:1 y 2 dice: “Así que, hermanos, os ruego por la misericordia de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Sabiamente alguien ha dicho: “Debemos dar nuestras vidas a Dios porque Él puede hacer más con ellas que nosotros”. Un autor anónimo escribió lo siguiente: “Toma, oh, Señor, mi vida, pues ahora puedo ver que tu voluntad para mí es lo mejor para mi ser, así como soy yo débil e insignificante, me inclino ante ti para mi vida entregarte”. Debemos acordarnos de lo que éramos antes, nuestro estado no era tan bonito que se diga, nuestra situación no era algo que desear. El versículo 20 de nuestro texto nos recuerda que éramos esclavos del pecado, no teníamos libertad para servir a la justicia, éramos esclavos del pecado, pero gracias a Dios, Jesús nos libró. Proverbios 5:22 nos dice: “Prenderán al impío sus propias iniquidades, y retenidos será con las cuerdas de sus pecados”. Jesús dice que el que comete pecado, esclavo es del pecado. Hechos 8:23 nos enseña que todo pecador es esclavo de la iniquidad hasta el momento en que Jesús le da libertad. Si alguno que me escucha cree que uno no es esclavo del pecado, quiero que trates de abandonar algún vicio que tengas sin la ayuda de Dios, pronto te darás cuenta de la realidad de Jeremías 13:23 que nos dice “¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?”. El dejar algún vicio para el hombre sería tan fácil como el cambiar el color de su piel, cada pecador es esclavo del pecado. Es Jesús y solo Jesús el que tiene el poder para librar al pecado de su esclavitud, debemos acordarnos de nuestra esclavitud al pecado y de la forma miserable en que vivíamos y devotarnos al servicio de Dios en santidad. Debemos considerar cuál era nuestro fin anteriormente, nuestro fin había sido uno de muerte, pero nuevamente vino Jesucristo a librarnos, Jesús no solo puede librar a algunos pecadores, no solo libra a los peores pecadores, la muerte es el fin de todo pecador, no importa si has pecado poco o mucho el resultado es igual, la muerte. Romanos 6:23 nos enseña esta realidad, nos dice: “Porque la paga del pecado es muerte”. Debido a esta verdad es que la persona que está en Cristo se avergüenza de su pasado, el pecador se jacta de sus pecados, se ríe de las borracheras, su inmoralidad, la forma en que ha abusado de otros y habla de su autosuficiencia, pero cuando esa misma persona recibe a Jesús en su corazón, su canto cambia, ya no se goza de la maldad de su pasado, esa persona quisiera borrar todo eso y quisiera regresar para hacer correctamente las cosas, se avergüenza de su viejo estilo de vida, él encuentra algo en Jesús que hace que su vida pasada le sea vergonzoso. Yo me he encontrado con muchos creyentes que ya no desean hablar de su vieja manera de vivir, no quieren que uno les recuerde de lo perverso que eran, ellos se gozan no en lo malo que hicieron antes sino en lo que son libres de hacer hoy, gracias a Jesús. Al acordarse de sus pecados pasados el creyente únicamente quiere servir con más entusiasmo a Dios, todo el tiempo que le resta vivir aquí en la tierra, debemos acordarnos de la diferencia que Jesús ha hecho en nosotros, el versículo 22 nos dice: “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna”. Cuatro cosas han acontecido en nuestras vidas como resultado de lo que Jesús hizo cuando le recibimos como nuestro Salvador. En primer lugar recibimos libertad del pecado, el juicio de Dios ya no está sobre nosotros, ya no tenemos que temer al juicio de Dios sobre nuestros pecados, el precio ya fue pagado por Jesucristo en la cruz del calvario, ya no somos siervos del pecado; en segundo lugar, somos libres para servir a Dios, hemos entrado al bendito servicio de Dios en donde cada deber es un deleite y cada responsabilidad es un gozo; en tercer lugar, nos ha sido dada la capacidad de producir fruto de santidad en nuestras vidas, todo pensamiento, palabra y hecho puede ser realizado en santidad para con Dios; en cuarto lugar, recibimos vida eterna, una vida que nunca termina, eso es lo que poseemos cuando tenemos a Jesús en nuestro corazón. Fijémonos bien en lo que éramos antes y lo que ahora somos en Cristo Jesús, Dios viviendo su vida en nosotros y en vista de tal bendición no podemos hacer otra cosa más que servir a Dios en amor con todo nuestro ser. Vamos a orar. Padre, gracias te damos por todo lo que has hecho por nosotros en la persona de Cristo Jesús, no merecemos eso. Ayúdanos a mostrarte nuestro agradecimiento por medio de servirte en santidad, porque esto te lo imploramos en el nombre de Jesús. Amén.
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