Copyright 2016-2019 Lifeword
Una Vida De Santidad - Parte II
Romanos 6: 12-14
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Nov 29, 2021
Nov 28, 2021
Duración:
00:14:33 Minutes
Vistas:
270

Escritura

Romanos 6:12; Romanos 6:1 y 2

No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias. Romanos 6:12 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? Romanos 6:1 y 2

Al llegar al versículo 12 del capítulo 6 de Romanos, llegamos a la cuarta división del capítulo, Romanos 6:1 y 2 nos enseña que la unión con Cristo hace que el pecado sea una imposibilidad moral, siendo muertos al pecado ya no podemos vivir en ello. Romanos 6:3 y 4 nos enseña que esa unión con Cristo es muerte a la práctica del pecado, Romanos 6:4-11 nos enseña que esa unión con Cristo es vida nueva, la vida de Dios viviendo en nuestros cuerpos mortales. Romanos 6:12-14 nos enseña que esa unión que tenemos con Cristo significa que tenemos un cambio de amos, le damos las espaldas a Satanás y nos entregamos a Dios para que Él sea nuestro Señor y nuestro amo. Leamos lo que nos dice Romanos 6:12-14: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. Hay tres elementos en este pasaje que tratan con el cambio de alianza en la vida de aquel que se convierte al cristianismo, hay un mandato, una promesa y finalmente una explicación. Examinemos cada uno de estos puntos uno a la vez mientras que buscamos una enseñanza de Dios para aplicar en nuestro diario vivir. Primero tenemos un mandato, “No reine pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios”. Hay tres elementos a este mandato, dos son negativos: “no reine ni tampoco presentéis”, el otro es positivo: “presentaos a Dios”. No reine pues el pecado en vuestro cuerpo mortal significa: no te sometas al gobierno del pecado sobre tu vida en este presente cuerpo físico, esta declaración reconoce que va a haber un intento de Satanás para hacernos caer en pecado, aunque seamos cristianos, todavía permanece en nosotros un elemento de nuestra naturaleza que puede ser tentado y persuadido a pecar, debemos asegurarnos de no hacer caso a esta persuasión. Esta declaración también indica que el pecado reinará sobre nosotros, gobernándonos y controlándonos a menos de que haya una resistencia positiva de parte nuestra en un acto de voluntad nuestro, nosotros tenemos parte en mantenernos puros, es asunto nuestro, el no dejar que el pecado reine en nuestros cuerpos mortales. Si es que hay pecado en nuestras vidas es porque nosotros lo hemos permitido, nosotros obedeceremos los deseos del pecado únicamente cuando presentamos el uso de nuestros miembros como instrumentos de iniquidad, podemos ser puros, pero cuando tenemos la voluntad de serlo y seremos impuros a menos de que sea nuestra voluntad el no serlo. Hay más aquí que lo que está a simple vista, Jesús nos amonesta en Juan 8:34 “De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado”. Tenemos la libertad de decidir si queremos meternos en pecado o no, pero una vez metidos llegamos a ser esclavos del pecado. Pablo nos dice en Romanos 6:16 “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?”. Por eso es que Dios nos da el mandato: No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad. Dios nos da este mandato para nuestra propia protección, Él nos ama demasiado para permitir que sigamos sin amonestación acerca del pecado, Él demanda pureza de nosotros debido al amor que nos tiene y para nuestro propio bienestar, debemos obedecer con alegría lo que Él pide de nosotros. En segundo lugar, tenemos una promesa: “el pecado no enseñoreará de vosotros”, gloria a Dios, el pecado no tiene autoridad sobre nosotros, no nos puede dominar, podemos ser libres, completamente libres. ¿Cómo puede el cristiano asegurarse del hecho de que el pecado ya no tiene dominio sobre él? Por medio de no presentar los miembros de su cuerpo físico al pecado como instrumentos de iniquidad, su mente no debe pensar lo malo, sus ojos no deben ver con placer al pecado, sus manos no deben acariciar el pecado, sus pies no deben caminar hacia el pecado, su boca no debe hablar pecado, cada miembro de su cuerpo físico debe abstenerse de participar en cualquier cosa fuera contraria a la justicia, de esa manera es que el pecado no tendrá dominio sobre nosotros. Nuestra victoria sobre el pecado no viene debido a nuestros talentos naturales o por nuestra fuerza humana, es dada gratuitamente a nosotros por Jesucristo, por medio de su Espíritu que mora en nosotros. La Biblia nos enseña que todo aquel que es salvo por medio de la fe en Jesús recibe también el Espíritu Santo en el momento de la conversión y 2 Corintios 3:17 nos dice: “Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”. Podemos decir con el Apóstol Pablo en 1 Corintios 15:57 “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Personalmente nosotros no podemos vencer al pecado, la victoria sobre el pecado nos es dada en la persona de Cristo Jesús, el Apóstol Juan nos escribe en 1 Juan 5:1 y 4 “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios. Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. El pecado no se enseñoreará de vosotros, esa es una promesa de Dios a nosotros los que estamos en Cristo Jesús. En tercer lugar, tenemos una explicación, “pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia”, esa es la explicación del por qué nosotros tenemos victoria sobre el pecado por medio de Jesucristo. ¿Qué significa eso de que ya no estamos bajo la ley sino bajo la gracia? Simplemente significa que Dios no nos acepta a base de lo que nosotros hacemos sino a base de su buena voluntad y amor para con nosotros, ninguno de nosotros obedecemos los preceptos de Dios a la perfección, nosotros cometemos errores, si estuviéramos bajo la ley la primera falla que cometiéramos resultaría en nuestro rechazo, habríamos quebrado la ley y estaríamos condenados. Dios trata con nosotros en gracia, Él vino a nosotros en nuestros pecados y pagó el precio por nuestros pecados y Dios continúa tratando con nosotros en gracia una vez que aceptamos a Jesús como nuestro Salvador, sigue limpiándonos de todos nuestros pecados, nos da fuerza para que no sigamos en el pecado, nos ayuda a ser más y más como nuestro Salvador librándonos del pecado, nos provee por medio de su gracia todo lo que necesitamos para vivir vidas limpias que a Él le agradan, Dios nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por lo consiguiente no debemos presentar los miembros de nuestro cuerpo como instrumentos de iniquidad, porque estamos en una guerra espiritual, no debemos dar lugar al pecado en nuestro diario vivir, debemos entregarnos a Dios, debemos presentar nuestros miembros como instrumentos de justicia, porque el pecado no se enseñoreará de vosotros pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia. Vamos a orar. Padre, gracias te damos por la gracia, gracias te damos por la victoria que nos das en Cristo Jesús, nosotros te amamos y necesitamos tu ayuda y pedimos esa ayuda en el nombre del Señor Jesús. Amén

Otros archivos en esta serie