(Centro De Vida)
Escritura
¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? Romanos 6:1-2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? 3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Romanos 6:2-4
El capítulo 6 de Romanos se examina la vida cristiana en relación a la práctica de pecado, la conclusión es que el cristiano es librado del poder y castigo del pecado en el momento de recibir a Jesús en su corazón, por lo consiguiente la vida del cristiano no es una vida de pecado sino de santidad. Romanos 6:1-2 nos enseña que la unión con Cristo en el momento de recibirle hace que el pecado sea una imposibilidad moral. Romanos 6:2-4 nos enseña que nuestro bautismo en Jesús resulta en nuestra muerte al pecado de manera que ya no vivimos en el pecado. Hoy nos acercamos a Romanos 6:4-11, para aprender que nuestro unión con Cristo significa participación en una vida nueva y diferente, leamos lo que nos dice nuestro texto, Romanos 6:4-11: “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñoreará más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; más en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro”. En todo este pasaje encontramos un paralelo entre la muerte y resurrección de Cristo Jesús y la experiencia espiritual de la persona que está en Cristo por medio del arrepentimiento de sus pecados y fe personal en Jesús. Jesús murió por el pecado, nosotros morimos al pecado. Jesús resucitó de la muerte para vivir una vida en la cual la muerte y el pecado ya no tienen dominio, nosotros resucitamos a una nueva vida en Cristo para vivir su vida en nuestros cuerpos mortales, una vida en la cual el pecado y la muerte ya no tienen dominio no es lógico que el cristiano viva en pecado. Jesucristo no vive en pecado, el cristiano no debe vivir en pecado, su vida está en nosotros y su vida es una vida de santidad. Dios nos recuerda que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andamos en vida nueva. Jesucristo resucitó de la muerte, no hay duda de ello, sus discípulos testificaron de ello, sus enemigos testificaron de ello, Él mismo habló de ello en Apocalipsis 1:18 cuando dijo: “Yo soy el primero y el último, y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades”. Nosotros hemos sido resucitados de nuestra muerte espiritual cuando recibimos a Jesús como nuestro Salvador. Efesios 2:1-8 dice “Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muerto en vuestros delitos y pecados, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo, porque por gracia sois salvo y juntamente con Él nos resucitó y así mismo nos hizo sentar en los lugares celestiales en Cristo Jesús, porque por gracia sois salvo por medio de la fe”. La vida que tuvo Jesús después de su resurrección era una vida de diferente calidad que la vida que tuvo antes de su muerte, Jesús entró a una vida sobre la cual la muerte ya no tiene poder, la vida que nosotros vivimos en Cristo Jesús es la vida que Jesús tiene después de su resurrección, ya no vivimos nosotros, Cristo vive en nosotros, vivimos una vida nueva y diferente, vida eterna aquí en el mundo en estos cuerpos humanos, vivimos una vida completamente distinta a la de antes, como consecuencia vivimos de una manera distinta. Esto se hace posible debido al hecho de que es Jesús el que está viviendo y no nosotros, la persona que no tiene a Jesucristo podrá cambiar algunas cosas en su vida pero no podrá vivir libre de pecado, sería imposible, lo que hace que una vida de santidad sea posible para el cristiano es lo que encontramos en Gálatas 2:20 que nos dice “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. En realidad nuestra vida cristiana ni siquiera es nuestra vida, es la vida de Cristo en nosotros, por eso es que podemos vivir en santidad, no es difícil para Jesús vivir una vida de santidad. La consecuencia de la nueva vida de Cristo en nosotros es que ya no servimos al pecado en esa nueva vida, el versículo 6 nos dice en parte “Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado”. Ese viejo hombre que es crucificado con Cristo es la naturaleza del pecado en nosotros, es la parte de nuestra naturaleza humana que estaba sujeta al pecado, el cual es la base de operaciones de Satanás en nuestras vidas, es la parte de nosotros que la Biblia llama “carne” pero ya no somos lo que éramos antes, la vieja naturaleza del pecado fue clavado a la cruz y murió con Cristo, el resultado de esa muerte de la vieja naturaleza es que ese cuerpo de pecado es destruido, ese cuerpo de pecado se refiere al agarre que el pecado tiene en nuestras vidas, cualquier cosa que haya estado en nosotros anteriormente y que nos tenía sujeto al pecado ya murió, ya no tenemos que obedecer al pecado, está muerto. ¿En qué sentido ha sido destruido? Su poder ha sido neutralizado. Imaginémonos un motor que hace girar una correa que hace funcionar una máquina, el motor produce energía que hace girar la correa que a cambio hace funcionar la máquina, sin embargo, si reventamos la correa, el motor sigue produciendo energía, pero la máquina deja de funcionar. Jesucristo destruyó la correa del pecado y ya no tiene función en nuestras vidas, ya no servimos al pecado. Observemos bien el principio espiritual involucrado en todo esto, la naturaleza vieja ha muerto y esa muerte al pecado significa nuestra libertad del pecado, debemos acordarnos de la verdad expresada en el versículo 7 de nuestro texto, “el que ha muerto, ha sido crucificado del pecado”. Pensemos en ello de una manera física, supongamos que tenemos a un hombre que ha cometido un crimen, él está sujeto a los poderes de la ley y se le pronunciará sentencia en una corte de ley pero supongamos ahora que ese hombre se muere antes de ser juzgado por la corte, ahí termina todo, el que está muerto no es llevado a la corte para ser juzgado, está libre de la sentencia de esa corte y de igual manera nosotros hemos muerto al pecado en Cristo Jesús, el pecado ya no se enseñorea de nosotros, hemos resucitado a una vida nueva en Jesucristo, somos sujetos únicamente a Él, con nuestra propia fuerza no podemos vivir de esta manera pero Jesucristo puede vivir su vida de santidad en nosotros, Él puede entrar en tu vida y cambiarla hoy mismo si tan solo le aceptas como tu Salvador personal. ¿Por qué no le aceptas hoy? Vamos a orar. Padre, muchas personas viven derrotados hoy por escuchar las mentiras de Satanás, gracias te damos por la victoria que tenemos en Cristo Jesús, gracias por la vida nueva de santidad que mora en nosotros y que no estamos sujetos ya al pecado, ayúdanos a aceptar esa verdad y así poder caminar diariamente en victoria, porque te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
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