(Centro De Vida)
Escritura
Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. 3 Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. 4 Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. 11 Mientras ellas iban, he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. 12 Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, 13 diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. 14 Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo. 15 Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy. Mateo 28:2-4; 11-15 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Romanos 5:10.
¿Cómo podemos comprobar que Jesús resucitó de la muerte, así como lo dicen los cristianos? ¿Cómo podemos estar seguros de ello? En realidad, no hay prueba científica de que Jesús resucitó; pero eso no significa que no sucedió. Pruebas científicas se obtienen por medio de experimentos; un experimento, de ser repetido una y otra vez, obteniendo los mismos resultados para ser considerado como “prueba científica”. La resurrección de Jesús sólo ocurrió una vez y nadie estaba presente para certificarlo; por lo tanto, no puede ser sustentado por alguna prueba científica. Pero sí tenemos otras evidencias de que Él verdaderamente resucitó de entre los muertos. La tumba vacía es evidencia positiva de que Él resucitó. Encontramos las siguientes palabras en Mateo 28:2-4; 11-15 “Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos (…) he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo. Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy”. Observemos hasta qué punto llegaron los opositores de Nuestro Señor para tapar lo acontecido. El testimonio de los soldados indicó intervención divina; la respuesta de los líderes religiosos incluía decepción y soborno. Supongamos que los discípulos se habían robado el cuerpo de Jesús ¿Acaso no hubieran podido investigar el asunto y encontrarlo? Eso hubieran hecho y, sin embargo, no se hizo esa investigación. ¿Por qué? Porque los principales sacerdotes tenían miedo de que no encontrarían el cuerpo. Los pobres soldados no sabían cómo explicar lo del terremoto y el ángel sentado en la piedra; tuvieron que mentir. La tumba vacía es testimonio elocuente de la resurrección de Jesús. Nosotros, como los ángeles, podemos decir: “Él no está aquí pues ha resucitado”. Las apariciones personales de Jesús son prueba de su resurrección. Tenemos relatos de 13 veces que Jesús apareció después de su resurrección; 5 de esos relatos se llevaron a término en el mismo día en que resucitó. En primer lugar, apareció a María Magdalena en el jardín, cerca del lugar de la tumba. En segundo lugar, apareció a las mujeres que llegaron a la tumba para ungir su cuerpo. En tercer lugar, apareció a dos de sus discípulos que iban en camino a Emaús. En cuarto lugar, apareció a Simón Pedro, no sabemos a qué hora. En quinto lugar, apareció a sus apóstoles con excepción de Tomás, mientras que ellos estaban en un cuarto encerrados. Es importante que notemos el número de personas quienes le vieron. También debemos tomar en cuenta los lugares donde apareció y reconocer el hecho de que cada persona quien le vio finalmente reconoció que era Jesús el que había estado con ellos. Luego encontramos que Jesús aparece a todos los apóstoles, Tomás incluido; a 7 de ellos mientras pescaban en el mar de Galilea, a 11 de ellos sobre un monte en Galilea, a más de 500 personas en una ocasión, a su medio hermano Santiago, a los 11 en el momento en que ascendió y a Esteban, el primer mártir, en el momento de su muerte.; y, por último, a Saulo de Tarso en su conversión. Tantas apariciones a tantas personas responsables, en tantos diferentes lugares y bajo diferentes circunstancias son prueba positiva de que Jesús resucitó. El cambio que hubo en los discípulos es prueba de su resurrección. Después de su crucifixión estaban llenos de temor; temían por sus vidas y también por el futuro que les esperaba. Pero cuando estaban convencidos de que había resucitado, llegaron a ser hombres valientes, convencidos de que Él estaba vivo, proclamando el hecho de que Jesús había resucitado y que vivía. Ellos se consideraban los testigos oculares de su resurrección. Al ser retada la confianza y la fe de ellos, y habiéndoles dicho que no volvieran a hablar de Jesús, su respuesta era: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que, a Dios, porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”. Tal valor sólo podía surgir de una firme convicción de que hablaban la verdad. Aquéllos quienes observaban su valentía realizaban que ellos habían estado con Jesús. Otra prueba de la resurrección de Jesús es la integridad de las Escrituras. Piensa en esto: ¿Es la Biblia verdaderamente la palabra de Dios? ¿Podemos aceptar su veracidad? ¿Podemos aceptar con confianza los eventos que nos relata? Si su respuesta a todas estas preguntas ha sido sí, entonces ahí tienes la prueba de la resurrección de Jesús. La Biblia claramente nos declara en profecía y en historia que Jesús murió por nuestros pecados y que resucitó para nuestra salvación. Él es quien sufriría lo dicho por el Antiguo Testamento en llevar los pecados de muchos en su muerte. Él es el hijo de David en los Salmos, cuya alma no fue dejada en el Seol y cuya carne no conoció corrupción. Él prometió personalmente que moriría y que resucitaría, así como el Padre había mandado. Todo esto nos es declarado en las Sagradas Escrituras. El negar la resurrección corporal de Jesús es negar la veracidad de la Biblia. Pero esta discusión debe ir más allá que el convencer nuestro intelecto. Uno puede creer todas las doctrinas de Cristo sin ser cristiano. Una relación personal es la esencia de nuestra fe. En realidad, no es lo que sabemos acerca de Cristo, sino el hecho de que le conocemos a Él. El conocer personalmente a Jesús es tener la salvación eterna. Romanos 5:10 nos dice: “Si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida”. El Cristo vivo puede vivir en tu corazón si tan solo te arrepientes de tus pecados y le invitas a entrar. Vamos a orar. Padre, en estos momentos quisiera rogar tu misericordia sobre los que me escuchan. Señor, sólo Tú puedes tocar sus corazones de esa manera muy especial. Padre, Tú sabes que ellos por sí solos no van a buscarte; pero te pido que Tú les agarres la atención y les hagas sentir la necesidad de tener una relación personal con mi señor, Jesús. Te lo pido en el nombre de Él. Amén.
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