(Centro De Vida)
Escritura
El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. 40 Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. Mateo 12:39 y 40 Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Mateo 16:21 He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; 19 y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen; mas al tercer día resucitará. Mateo 20:18-19
Las profecías de Jesús en cuanto a su muerte y resurrección no tuvieron impacto en los discípulos. Ellos tenían la esperanza de que el Mesías era un genio militar que exaltaría a la nación para gobernarla, llevándola a la posición de número 1 en el mundo. El pensamiento de alguien humilde, quien moriría y resucitaría, estaba lejos de sus pensamientos y deseos. Por lo tanto, perdieron el significado de las enseñanzas de Jesús concernientes a ese punto. Pero lo que iba a suceder, aconteció, sin tomar en cuenta la incredulidad de ellos. La resurrección de Cristo llegó al preciso momento en que Él la había anunciado; Él dijo que pasarían 3 días entre su muerte y resurrección. Si vamos a Mateo 12:39 y 40, podemos oír sus palabras exactas; Él dijo: “La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. En Mateo 16:21, leemos: “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día”. En otra ocasión, Él les dijo a sus discípulos: “He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen; mas al tercer día resucitará” (Mateo 20:18-19). En otro pasaje, Él dijo: “Destruid este tempo, y en tres días lo levantaré” (Juan 2:19). Tomemos en cuenta el elemento del tiempo en todas estas referencias. Siempre mencionan 3 días, o 3 días y 3 noches. Jesús habló con términos muy específicos en cuanto al tiempo entre su muerte y resurrección. Él era tan específico que aún el tiempo es testimonio de que todo lo acontecido sucedió bajo el propósito y poder de Dios. Al fin llegó el tiempo de ser traicionado, arrestado, juzgado, condenado y crucificado; es aquí cuando nos fijamos intensivamente en el calendario. ¿Sería posible que Jesús pudiera levantarse de la muerte al tercer día, así como dijo? Algunos de sus discípulos, José de Arimatea y Nicodemo, reclamaron su cuerpo y lo sepultaron. El sábado estaba a unas cuantas horas y por eso prepararon su cuerpo con gran rapidez y lo colocaron en la tumba nueva que pertenecía a José. Seguimos fijos la mirada en el calendario. Al fin llega el primer día de la semana. Ciertas mujeres discípulas de Jesús iban a la tumba donde esperaban encontrar su cuerpo al que ellas ungirían con especias aromáticas como de costumbre. Encontraron que la piedra que sellaba la tumba había sido movida. Entraron a la tumba, pero el cuerpo de Jesús no estaba. De repente, dos hombres en vestiduras resplandecientes se les acercaron; las mujeres espantadas inclinaron sus cabezas. Los varones dijeron, “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado; acordaos de lo que os habló”. Las mujeres corrieron donde los otros discípulos para llevarles el mensaje. Pero ¿Qué del horario del tiempo? Ese mismo día, dos de los discípulos caminaban de Jerusalén a Emaús; discutían todo lo que les había acontecido desde el día en que Jesús murió. Jesús se les apareció y comenzó a caminar con ellos; pero ellos no le reconocieron. Les preguntó acerca de lo que discutían y ellos le hablaron de la tumba vacía. Pero yo quiero que se fijen en lo que dijeron al final de su conversación. Lucas 24:21 nos da las palabras exactas de ellos; quiero que nos fijemos en el factor tiempo. Ellos dijeron: “Además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido”. ¿Se fijaron? Sucedió al tercer día, tal y como Jesús lo había profetizado. Su resurrección sucedió en el tiempo exacto, así como Jesús había dicho. Evidentemente, este era plan y obra de Dios. También nos es necesario notar que la resurrección de Jesús de la muerte fue una resurrección corporal. Acordémonos del hecho que las mujeres quienes encontraron a la tumba para ungir el cuerpo de Jesús no pudieron encontrar su cuerpo. Ellas no pensaban que había resucitado. Al encontrarse María con Jesús en el jardín, ella pensó que era el jardinero y le pidió que si sabía dónde estaba el cuerpo, que por favor se lo mostrara. Su cuerpo no estaba allí; Él se había levantado físicamente de la muerte. Su resurrección fue más que una presencia espiritual, fue un avivamiento de su cuerpo físico de carne y hueso. Por eso cuando la Biblia nos habla de su resurrección, nosotros entendemos que literalmente nos está diciendo que el cuerpo físico de Jesús recobró vida. Hay tantas evidencias y testigos en cuanto a la resurrección de Jesús que sería imposible que alguien honesto pudiera dudar de ella. Observemos las pruebas. En primer lugar, ángeles testificaron de su resurrección. Ellos dijeron: “No teman; Jesús el Nazareno, a quien vosotros buscáis no está aquí pues ha resucitado. Acordaos de las palabras que os dijo cuando aún estaba en Galilea con vosotros, diciendo que era necesario al Hijo del Hombre ser entregado en manos de pecadores para ser crucificado y que resucitaría al tercer día. Él no está aquí. Ve, dile a sus discípulos y a Pedro que Él va adelante de vosotros a Galilea. Ahí le veréis, así como Él os dijo”. En segundo lugar, enemigos de Jesús dieron testimonio de que Él resucitó. Soldados habían sido puestos para cuidar la tumba de Jesús en el evento de que si alguno de los discípulos, trataran de llevarse el cuerpo para luego decir que había resucitado. Mientras que ellos vigilaban, de repente hubo un terremoto. El ángel del Señor bajó del cielo y quitó la piedra que sellaba la entrada a la tumba. El escenario fue tan espantoso que los soldados temblaron y se desmayaron. Una vez que habían despertado, corrieron a sus superiores en rango para decirles una mentira, tratando de tapar la verdad. En tercer lugar, los discípulos dieron testimonio de que Jesús había resucitado. Jesús se les apareció una y otra vez para consolarles y animarles. Al principio ellos tuvieron reservas y dudas, pero de repente llegaron a confiar plenamente en el hecho de que realmente era el Señor. El hecho de que Jesús había conquistado la muerte llegó a ser el latido del corazón de su testimonio. Ellos escogieron un sucesor de Judas para ser testigo con ellos de la resurrección de Jesús; ellos predicaron a la misma corte que había sentenciado a muerte a Cristo. Predicaron: “Jesús de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos ha llegado a ser cabeza del ángulo”. Yo te doy testimonio de que Jesús vive. El camina conmigo y habla conmigo todos los días. Desde el día en que le llegué a recibir como mi Salvador, nunca me ha dejado. Si me preguntas, “Ricardo, ¿Cómo sabes tú que Él vive?”, yo te diría, “yo estoy seguro de que Él vive porque está en mi corazón”. Vamos a orar: Padre, gracias te doy por levantar a mi Señor de la muerte. Gracias por el privilegio de ser tuyo por medio de Jesucristo. Señor, tengo amigos escuchando este programa; para muchos de ellos es como si Jesús estuviera muerto, pues no han permitido que Él viva en sus vidas. Padre, toca el corazón de ellos hoy. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.
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