(Centro De Vida)
Escritura
Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. 3 Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos. Malaquías 4:2 y 3 y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, 8 en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; 9 los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, 10 cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros). 2 Tesalonicenses 1:7-10 Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. 41 Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada. 42 Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Mateo 24:40-42
Cuánto me alegro de que hoy estén nuevamente conmigo, para compartir en este repaso del libro de Malaquías. Ha sido muy instructivo el estudio, yo he aprendido mucho y espero que ustedes también. Repasemos ahora todo el libro rápidamente, capítulo por capítulo. Acordémonos que Malaquías significa, “Mi mensajero”. Dios tenía un mensaje que entregar al pueblo de Israel, y su mensajero sería el profeta Malaquías. En el primer capítulo, observamos que el mensaje que Malaquías tenía que entregar, era una carga para él, era una carga debido a que era un mensaje de gran importancia. Aunque Malaquías fuera aun mero humano, el mensaje que debía entregar era de Dios; era un mensaje pesado para Malaquías, debido al hecho de que él no debía fracasar en entregarlo. Al fracasar en dar el mensaje que Dios le había dado, él mismo tendría que sufrir las consecuencias de desobedecer a Dios. Otra razón por la cual era una carga era la forma en que los que debían recibir el mensaje, correspondieran. A la mayoría de las personas hoy, no les gusta recibir el mensaje de Dios, se burlan del mensaje tanto como del mensajero. Sin embargo, el mensaje será entregado, sin tomar en cuenta de que es una carga pesada para el que lo entrega. Antes de amonestar al pueblo de Israel, Dios en suavizó el golpe de la reprensión, por medio de decirles cuanto les amaba. Les acordó que Él les había escogido entre todas las naciones; les acordó de cómo los había sacado de la esclavitud de Egipto, para llevarles a la tierra prometida y como ellos habían vivido en paz, hasta rebelar en contra de Él. Después de hablarles de cuanto les amaba, comienza a acusarles de ser desleales. Les acusó de traer animales enfermos del rebaño para ser sacrificados, en vez de presentarle lo mejor; ellos daban buenas ofrendas al rey de Persia, quien gobernaba sobre ellos, pero a Dios le estaban ofreciendo las sobras que tenían; Dios les amonesta y les dice que no traten de engañarle, por medio de ofrecer en sacrificio, sus animales enfermos. No os engañéis, Dios no puede ser burlado. En el capítulo 2, aprendimos que Dios desea que seamos una gente decidida. Los sacerdotes en los días de Malaquías no habían decidido de corazón servir a Jehová. Tal vez los ritos que hacía diariamente, ya no les llamaban la atención, debido a que se había constituido en hábito. Dios les dice que a menos de que le sirvieran de corazón, Él cambiaría las bendiciones que ellos recibían, en maldiciones. Dios puede quitar las bendiciones de nuestras vidas; Él puede dejar las bendiciones y quitar el gozo que sentimos, cuando somos bendecidos. Debemos reconocer que nosotros mismos, nos privamos de las bendiciones de Dios, por no obedecerle en el diario vivir; sólo Dios tiene el derecho de impartir una maldición; Él es justo, y el único que sabría imponer una maldición de una forma correcta. También en el capítulo 2, pudimos observar el contraste en los sacerdotes en los días de Malaquías y de Jesús, nuestro gran sumo sacerdote. Los sacerdotes en días de Malaquías habían apartado a muchos del camino de la verdad; ellos ya no hablaban lo correcto y habían tomado el oficio que les fue dado por Dios, como una manera de ganarse la vida. Pudimos observar también cómo los hijos de Israel se habían dado en casamiento con mujeres de otras naciones, divorciando a sus esposas, simplemente para poder salir de su situación económica. Al casarse con estas mujeres de otras naciones, ellos violaban lo que Dios les había mandado; junto con la aceptación de estas nuevas esposas, vino la aceptación también de la idolatría y el apartarse del Dios verdadero. Malaquías, en el último versículo del capítulo 2, le dice al pueblo que ellos tienen fastidiado a Dios, acusaron a Dios de ser bondadosos con los que hacían mal y de agradarse con el pecado que ellos cometían. No sabían que el pecador a veces no es castigado, porque ya tendrá su castigo en el fuego del infierno; nosotros, los hijos, somos castigados aquí por desobedecer, pues en el cielo no habrá castigo para nadie. Al llegar al capítulo 3, estudiamos acerca de Juan el bautista, aquel mensajero de Dios quien preparó el camino para la venida del mesías. Vimos que Juan había sido enviado por Dios, para dar testimonio de la luz; vimos que su predicación era distinta a la predicación de los sacerdotes en los días de Malaquías. Juan predicaba el arrepentimiento y la venida del reino. En cuanto a la venida de Jesús, pudimos observar que Malaquías profetizó de su segunda venida, Él vendrá a su templo, el mismo lugar en donde la corrupción en días de Malaquías estaba centralizada. Observamos que el vendría para pulir y purificar a los hijos de Leví, para que pudieran ofrecer sacrificios de justicia delante de Dios. La perfección de los creyentes no es ahora; hoy somos perdonados y vamos tras la perfección. Pero cuando Él se manifieste en aquel día, entonces seremos igual a Él, porque le veremos tal y como Él es. Dios exhorta al pueblo de apartarse del error en el capítulo 3, y les dice que deben volver a Él. El pueblo en su arrogancia pregunta, ¿Y en qué hemos de volvernos? Para poder estar en bien con Dios, cada persona tendrá que aceptar sus errores; de nada sirve el intento de tapar nuestros pecados como si fuésemos inocentes. La palabra de Dios dice que todos somos pecadores, y mejor sería ser sinceros con nosotros mismos. En el capítulo 4, Malaquías nos habla del juicio venidero. Es inútil decir que no va a venir juicio sobre el mundo; es inútil pensar que, en el fin, Dios en su misericordia y por ser tan amoroso, va a perdonar hasta al diablo y que todos vamos a ir al cielo para estar con Él. Es cierto que Dios es amor, pero también es justo. Dios, en su amor, hizo todo lo que era necesario para que tú pudieras escapar del castigo eterno. En su amor, Él dio lo más precioso que tenía, para librarte del castigo del pecado. Él dio la vida de su unigénito Hijo, para que tú, si creyeras en Él, puedas tener vida eterna. Eso es lo que hizo el amor que Él tiene por ti. Pero si tú rechazas ese sacrificio que Él hizo en amor, entonces te caerá su justicia. Cristo no murió en vano; si Dios perdonará a todos en el día de juicio, la muerte de Cristo no valdría nada; te aseguro que eso no acontecerá. Arrepiéntete de tus pecados, pide a Cristo que te perdone y recíbele como tu Salvador; entonces tendrás vida eterna, y tendrás la dicha de ser un hijo de Dios. Hazlo ahorita mismo, escríbeme y cuéntame de tu decisión de haber aceptado a Jesús, como tu Señor y Salvador. Vamos a orar. Padre, gracias te damos por esta serie de estudios que hemos tenido en el libro de Malaquías. Señor, ayúdanos a comprender y a aplicar las enseñanzas de tu palabra a nuestras vidas. Te pido en estos momentos, que ayudes a mis amigos a reconocer que tienen pecado, para que ellos puedan arrepentirse y para que lleguen a conocer tu perdón en la persona de Cristo Jesús. Ayúdales Padre, en el nombre de Jesús te lo pido, Amén.
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