Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

Como todo gran avivamiento, este tuvo grandes obstáculos, y un hermoso epílogo nos cuenta un poco de la vida de un gran joven al cual no le importaron las contrariedades o la constante dificultad en el ministerio. Si Dios llamó, Él le sostendría. Este es el fin de nuestra historia, y te hace un hermoso llamado, el cual consiste en hacerte parte de algo más grande, en salir de la comodidad e iniciar un avivamiento, primero en tu corazón y luego en tu comunidad. ¿Despertarás?