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Escritura
1 Jehová es mi pastor; nada me faltará. 2 En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. 3 Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. 4 Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. 5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. 6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días.
Al describir a Dios como pastor, David escribía acerca de su propia experiencia, ya que pasó sus primeros años cuidando ovejas. Las ovejas dependen completamente de su pastor en cuanto a alimentación, guía y protección. El Nuevo Testamento llama a Jesús el buen pastor, el gran pastor y el Príncipe de los pastores. De la misma manera que el Señor es el buen pastor, nosotros somos sus ovejas. No somos animales atemorizados y pasivos, sino seguidores obedientes y sabios que siguen al único que puede guiarnos a los mejores lugares y por caminos seguros. Este salmo no pone énfasis en las cualidades de las ovejas como animales, sino en las cualidades como discípulos de los que siguen a un líder.
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