Blog

Antes de casarnos, Brian y yo ya sabíamos que compartíamos un sueño: comprar un terreno y construir nuestro hogar. Cuando éramos novios y estábamos comprometidos, solíamos manejar por diferentes caminos, soñando juntos con nuestro futuro. Buscábamos terrenos, recorriendo de un extremo al otro del condado. Queríamos encontrar el lugar perfecto para construir nuestra casa para siempre. Había cosas en las que no íbamos a ceder: queríamos estar en el campo, rodeados de árboles, con un patio bonito y mucho espacio para caminar y disfrutar. Vimos varias propiedades, pero ninguna cumplía con todo lo que deseábamos.
Finalmente, un terreno captó nuestra atención. ¡Era exactamente lo que habíamos estado buscando! Supimos de inmediato que no podíamos dejarlo escapar. Nos reunimos con el agente de bienes raíces y ese mismo día le dimos un adelanto y presentamos una oferta. Sabíamos que ese adelanto no era obligatorio, pero no queríamos arriesgarnos a que alguien más llegara primero. Ese pago fue una señal de nuestro compromiso: una garantía de que hablábamos en serio y que completaríamos la compra. Era como un anticipo hasta que pudiéramos pagar el precio completo y convertir ese terreno en nuestra posesión.
¿Sabías que si has sido salvo, Dios también hizo un «pago de garantía» por ti?
En el momento mismo en que creíste y confiaste en Jesús para tu salvación, Dios puso en ti al Espíritu Santo. Ese fue su «pago de garantía» para ti. ¡Una muestra preciosa de que Él va en serio cuando promete redimirte para sí mismo!
La Biblia dice en Efesios 1:13-14:
«En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.»
El Espíritu Santo es la promesa y la garantía de todo lo que Dios nos tiene reservado en el cielo; es como un depósito adelantado.
Él mismo es el sello: una garantía segura, una promesa firme.
¡La vida eterna es una promesa —es nuestra herencia como hijos de Dios!
El Dios Todopoderoso hizo un pago de garantía por ti. Ese pago culminará en la redención final, cuando estés con Él en el cielo, donde te espera una herencia maravillosa, más grande de lo que podemos imaginar.
Como dice 1 Pedro 1:4:
«para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros.»
Si alguna vez has hecho un pago adelantado por algo, sabes que lo hiciste porque deseabas profundamente asegurar eso para ti, hacerlo tuyo, redimirlo.
Amigo, Dios desea profundamente hacerte suyo, llamarte su hijo, redimirte para Él. No pierdas la oportunidad de recibir esa redención. No dejes pasar la oportunidad de recibir esa herencia gloriosa. Déjalo hacer ese pago de garantía por ti. ¡Clama a Él hoy mismo!
Y si ya has sido salvo y has recibido ese pago de garantía, ¡nos veremos pronto! ¡Qué promesa tan maravillosa tenemos por delante! ¡Qué día glorioso será!
«¡Qué día será aquel
cuando a mi Jesús veré,
y al mirar su rostro al fin,
el que por mí sufrió en la cruz!
Tomará mi mano Él
y me llevará a la tierra de paz;
¡qué día glorioso será!»
Copyright © 2025 Lifeword.org. All rights reserved. No part of this article may be reproduced or reprinted without permission in writing from Lifeword.org