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La Visitación
Grupos de personas se reunieron alrededor de la espaciosa sala entre filas de sillas en los pasillos , sonriendo, charlando, abrazándose, recordando. Algunos, con la barbilla temblando, se secaban los bordes de los ojos con pañuelos para disimular las lágrimas que se desbordaban de sus riberas. Un amarillo ataúd de madera presidía la sala, pero la mayoría de la gente ignoraba su presencia. Sabían que la quebrantada forma octogenaria que descansaba dentro era solo una cáscara vacía. y que su espíritu se regocijaba en la presencia del Padre Celestial. Jim vivió una vida plena, siempre rodeado de familiares y amigos, tal como lo estaba en esa habitación el día de su muerte.
El Funeral
Cuando llegó el momento de comenzar el servicio, el hijo de Jim se puso de pie para dirigir. Con cariño, contaba cálidas historias de días pasados, de manías y hábitos que hacían que su padre fuera querido por todos. Los oyentes asintieron con la cabeza y se rieron de sus historias.
Jim había sido maestro de escuela durante más de tres décadas y maestro de escuela dominical por más tiempo. Años de compartir su vida con hijos, nietos, estudiantes y amigos, invirtiendo su vida en la vida de los demás, hablando del Señor: este fue el fruto, ser honrado por los que quedaron atrás. Aquellos que, como señaló su hijo, “tienen que aprender a vivir la vida sin él.”
“Pero sé que lo volveré a ver algún día”, continuó, con ojos llenos de nostálgia. “Esa esperanza me permite estar ante ustedes con el corazón roto y, sin embargo, con una sonrisa.» Compartió el amor de su padre por el Salvador. Tanto en la muerte como en la vida, Jim, dirigió a la gente a Jesús.
La Esperanza
El funeral de un cristiano es un tiempo de regocijo y esperanza. Aunque lloramos, somos consolados. El Apóstol Pablo dice, «Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.» (1 Tesalonicenses 4:13-14).
Él también dice, «Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?» (1 corintios 15:54-55).
La Verdad
Fuera de Jesucristo no hay esperanza después de la muerte. Pero debido a que Jesús murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó, proporciona la manera para que los humanos se reconcilien con Dios el Padre, para ser perdonados de los pecados y así tener una relación con él. Jesús dijo de sí mismo, «Yo soy el camino, y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre, sino por mí.» (Juan 14:6).
Él es nuestra esperanza, la razón por la que podemos regocijarnos incluso ante la muerte, si hemos confiado en él como nuestro Salvador.
Copyright © 2021 por Vicki Lowery @ https://writerlythoughts.com/2021/12/06/hope-in-death/ Ninguna parte de este artículo puede ser reproducida o reimpresa sin el permiso por escrito de lifeword.org/.
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