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Una vez escuché a una joven decir: “Y así es Dios para mí.”
Pero la verdad es que Dios no es quien creemos que es, quien sentimos que es, ni lo que imaginamos que es. Nuestra mente, nuestro corazón, y hasta nuestros sueños más grandes no alcanzan ni a rozar la grandeza de quién es Dios en realidad.
Yo también cometí el mismo error que esa chica. Creía en la existencia de Dios, pero lo moldeé según las opiniones de los demás. Tomé un poco de aquí, otro poco de allá, “esto suena bonito”, y terminé formando una imagen que decía: “Este es mi Dios.” Pero en el fondo, lo que había creado era un ídolo sin valor.
Eso no era Dios.
¿Cómo lo sé? Porque cuando conocí la verdad de quién es Dios, cuando Su Palabra fue abierta a mis ojos, me sentí completamente quebrantada. Nada en ella justificaba un “así soy yo”. Ya no podía mantener la cabeza en alto. Caí de rodillas.
Porque cuando entendemos quién es verdaderamente Dios, también vemos con claridad quiénes somos nosotros:
Rotos.
Indignos.
Egoístas.
Orgullosos.
Dominados por deseos pecaminosos.
Arrogantes.
Engañosos.
Dios nos creó hermosos, únicos y con un propósito. Pero el pecado nos ha corrompido y nos destruye día tras día. Y si no escuchamos la verdad, si no vamos a Su PALABRA, seguiremos creyendo que nosotros decidimos nuestro destino. Necesitamos conocer al verdadero Dios.
El Dios que habló, y se formó la tierra.
El Dios que existía antes de todo y que siempre ha existido.
El Dios que declara que Él es el único Dios y digno de alabanza.
El Dios que es el Juez Justo, el Todopoderoso, el Rey de Reyes.
El Dios que es amor.
El Dios que todo lo sabe, todo lo ve, y que está siempre presente.
El Dios que planeó redimirnos desde la eternidad.
El Dios que estuvo dispuesto a dar a Su único Hijo para salvarnos del infierno eterno que merecíamos por nuestro pecado.
El Dios de las segundas oportunidades.
El Dios que nos llama a Él.
El Dios que venció la muerte y al infierno.
El Dios que vive.
El Dios que conoce nuestro ayer, hoy y mañana.
¿Conoces a ESE Dios?
Él es el Alfa y la Omega, el Admirable Consejero, el Príncipe de Paz, el Padre Eterno, el Redentor, el Santificador, el Autor y Consumador de la fe, el Señor de todo.
¿Sabías que Él te ama? ¿Y que su deseo es rescatarte de una vida dominada por el pecado y la separación? Él quiere que tengas una relación con Él, que hables con Él, que pongas tus cargas sobre Él, que sea tu fortaleza, tu roca, tu refugio seguro.
¿Lo sabías?
Porque conocer a Dios es conocer Su Palabra.
Y conocer Su Palabra es conocer a Jesús.
Y conocer a Jesús es conocer la verdad.
Y conocer la verdad es reconocer que somos pecadores destinados al infierno sin la salvación que Cristo ofrece.
Nuestra única respuesta posible es rendirse: nuestros planes, deseos, pensamientos, acciones… todo a los pies del Señor.
Nuestro propósito es darle gloria a Dios.
Conocer a Dios es postrarse ante Él y permitir que Su Espíritu Santo trabaje en nuestro interior para hacernos una nueva creación.
Eso es conocer a Dios. No porque yo lo diga, sino porque lo dice la Biblia.
Isaías 40:28–31 (RVR1960)
¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra?
No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.
Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.
Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen;
pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Si quieres aprender más sobre quién es Dios, cuál es Su propósito para tu vida, y cómo se ve una vida completamente comprometida con Él, visita:
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