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Mientras miro mi bolsa de donas de chocolate doble, me pregunto, ¿de dónde proviene la felicidad? Me meto una en la boca. Son donas mini, así que solo unas pocas no harán daño. El chocolate es necesario para el proceso de pensamiento, ¿verdad?
Hay muchas cosas en este mundo que me traen felicidad:
Mis sobrinos y sobrinas llamándome «Cookie» y queriendo pasar tiempo conmigo.
El olor de las flores de madreselva en una tarde de verano junto al arroyo.
El café con sabor a arándano.
Una caminata por el bosque en un día de otoño.
Los pajaritos revoloteando y comiendo semillas en el comedero.
Una dulce historia de amor donde la chica y el chico se enamoran perdidamente y viven felices para siempre.
Los cachorros.
La música de Luis Miguel.
Planear un viaje.
La calidez de la mano de mi esposo mientras compartimos la vida juntos.
Podría mencionar muchísimas más. Solo pensar en estas cosas me dibuja una sonrisa en el rostro.
Pero todas estas cosas son temporales.
¿Qué pasa con mi felicidad cuando…
…mis sobrinos crecen y ya no me ven como alguien cool?
…el verano termina y la madreselva se marchita?
…mi reflujo ácido se descontrola y el doctor me dice que ya no puedo tomar café, y mi café de arándano se queda en la despensa?
…el cambio de horario acaba con la luz del día y cuando llego a casa ya son las seis de la tarde, todo está oscuro y no hay tiempo para caminar por el bosque?
…una noche aparece un mapache y destruye mi comedero de pájaros, comiéndose todas las semillas?
¿Debo seguir?
La felicidad fluctúa como el clima de algunas regiones. Un minuto te sientes genial y al siguiente, está nevando y la helada mató todas mis flores.
La gente mira a los cristianos y piensa que debemos ser las personas más felices del mundo. Ven nuestras vidas, nuestras acciones y palabras para determinar cómo pueden ser felices también. Pero déjame decirte un pequeño secreto… no somos las personas más felices del mundo. De hecho, algunos días somos completamente miserables.
¡Sí, es cierto! ¡Los cristianos también somos infelices a veces! PERO… ¿Quieres que te cuente lo que en realidad estás buscando? ¿Quieres que te explique por qué ves a un cristiano que hace todo bien para el Señor, atraviesa terribles circunstancias, y aun así alaba a Dios?
Eso se llama Gozo.
«Cuando te das cuenta de que Jesús es suficiente, nada más lo será.» – BJ Thompson
El Sr. Thompson tiene toda la razón. Nuestra vida está llena de búsquedas. La felicidad es la meta. Si sentimos que no alcanzamos el nivel de felicidad que deseamos, llamamos al mesero y devolvemos el plato. Egoístamente descartamos a personas valiosas y momentos únicos por lo que imaginamos que podría ser mejor. Pero hasta que lleguemos verdaderamente al corazón del problema, siempre terminaremos con las manos vacías al final de cada camino.
Jesús es el camino, la verdad y la vida. Estas palabras en Juan 14:6 resumen nuestra búsqueda. Jesús siempre es la respuesta. Pero la gente asume erróneamente que al venir a Jesús, todas sus preocupaciones, miedos y problemas desaparecerán. Jesús nunca nos prometió eso.
De hecho, dijo lo contrario:
Les dijo a sus discípulos que si decidían seguirlo, tendrían que renunciar a todo y que la gente los despreciaría, tal como lo hicieron con Jesús, su Maestro.
Tengo dos amigas que están luchando contra el cáncer en este momento. Ambas son jóvenes, hermosas, están casadas y tienen hijos adorables. Ambas han vivido buenas vidas. Sin embargo, una de ellas tiene algo que la otra no… Jesús. Debido a su fe, incluso en medio de sus pruebas y desesperación, tiene una esperanza que mi otra amiga no puede entender. Escribe sobre sus luchas con el dolor y el sufrimiento, pero el gozo se refleja en sus palabras. Sabe, sin duda alguna, que nunca está sola. Ya sea que enfrente la mayor tormenta que el mar haya presenciado o el fuego más ardiente a su alrededor, ella sabe que Jesús camina a su lado.
Desearía desesperadamente que mi otra amiga con cáncer conociera el mismo gozo y esperanza que tiene ella.
Esa es la diferencia, amigos míos. No me juzguen por mi felicidad. En su lugar, miren algo que nunca cambia, que nunca se puede quitar. El gozo permanece, y viene solo de nuestro Señor Jesucristo.
Si ves una sonrisa en mi rostro o un brillo en mis ojos, pregúntame sobre ello. Me encantaría contarte más sobre el gozo que el Señor me da. Es como recibir una invitación a la cena más grande. El mejor chef de la ciudad está preparando una comida deliciosa. Habrá personas increíbles, y no querrás perdértelo. Jesús está preparando la mesa y ha guardado un lugar para ti. ¡Nunca más tendrás hambre ni sed! ¿Te unirás a Él?
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