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Abr 24, 2024 10:00am
Decepción
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Era el verano antes de mi último año de secundaria y era el momento de las infames fotos de graduación. Con mi rizador, cambios de ropa y bolsa de maquillaje en mano, mi mamá y yo nos nos dirigimos al estudio.

Al fotógrafo, ya lo conocíamos porque el era el que tomaba las fotos escolares cada año. Era un tipo amable. Me mostró varias opciones de poses y escenarios que pensaba que me podrían quedar bien. Elegí un par y comenzamos a trabajar. Cuando estábamos a punto de terminar, él dijo, «Sabes, creo que tienes lo que se necesita para trabajar como modelo para mí».

Quedé boquiabierta. Mis ojos se dirigieron a mi mamá, la cual también estaba sorprendida. Sonreímos y dije, «¿De verdad? ¿Tú crees?»

Él dijo, «¡Por supuesto! Tengo algunos productos para los que necesito una modelo, y van a aparecer en una revista».

¡Una revista! ¿Te imaginas?

Él se fue por un momento y mi mamá y yo nos miramos y empezamos a reír de la emoción. ¡Esto era algo grande! Nada como esto me había pasado antes. Pensar que entre todas las chicas que pasaban por ahí para sus fotos de graduación, el fotógrafo me quería a mí como modelo.

Él regresó con la revista, «¡Aquí está!» Y mientras se acercaba y la abría, mi corazón se hundió.

Las páginas estaban llenas de sillas de baño para ancianos y discapacitados. Era una revista de productos médicos.

La sonrisa del fotógrafo y su risa burlona revelaron que todo había sido una gran broma. Intenté mantener la compostura y reírme también, pero vaya, esa fue una broma de mal gusto para una adolescente.

Mi mamá no estaba nada feliz. Todo fue una gran broma para él.

A Jesús, el Rey de reyes, también le faltaron el respeto.

Lucas 23:7-11

Cuando le dijeron que sí, Pilato lo mandó a Herodes Antipas, porque Galilea estaba bajo la jurisdicción de Herodes, y dio la casualidad de que se encontraba en Jerusalén en ese momento.

8 Herodes se alegró mucho por la oportunidad de ver a Jesús, porque había oído hablar de él y hacía tiempo que quería verlo realizar un milagro. 9 Herodes le hizo una pregunta tras otra, pero Jesús se negó a contestar. 10 Mientras tanto, los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa se quedaron allí gritando sus acusaciones. 11 Entonces Herodes y sus soldados comenzaron a burlarse de Jesús y a ridiculizarlo. Finalmente le pusieron un manto real y lo enviaron de regreso a Pilato.

Herodes.

El mismo que había mandado decapitar a Juan el Bautista. Se llenó de emoción porque Jesús estaba frente a él. Había oído hablar de los milagros que hacía Jesús.

Cuando leíste esto por primera vez, ¿sentiste un poco de esperanza por Herodes? ¿Pensaste que tal vez realmente quería conocer a Jesús?

Pero luego al seguir leyendo, te diste cuenta de que todo era una gran burla para Herodes.

Se burló de Jesús y se rió de él. Incluso le puso un manto real porque estaba siendo acusado de ser el Rey de los Judíos.

Qué decepción. Si tan solo realmente hubiese querido a Jesús por algo más que un espectáculo.

¿Cómo nos acercamos a Jesús? ¿Somos como Herodes y solo queremos verlo hacer milagros? Si somos honestos, muchos de nosotros nos preguntamos «¿Qué puede hacer Jesús por mí?».

Qué decepción debe ser eso para el Padre.

Señor, perdónanos. Tu gracia es suficiente. Incluso si no haces nada más por nosotros, tú eres suficiente.

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