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He dado mi opinión demasiadas veces cuando realmente no entiendo la situación. ¿Le ha pasado lo mismo?
Dice algo, sintiendo que está justificado y lleno de sabiduría y finalmente se entera de todo. Y luego, se queda ahí, en estado de shock, tragándose sus palabras, deseando poder retractarse.
No sabías sobre el abuso que estaba ocurriendo en casa. No se daba cuenta del trauma por el que habían pasado a una edad temprana. No sabía que su esposo la dejó con 4 niños pequeños en casa para alimentar y ella apenas sobrevive. No sabía que han estado tratando de tener hijos durante años, pero no pueden concebir. No sabía que le habían diagnosticado cáncer y acaba de recibir la noticia de que los médicos no pueden hacer nada más.
¿Y por qué? Porque la mayor parte del tiempo estamos demasiado centrados en nosotros mismos como para darnos cuenta o involucrarnos. ¿Qué pasaría si nos hubiéramos tomado el tiempo de preguntar o conocerlos un poco? Tal vez hubiéramos tenido una perspectiva diferente.
«Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. Y sentados le guardaban allí. 37 Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS. Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda. Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo. Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar. Si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él.» (Mateo 27:35-44)
Lea eso de nuevo.
Ellos no sabían lo que estaban diciendo. Burlonamente pusieron un cartel que decía Jesús Rey de los Judíos. Un rey de un pueblo que lo despreció y rechazó, decidiendo crucificarlo aun en su inocencia. ¡Pero Él realmente era el Rey!
Ellos no sabían lo que estaban diciendo. El templo del que Jesús había hablado que sería destruido y construido de nuevo en 3 días no era el edificio, era Él. Él era el que moriría. ¡Él era el que sería sepultado durante 3 días y luego resucitaría victorioso!
Ni siquiera sabían lo que estaban diciendo. Si Jesús hubiera bajado de la cruz, no habría posibilidad de salvación para el hombre. Tan doloroso y horrendo como fue, Jesús sabía que su muerte tenía que suceder.
¿Por qué?
Por el pecado.
El pecado es un acto ilícito contra un Dios santo. Nos separa de Dios y hay un precio que pagar por ello: la muerte. Separación eterna de Dios. No solo en la tierra. No hay un «descanse en paz» para aquellos separados de Dios. La eternidad se pasa en un lugar llamado Infierno donde el tormento y el dolor nunca terminan.
El hombre no puede hacer nada para salvarse de este destino eterno. No importa qué historias ficticias se nos ocurran, la verdad es clara. El infierno es real. Y cualquiera que muera separado de Dios estará allí.
¿Así que, qué hacemos?
Jesús lo hizo por usted.
Vino a este mundo y vivió una vida sin pecado, enseñándonos cómo amar y servir. Fue crucificado y derramó Su sangre como un cordero inocente tomado para ser el sacrificio por los pecados de muchos. Murió en esa cruz. ¡Por ti! Él murió para que tú pudieras vivir.
¿Entonces que podemos hacer? Aceptar su regalo Él le ofrece la libertad de la pena de sus pecados. No tiene que quedarse eternamente separado de Dios. ¡Usted puede ser redimido!
¿Cómo?
Confiese sus pecados al Señor, arrepiéntase de ellos y ponga su fe y confianza en Jesús para salvarle. Entregue su vida a Él. ¡Todo se lo debemos a Jesús!
Así es como somos salvos.
Es posible que haya ridiculizado a los cristianos en el pasado. Puede que se haya burlado de Dios. Puede que haya estado completamente en contra de Jesús. Pero Él todavía le ofrece esto.
Él dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.”
Pero ahora, ya sabe. Ahora, sabe exactamente lo que Jesús hizo por su rescate. Es hora de decidir.
¿Confiará en Jesús como su Salvador? ¡Ore a Él hoy!
¿Compartirá el mensaje de salvación con alguien hoy? ¡Llévelos a Jesús!
¿Discipulará a alguien como Jesús nos ha instruido? ¡Comience hoy!
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