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“¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” Hebreos 9:14 RVR1960
Si pudiéramos comparar los sacrificios de animales en el Antiguo Testamento con el sacrificio de Cristo en el Nuevo Testamento encontraríamos una diferencia abismal.
La frase “cuanto más la sangre” significa que si el sacrificio de animales a pesar de su imperfección paso con nota aprobatoria, el sacrificio de Cristo pasó con nota de excelencia.
Los sacrificios de animales eran imperfectos y esto se evidenciaba en que no duraban mucho tiempo, una persona tenía que sacrificar una y otra y otra vez, en contraste el sacrificio de Cristo es perfecto y es hecho una sola vez y para siempre.
La sangre de los animales solo cubría temporalmente el pecado del transgresor, mientras que la sangre de Cristo purifica eternamente a los que por fe se acercan a él.
Las victimas para el sacrificio eran llevadas forzosamente a ser sacrificadas mientras que Cristo fue de manera voluntarias a la cruz del calvario.
Los animales que se escogían para el sacrificio no tenían que tener defecto alguno, Cristo superó esto al ofrecerse a sí mismo sin mancha. El profeta Isaías al referirse a Jesús dijo lo siguiente “nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca “
Y ¿cual fue el propósito del sacrificio de Cristo? Dice el texto “ limpiar vuestras conciencias de obras muertas para servir al Dios vivo”
El propósito del sacrificio de animales era simbolizar externamente la purificación del pecado y cumplió su propósito; sin embargo el propósito del sacrificio de Cristo fue la purificación verdadera, interna, donde realmente mora el pecado. Y logró su propósito de una forma superior y excelente.
Bien dijo Isaac Watts “no podía la sangre de los animales en los altares judios dar paz a la conciencia culpable o borrar la mancha. Cristo el cordero celestial se lleva nuestros pecados, fue un sacrificio de nombre más noble y sangre más rica que la de ellos.”
Cristo nos dio libertad de la culpa y del poder del pecado en nuestras vidas, En Cristo podemos gozar de paz, amor y esperanza. Su sacrificio fue el medio de nuestra reconciliación con Dios, su sacrificio fue el medio por el cual podemos dejar de servir al pecado y ahora servir por amor a nuestro salvador.
Él se sacrificó por nosotros, ahora nosotros tenemos que presentar nuestro cuerpo en sacrificio vivo, santo y agradable a él. Tenemos que rendir nuestra vida y entregarla como una ofrenda delante de nuestro Dios, el altar ahora es nuestra casa y cada día tenemos que morir a nosotros mismos para que sea Cristo quien viva a través de nosotros.
Bien dijo el Apóstol Pablo “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”
–Paul Tinoco Huaraca
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