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“Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;” ‭‭1 Pedro‬ ‭1:15‬ ‭RVR1960‬‬

En el texto anterior el apóstol Pedro exhorta a los creyentes a no conformarse a los deseos que teníamos antes, cuando vivíamos en un estado de ignorancia. Nuestra vida no debe de amoldarse ni rendirse a un estilo de vida pecaminoso, eso hacíamos antes de conocer al Señor, pero ahora que la luz y el conocimiento de Cristo a tocado nuestra vida, todo debiera ser diferente.

Ahora en Cristo no debemos de imitar ni ser guiados a un estilo de vida pecaminoso, sino por el contrario, así como aquel que nos llamo es santo, nosotros también debemos de ser santos en toda nuestra manera de vivir.

Dios nos llamó de las tinieblas a su luz maravillosa, nos llamó cuando estamos muertos en nuestros delitos y pecados, nos llamó cuando la única amiga que teníamos era la celda en la que nos encontrábamos, nos llamó cuando éramos hijos de ira y condenados a la perdición eterna, nos llamó cuando vivíamos sin Dios y sin esperanza en el mundo. De ahí nos sacó Dios y nos sacó con un propósito en mente, el llegar a ser como nuestro padre.

De todos los atributos que caracterizan a Dios, ninguna es más significativa que su santidad. la palabra santo revela la pureza absoluta de Dios. hablar de santidad es hablar de algo limpio, recto, sin mancha de corazón y vida, virtuoso, consagrado, dedicado, apartado del uso común para un uso sagrado. etc

Todo esto caracteriza a Dios, y todo esto también debiera de caracterizar a los creyentes. Dios nunca nos pediría hacer algo, para lo cual el mismo no nos ha capacitado. Dios nos manda a ser santos. Esta no es una opción, este es el único camino que tenemos por delante. Dios en su bondad nos dio una nueva naturaleza, una naturaleza espiritual que busca amar, honrar y glorificar a Dios, una naturaleza en la cual mora Cristo y que es el medio por el cual podemos vivir una vida diferente.

El pecado ya no reina más sobre nosotros, sus cadenas han sido rotas, su látigo a sido colgado, sus celdas han sido abiertas, ahora somos libres en Cristo, libres para vivir una vida diferente, libres para vivir una vida en santidad, libres para vivir una vida agradable a Dios.

Debemos de mostrar santidad en toda nuestra manera de vivir. Todo lo que hagamos, digamos o pensamos debe de ser santo.
Me gustaría decirles que vivir en santidad será una tarea fácil, sin embargo, no lo es. Vivir una vida en constante oposición al pecado no está muy de moda en nuestros días, así que todo a nuestro derredor estará en contra nuestra, por consiguiente, debemos de luchar por vivir en obediencia a nuestro Dios todos los días. Debemos de luchar por vivir en santidad.

El armiño es un animalito que vive en el norte de Europa y Asia. Su piel es muy codiciada. Este animal tiene costumbres higiénicas que han hecho que sea muy fácil de capturar. Cuando sale de su cueva, los cazadores ensucian su escondite y mandan a sus perros a perseguirle. El armiño, al ver su cueva sucia, prefiere pelear y ser capturado, antes que ensuciar su piel. Para este animal: “La pureza vale más que la vida.”

¡Qué hermosa reflexión! ¿así como este animalito, serias capaz de sacrificar tu propia vida por conservar tu pureza? Recuerden que nuestro cuerpo debe ser consagrado al Señor como un sacrificio santo, así que no cedas a la tentación, no te compares con los demás, huye del pecado, consérvate puro y llegarás al final de tu vida con el dulce sabor de la victoria, sabiendo que lo has entregado todo por amor a tu redentor.

–Paul Tinoco Huaraca