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Ene 16, 2019 20:27pm
Principios De Inversión- #3
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Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas. S. Mateo 7:12 RVR1960

Este texto ha sido llamado comúnmente “la regla de oro” En ella encontramos un principio muy importante de inversión, el principio es: trata a los demás como quisieras ser tratado.

Muchos filósofos antes de Cristo y después de él, han formulado principios muy semejantes a las palabras de nuestro maestro, ejemplo de ello tenemos a Confucio quien dijo “lo que no quieres que te hagan, no se lo hagas a los demás”, el rabino Judio Hillel manifestó “lo que te es odioso, no lo hagas a otra persona” y en la religión del Islam hay una frase que dice “no lastimes a nadie, para que nadie te lastime” en todas estas frases el énfasis es negativo y aunque aparenta una preocupación de amor al prójimo, simplemente tiene sus raíces en el egoísmo, ese amor propio que piensa “me abstendré de dañar a los demás a fin de que ellos no me hagan daño” El corazón del hombre es egoísta por naturaleza, estamos totalmente dedicados a nosotros mismos, en vez de estar dedicados a Dios y a las demás personas.

Ahora analicemos las palabras de nuestro Maestro “todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos” en primer lugar notamos que así como Dios fue el que tomó la iniciativa al “buscar y salvar lo que se había perdido”, de la misma forma debe actuar el creyente en su trato y comportamiento hacia los demás. No debemos de esperar a que alguien nos trate bien o sea amable con nosotros para pagarle de la misma forma, el verdadero discípulo siempre toma la iniciativa y trata a los demás como desea que ellos lo hagan.

Para entender mejor el texto, simplemente miremos lo que hizo nuestro maestro, el Apóstol Pablo en la carta a los Romanos expresa lo siguiente: » Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.” Rom. 5:6-10

En este texto notamos que, aun siendo pecadores, débiles, impíos y enemigos de Dios, Cristo fue quien tomo la iniciativa y descendió a este mundo para morir por nuestros pecados, que amor tan maravilloso e increíble. Sin embargo, ahí no queda todo, ahora el exige a todos aquellos que creen en él, a todos aquellos en los cuales el amor de Cristo ha sido derramado en sus corazones a hacer lo mismo con su prójimo.

En resumen, podemos decir que la vida cristiana no consiste en abstenerse de hacer mal a otros, sino en esforzarse por hacer bien a todos. No es una tarea sencilla, cada día tenemos que pelear con nuestro propio ego y hacer morir el viejo hombre que todavía llevamos dentro. Bien dijo Martin Lutero “Pensé que el viejo hombre había muerto en las aguas del bautismo, pero descubrí que la infeliz sabía nadar, ahora tengo que matarlo todos los días”

–Paul Tinoco Huaraca

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