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“Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa” Lucas 12:39 RVR1960
Jesús compara un evento que normalmente pasa todos los días en nuestra sociedad, para enseñarnos una gran verdad espiritual en cuanto a su segunda venida.
Los ladrones normalmente ingresan a las casas por la noche, estos trepan las paredes y si no hay nadie en casa, se llevan todo lo que encuentran. Sin embargo si el dueño de la casa se enterara cuando va a entrar el ladrón, sin duda estaría alerta para impedírselo o frustrarle el intento del robo.
En muchos pasajes de las escrituras se compara la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo con la llegada clandestina de un ladrón, ambos tienen algo en común “pueden venir a cualquier hora y en cualquier momento” en el libro de Apocalipsis Jesús advirtió a la iglesia de Sardis “Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti”.
En consecuencia debemos de estar preparados, por que en el momento en el que menos esperemos nuestro Señor Jesuscristo vendrá. ¿Cómo podemos prepararnos?
Creo que el primer paso es la salvación del hombre, debemos de arrepentirnos de nuestros pecados y colocar toda nuestra confianza en El Salvador, quién como un cordero fue llevado al matadero y entregó su vida por amor a todos nosotros. Comenzar por aquí es comenzar bien.
La segunda forma como podemos estar preparados para su regreso es viviendo una vida piadosa y en santificación cada día, bien lo expreso el apóstol Pedro al decir “procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensible”. Se que todavía hay mucho por cambiar, cada día miremos nuestra vida en el espejo de la palabra de Dios y si Dios nos muestra algo que va en contra de su carácter y santidad, orar a Dios y tomar las medidas necesarias para dejar ese pecado que solo trae dolor a nuestras vidas y deshonra a nuestro creador.
La tercera forma de estar preparados para su regreso inminente es amando su iglesia y cumpliendo el propósito por el cual ella existe. Amar la iglesia no es amar las cuatro paredes, es amar a la familia de Dios, es interesarnos en sus problemas y buscar la forma como podemos ayudarlos, es invertir de nuestro tiempo y recursos en el crecimiento espiritual de nuestro discípulo, es levantar al caído y enseñarle como dejar su pecado, es visitar al enfermo y llevarle un presente, es velar por las necesidades de las demás personas, es congregarse fielmente en la casa de Dios y es servir a los demás sin esperar recibir nada a cambio.
Como iglesia tambien tenemos que cumplir el propósito por el cual existimos y esta es el “hacer discípulos del Señor Jesucristo” ¿Cómo lo vamos a hacer? De tres formas: yendo, bautizando y enseñando. En primer lugar tenemos que ir en busca del perdido, no esperes que los incrédulos lleguen a tu congregación, esto casi nunca pasará, ve en busca de ellos. Ve como un pastor busca a su oveja quien se ha perdido, ve como un padre busca a su hija quien se ha extraviado, ve con amor y compasión. En segundo lugar enseñale que tiene que bautizarse, no como un medio para la salvación, sino en odediencia al mandato que nuestro Señor Jesucristo nos encomendo. Y en tercer lugar dedica tiempo a estudiar a con él o ella los mandatos y enseñanzas que nuestro Señor Jesucristo nos dejó.
Este trabajo no se puede hacer solo, pero si en familia, si cada uno de nosotros trabajamos juntos y en unidad no hay anda imposible que con la ayuda de Dios no podamos lograr.
–Paul Tinoco Huaraca
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