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«Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.» 1 Corintios 15:58 RVR1960
En este texto vemos cosas muy interesantes, en primer lugar, vemos el trato de un pastor a sus hijos en la fe, en segundo lugar, vemos la forma como tenemos que vivir la vida cristiana y en tercer lugar vemos la recompensa de nuestro servicio.
En primer lugar, notamos la relación y el trato que tenía Pablo con la iglesia en Corinto, él los llama “hermanos míos amados” Pablo era su padre en la fe y a pesar de los muchos problemas que tenía la iglesia en Corinto, su trato hacia ellos todavía era con respeto, amor y consideración. A lo largo de la carta él se refería a ellos con palabras como “queridos hermanos” “mis hijos queridos” o “mis amados”. Pablo era su pastor, había invertido mucho tiempo en sus vidas y a pesar de sus fallas los amaba como un Padre ama a sus hijos. ¿Qué de nosotros? ¿Cómo tratamos a nuestros hermanos en la fe? ¿Cómo nos expresamos hacia ellos? ¿es como amor y respeto o es con un tono frío y áspero?
En segundo lugar, vemos la forma como tenemos que vivir la vida cristiana, en el pasaje notamos tres cosas que tenemos que hacer, en primer lugar, debemos de “permanecer firmes”, nuestra vida se asemeja a un barco y el mundo en que vivimos se asemeja a una tempestad, ante las tempestades y tormentos de la vida debemos de permanecer firmes, ante la cultura pagana que quiere contaminarnos debemos de permanecer firmes, ante la tentación del enemigo que quiere vernos destruidos debemos de permanecer firmes. Bien dice el himno “Firmes y adelante, huestes de la fe, sin temor alguno que Jesús nos ve”
En segundo lugar debemos “ser constantes” la constancia habla de una persona con voluntad firme, perseverante y que tiene la determinación de vivir para la gloria de Dios. me gustaría decirles que desde el momento que rendimos nuestra vida al salvador somos completamente perfectos, sin embargo, esto no es verdad, todavía tenemos la naturaleza pecaminosa dentro de nosotros, así que cada día será una batalla que tendremos que enfrentar. Sin embargo, no se preocupen ya que Dios nos dio las armas para hacerle frente al enemigo: estudio bíblico, oración, compañerismo y testimonio, Potentes armas son.
Y en tercer lugar debemos “estar creciendo en la obra del Señor” nuestra vida es como una planta a la cual tenemos que regar, cultivar y abonar cada día para que ella crezca ya que de lo contrario seremos como la planta de bonsái que, aunque pasen los años esta permanece pequeña. ¿Cómo podemos crecer cada día? Creo que el texto es bien claro, el crecimiento se realiza en la obra del Señor, en el campo de batalla y no simplemente detrás de un escritorio. Sirviendo es la mejor forma de aprender como servir a los demás, discipulado es la mejor forma de aprender como discipular y evangelizando es la mejor forma de aprender como evangelizar.
Y si después de haber hecho todo esto no recibimos ni unas gracias de parte de los demás, sino por el contrario cosechamos rechazo e indiferencia, no nos entristezcamos ya que el trabajo en el Señor no es en vano. Nada de lo que hagamos por el Reino de Dios es tiempo perdido, él en su debido momento recompensará a los que son fieles.
Así que manos a la obra queridos hermanos, que hay todavía mucho trabajo por hacer.
–Paul Tinoco Huaraca
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