Escritura
Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros para ser sanados. La oración fervorosa del justo tiene mucho poder.
Es maravilloso ver que Jesucristo ha hecho posible que vayamos directamente a Dios en busca de perdón, pero el confesar nuestros pecados unos a otros todavía tienen un lugar importante en la vida de la iglesia. Si hemos pecado en contra de alguna persona, debemos pedirle que nos perdone. Si nuestro pecado ha afectado a la iglesia, debemos confesarlo públicamente. Si necesitamos apoyo afectivo en nuestra lucha contra el pecado, debemos confesarlo a quienes pueden darnos ese apoyo. Si después de haber confesado un pecado a Dios, todavía no sentimos su perdón, podríamos confesar el pecado a otro creyente y oír de su parte palabras que confirmen que hemos sido perdonados por Dios.
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(ABMA Honduras)