“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;”

Cuando leemos este versículo, recordamos nuevamente la cruz, en la que Jesús sufrió y murió una sola vez por los pecados de toda la humanidad.   Jesucristo es el sacrificio supremo de los pecados de la humanidad. Los sacrificios que se ofrecían antiguamente, no podían salvar al hombre del pecado. Sólo podía aplazar su deuda temporalmente, pero con Jesús, todo queda cancelado para siempre.   Ya no es necesario otro sacrificio, Jesús pago todo en el calvario. Y ahora, aunque quizás no lo merezcamos, podemos recibir la salvación, ya no sufriremos castigo por causa de nuestro pecado.   Estimado oyente, Cristo lo ama, siendo El justo, sufrió hasta la muerte por usted, para librarle de toda condenación, para pagar su rescate, su deuda de pecado, y recibir la vida eterna.   Recuerde, Cristo murió por usted y aunque no somos dignos de la salvación, en El, podemos recibirla, por su gracia.