“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.”

Muchas veces los seres humanos nos aferramos a cosas que son imposibles de contener, hacer o cumplir. Las palabras de Jesús en estos versículos, no son incoherentes, ni fantasiosas, son fieles y verdaderas.   El que ha creído y recibido a Jesús como su salvador, pertenece para siempre a Él. Pertenecer a Jesús tiene sus beneficios, sus bendiciones, y son de carácter eterno. La vida eterna es una de ellas. El único camino por el que el alma es salvada eternamente, es solo, por medio de Cristo Jesús.   Por otro lado, el camino de la incredulidad, es la manifestación clara de no ser un escogido, de no haber sido llamado por Espíritu Santo de Dios, lo cual quiere decir que esa vida permanece en el pecado y sus consecuencias eternas.   En Jesús nuestra vida esta salva y segura, no existe posibilidad alguna de perdida de la vida, que Jesús nos ha concedido, siempre y cuando, nuestra fe El, haya sido genuina y verdadera.