Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

En algunos países se aplica la pena de muerte para algunos delitos, y es el mismo estado, quien se encarga de ejecutar aquella fatídica sentencia.   Pensemos, cuanto alivio podría recibir aquel que se encuentra en la lista de sentenciados a muerte, con la noticia “que es inocente y es libre de castigo”.  Sería como volver a vivir   Espiritualmente, al quebrantar los mandamientos y pecar deliberadamente contra de Dios, la sentencia es la misma, ya que la paga del pecado es muerte y separación eterna de la gloria de Dios.   La buena noticia es que, por medio de Cristo Jesús, el veredicto final para un pecador arrepentido y que ha creído en Jesús cómo su salvador es, que ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús. Es libre por completo.   Pero no sería igual al considerar la otra cara de la moneda, si no está en Cristo Jesús, la sentencia de condenación todavía está firme.