Mat 28:18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Mat 28:19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; Mat 28:20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

Estas son las palabras textuales que Jesús le dio a sus 11 discípulos, poco antes de subir a los cielos. Como era de esperar, estos 11 hombres valientes asumieron la comisión y salieron a predicar el evangelio a donde podían llegar. Luego se les unieron otras personas que dieron continuidad a su misión: Esteban, Pablo, Bernabé, Matías, Silas, Lucas, Felipe, Priscila y Aquila, Timoteo, Tito, Epafrodito, la mujer Samaritana, Juan Marcos…y otros más. Es claro que llevar a cabo la tarea de predicar el evangelio por todo el mundo, sería imposible para aquellas 11 personas, que originalmente anduvieron con Jesús, necesitarían de otros para que continuaran su labor. Hoy en día existe la idea que ser un misionero de Jesús, no es para cualquier cristiano. O que muchas de las tareas que se están realizando en la comunidad o pueblos aledaños no tienen algo que ver con una labor misionera. La idea que muchos tienen acerca de las misiones cristianas, es viajar a tierras muy lejanas, un lugar muy muy remoto, con personas que quizás ni hablen tú mismo idioma, viviendo en las condiciones menos deseables, comiendo comidas extrañas, entre otras cosas. Cuando pensamos en un misionero pensamos en alguien que ha dejado su casa, sus parientes, sus comodidades materiales y se va a vivir a una cultura diferente. Ahora, aunque muchas veces si es verdad que hay situaciones como estas que se dan por causa de las misiones, eso no era lo que Jesús tenía en mente, cuando dio la ordenanza de ID...