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Entre Nosotras
Solo Estad Quieto
Yalanda Merrell/Claudia Jimenezz
(Centro De Vida)
Aired on Mar 17, 2022
Mar 16, 2022
Duración:
00:04:06 Minutes
Vistas:
83

Escritura

Marcos 9:1-10

1 También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder. 2 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos. 3 Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos. 4 Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús. 5 Entonces Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. 6 Porque no sabía lo que hablaba, pues estaban espantados. 7 Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd. 8 Y luego, cuando miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo. 9 Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del Hombre hubiese resucitado de los muertos. 10 Y guardaron la palabra entre sí, discutiendo qué sería aquello de resucitar de los muertos.

Me he sentado en la mesa con personas que eran mucho más distinguidas, impresionantes e inteligentes que yo. Solo su presencia es una lección de humildad. Incluso si hablara, ¿Qué diría yo? ¿Qué podría ofrecer? Podría ofrecer algún pequeño comentario sobre algo que creo que sonaría impresionante, pero, sinceramente, la conversación no necesita mi opinión de ninguna manera. ¿Has estado alguna vez allí? Pedro, Santiago y Juan lo estaban. En Marcos 9:1-10 encontramos lo siguiente: 1 También les dijo:  De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí,  que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder. 2 Seis días después,  Jesús tomó a Pedro,  a Jacobo y a Juan,  y los llevó aparte solos a un monte alto;  y se transfiguró delante de ellos. 3 Y sus vestidos se volvieron resplandecientes,  muy blancos,  como la nieve,  tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos. 4 Y les apareció Elías con Moisés,  que hablaban con Jesús. 5 Entonces Pedro dijo a Jesús:  Maestro,  bueno es para nosotros que estemos aquí;  y hagamos tres enramadas,  una para ti,  otra para Moisés,  y otra para Elías. 6 Porque no sabía lo que hablaba,  pues estaban espantados. 7 Entonces vino una nube que les hizo sombra,  y desde la nube una voz que decía:  Este es mi Hijo amado;  a él oíd. 8 Y luego,  cuando miraron,  no vieron más a nadie consigo,  sino a Jesús solo. 9 Y descendiendo ellos del monte,  les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto,  sino cuando el Hijo del Hombre hubiese resucitado de los muertos. 10 Y guardaron la palabra entre sí,  discutiendo qué sería aquello de resucitar de los muertos.   ¿Te imaginas haber sido invitado a ese momento? ¡¿Que hubieras dicho tu?! ¿Qué podrías haber hecho? ¡Estos hombres vieron a Jesús en toda su gloria y esplendor! ¡Vieron Su santidad y poder que fue dado por Dios mismo! Y pobre Pedro. Cree que debe decir algo. Ofrece lo que cree que será un gesto noble. Pero, sinceramente, no se trata de lo que puede ofrecer; se trata de lo que Jesús explico. La voz de Dios viene de las nubes y dirige toda la atención a Jesús. “Este es mi Hijo amado, escúchenlo”. ¡Con razón los discípulos tenían miedo y no sabían qué hacer o decir! ¡Acababan de ver a dos hombres que habían muerto hacía mucho tiempo y ahora ven a su amigo Jesús transformado en algo tan glorioso y brillante que apenas pueden explicarlo! Incluso hoy, a veces, es mejor observar y escuchar la voz de Dios.   Vienes al Señor en oración y sientes que debes tener las palabras perfectas, tienes que decir cosas que serán significativas y profundas, pero Dios quiere tu corazón. Escucha. Escucha su voz. Que sea el centro de sus oraciones. Deja que la palabra de Dios esté en tu corazón y en tu mente. Estad quietos y sabed que Él es Dios. ¡Él es justo y santo! Él es el creador de todo y nada lo toma por sorpresa. Él tiene mucho que decirnos si solo escuchamos.

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