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El despertador suena a las 5: 00 am cada mañana.
Algunos días es más difícil levantarse que otros. La tentación de presionar el botón para posponer la alarma asoma su fea cabeza y lucho contra ella.
Pienso en los trabajos más difíciles del mundo. ¿Sería el de un cirujano que trabajó hasta altas horas de la noche para terminar una cirugía de 12 horas y regresa al hospital a las cuatro de la madrugada por complicaciones? ¿Podría ser el de un obrero de la construcción, levantando bloques pesados durante varias horas al día bajo el calor del sol? O tal vez es el de un trabajador en una guardería o una madre que se queda en casa educando a sus cuatro hijos.
Sin importar cual sea nuestro trabajo, todos tenemos algo en común: estamos cansados y necesitamos descansar.
«Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.» (Génesis 2:1-3)
Dios, el Creador del universo, se tomó el tiempo para descansar. Incluso dice que un día de descanso debe ser santificado. Esto significa que el «día de descanso» o lo que conocemos como, el sábado, debe ser apartado para la santidad.
Entonces, cuando nos relajamos el día domingo, no solo estamos descansando para nuestro beneficio; estamos descansando para obedecer a Dios.
Así que, aquí hay tres cosas que puede hacer a medida que obtiene ese descanso tan necesario.
Recargar. A veces es bueno estar ocupado y hacer mucho trabajo. Pero nuestras baterías se agotan y al igual que nuestros aparatos electrónicos, tenemos que enchufarlos a un toma corriente.
Sin un impulso, es como comenzar un día sin una taza de café. Puede ser lento, su cerebro podría no pensar tan rápido como debería y es como si el día avanzara en cámara lenta.
El Salmo 73:26 dice: «Mi carne y mi corazón desfallecen; más la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.»
Recuerde esto cuando descanse, porque debemos descansar en Dios. Él es quien tiene el control y nos da vida cuando buscamos la verdad en su palabra.
Examinar. Examine su corazón: ¿se parece al mundo o a Dios? ¿Estamos haciendo lo que queremos hacer o estamos centrados en lo que es el plan de Dios para nosotros?
Recuerde, los propósitos, caminos y planes de Dios son siempre mejores que los que nosotros queremos de esta vida. Descanse en la voluntad de Dios, no en la de usted.
El Salmo 139:1-3 dice: «Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mi pensamiento. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos.»
Rendir. Después de examinar nuestros corazones y darnos cuenta que hemos puesto nuestros planes y deseos ante Dios, debemos rendirnos ante Él.
¿Qué necesita entregarle hoy? ¿Qué le está agobiando?
Él puede darle descanso, si cede el control.
Mateo 11:28 dice: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.»
Cuando descansamos en la presencia de Dios, Él se da a conocer. Estamos inundados de recordatorios de todo lo que Él ha hecho por nosotros en el pasado y de todas las promesas que ha hecho para el futuro.
Él es Dios.
Él reina para siempre.
¡Descanse en Él!
Copyright © 2020 por Yalanda Merrell. Ninguna porción de este artículo puede ser reproducida o reimpresa sin permiso por escrito de Lifeword.org.
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