Blog

Ene 18, 2019 20:31pm
Principios De Inversión- #5
883 Views

Le halló en tierra de desierto, Y en yermo de horrible soledad; Lo trajo alrededor, lo instruyó, Lo guardó como a la niña de su ojo. Deuteronomio 32:10 RVR1960

En este texto, que es un hermoso cántico que entonó Moisés, se representa a Israel (el pueblo escogido por Dios) como un hombre que vaga por el desierto y cuya vida corre peligro de muerte, sin embargo en medio de esta triste desgracia, el Señor viene a su rescate.

El desierto tiene ciertas características: En primer lugar, es una región casi deshabitada, si una persona por cualquier motivo llega a parar allí, se encontrará en medio de una terrible soledad, ya que son pocos los que se aventuran a vivir en ella. En segundo lugar, se encuentra desprovista de agua de lluvia y de ríos, todos sabemos que el agua es vida y sin este químico elemento moriríamos de deshidratación. En tercer lugar, la temperatura es insoportable, durante el día la temperatura suele llegar hasta los 50 grados centígrados y durante la noche suele ser bajo cero. En cuarto lugar, carece de suelos fértiles y vegetación, a esto se le llama yermo: una superficie de terreno que carece de vida y si eso fuera poco también de forma intempestiva aparecen grandes tormentas de arena. Toda persona que por algún motivo se quede varado en un desierto tiene pocas o ninguna posibilidad de vida.

El desierto es una muy buena representación de dónde sacó Dios a su pueblo y de donde nos rescató a nosotros. Vivíamos en medio de la soledad y el vacío. Alguien dijo “dentro del corazón del hombre hay un vacío infinito que solo un ser infinito puede llenar y ese es Dios”, vivíamos en deshidratación espiritual ya que carecíamos del agua de vida que es Cristo. Vivíamos condenados al fuego del infierno ya que carecíamos de vida espiritual y si esto fuera poco las grandes tormentas de la vida solo empeoraban nuestra situación. Así es la condición de un hombre sin Dios.

Sin embargo, un día por pura gracia nos envolvió en sus brazos, nos instruyó y nos guardó como a la niña de sus ojos.

Mi pequeño hijo Josías está aprendiendo a caminar, sin embargo, a veces se tropieza, cae y comienza a llorar, no hay mejor remedio para esto que tomarlo entre mis brazos. Entonces el siente el calor, protección, cuidado y afecto de su padre y deja de llorar. Lo mismo hizo Dios con nosotros, cuando nos encontrábamos en medio de una triste desgracia él vino a nosotros con los brazos de la gracia.

No solo nos protege cada día, sino que también es un fiel maestro. Una de las formas para evitar que mi hijo tropiece y caiga es enseñándole a caminar, mi esposa y yo pasamos varios momentos en el día enseñando a nuestro pequeño como hacerlo. Dios hace lo mismo con nosotros, no solo nos salva sino también nos enseña cómo vivir en este mundo. Él nos dio su bendita palabra y en ella encontramos la respuesta de Dios a los problemas del hombre. ¿quieres ser un buen hijo, un buen padre, un buen ciudadano y un excelente cristiano? Simplemente abre el libro de Dios, ojea sus páginas, medita en ella, guardalos en tu corazón y ponlos por obra y verás que pronto aquello que deseaban se hará realidad.

Y si esto fuera poco también nos cuida como a la niña de sus ojos. La niña de sus ojos era un término que se utilizaba para referirse a la pupila, que en su vocablo latín significa niña o muchacha. En esta pequeña abertura que se encuentra en el centro del iris queda reflejada la silueta de la persona a la que se está mirando, sirve para regular la cantidad de iluminación que le llega a la retina. Debida a su gran importancia en el cuerpo está muy bien protegida. Los parpados, las pestañas y las cejas se encargan de esta función.

Dios hace lo mismo con nosotros, nos guarda de todo mal, nos protege del enemigo, provee todas nuestras necesidades y nada nos puede separar de su amor. Esta es la razón por la cual el Apóstol Pablo dijo “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”

Israel a lo largo del tiempo ha sido bendecido como ninguna otra nación en esta tierra, ella y nosotros no seriamos nada sino fuera porque Dios invirtió su vida en nosotros, hoy en nuestros días hay muchos que vagan sin esperanza en medio del desierto, es nuestro deber invertir nuestra vida en ellos y proveerles del agua de vida que es Jesús nuestro salvador.

–Paul Tinoco Huaraca

Comentarios

PUBLICA UN COMENTARIO

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *