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Oct 01, 2024 17:00pm
La señal inconfundible para Juan
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Los hombres del rey recorrieron todo el reino, sin dejar una sola puerta sin abrir en su misión de encontrar a la indicada.

Aquella que había capturado el corazón del príncipe. La que se convertiría en parte de la realeza. La que podría calzar el zapato.

La mayoría de nosotros conocemos la historia de Cenicienta, la joven doncella obligada a ser una sirvienta en su propio hogar por su malvada madrastra y hermanastras. Pero gracias a su hada madrina, fue preparada para asistir al baile y robó el corazón del príncipe. Sin embargo, a la medianoche, la magia del hada madrina desaparecería y todo volvería a su estado original: ya no habría carroza elegante, ni finos caballeros, ni deslumbrante vestido. Así que, cuando Cenicienta escuchó las campanadas del reloj, salió corriendo, dejando solo una cosa: su zapatilla de cristal.

El príncipe probó ese zapato en cada pie del reino para reunirse con la mujer de quien se había enamorado. Ese zapato demostraría quién era ella.

Juan el Bautista conocía su misión. Tenía que predicar al pueblo un mensaje de arrepentimiento. Tenía que preparar el camino para el Mesías.

Pero, ¿quién era el Mesías?

Juan no lo sabía. Pero sí sabía que habría una señal clara que revelaría al que Dios había enviado.

Juan 1:32-34

32“También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.

33 Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquel me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu, y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.

34 Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.”

¿Te imaginas cómo habría sido eso? Estoy segura de que Juan había pasado días y días preguntándose cómo se vería y quién sería el Mesías. Pero en el momento en que sucedió, fue inconfundible.

Descendiendo del cielo como una paloma, trayendo consigo perfecta paz.

Este era Él. Este era el Mesías. Este era el Hijo de Dios.

Juan lo reconoció e inmediatamente lo dio a conocer.

¿Y tú?

¿Conoces a Jesús? No solo un conocimiento de Él, sino una comprensión de quién es realmente.

Él es Dios. Vino para salvarnos de nuestros pecados. Murió en la cruz para pagar nuestra deuda de pecado, fue sepultado y, tres días después, resucitó, venciendo la muerte y el infierno. Él tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra. Él tiene el poder para sanar, cambiar, limpiar, destruir y perdonar.

¿Te has postrado ante el Rey? ¿Has llegado al lugar donde escuchas Su llamado, mostrándote cuán malvado es tu pecado y tu necesidad de perdón? Habla. Clama a Jesús y dile lo que hay en tu corazón. Pídele que te perdone. Pídele que te salve. Y rinde tu voluntad a la Suya.

Y entonces, así como Juan, cuando lo conocemos, tenemos una misión: darlo a conocer.

La gente necesita a Jesús. No des por sentado que las personas hoy en día saben o entienden lo que significa tener una relación con Jesús. Cuéntales. Cuéntales lo que Jesús ha hecho en tu vida. El milagro que Él hizo cuando te salvó.

Cuéntales.