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Amo a mis tres hijos, de verdad que sí, pero agradezco mucho que ya estén lo suficientemente grandes y maduros para aguantar los viajes largos en coche. No hace mucho, cuando íbamos a hacer un viaje y subíamos a los niños al coche, si tardábamos más de veinte minutos en llegar a algún lado, empezaban a preguntar: «¿Ya casi llegamos?»
Los niños no tienen la paciencia ni la perspectiva de los adultos. Como no conocen el camino, no aguantan tanto la espera.
En nuestra vida espiritual, a veces somos como niños. Dios nos lleva en un viaje, y aunque sabemos que Él está al mando, nos desesperamos cuando no sabemos a dónde vamos, cómo vamos a llegar o cuánto tiempo falta.
Nosotros también nos ponemos a preguntar con ansias: «¿Cuánto falta, Señor?»
Y esa pregunta no es nada nueva.
¿Te suena el nombre de un rey muy famoso llamado David? David es conocido en las Escrituras como «un hombre conforme al corazón de Dios.» Gobernó Israel con la bendición de Dios y tuvo mucho éxito. Era un verdadero «grande» y un ejemplo de fe para seguir. Su historia es impresionante. Venció ejércitos y escribió canciones hermosas. Pasó de ser un simple pastorcito a derrotar a un gigante, y luego se convirtió en un poderoso rey con un reino muy próspero.
Pero la historia de David también tuvo mucho sufrimiento. Aunque logró mucho, su vida no fue nada fácil. Como todos, David sufrió un montón. Lo traicionaron y lo rechazaron quienes debían quererlo y apoyarlo. Lo persiguieron como si fuera un animal. Anduvo huyendo, sin casa, sintiéndose perdido. Perdió a su familia. Vio a sus hombres, sus fieles soldados, llorar por haber perdido sus hogares y familias. Luchó batallas hasta agotarse y también luchó con sus emociones. Y, a medida que su poder crecía, también tropezó con la tentación y el pecado. Hizo cosas malas y tuvo que vivir con las consecuencias. Pero él sabía que Dios tenía el control.
Ni los logros ni el poder de David le dieron fuerza suficiente para superar todo su dolor. Su camino fue largo y difícil, y a menudo escribía sobre su tristeza y desesperación.
Como hijo de Dios, preguntaba: «¿Cuánto falta, Señor?»
Salmo 13,
¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?
¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?
¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma,
Con tristezas en mi corazón cada día?
¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?
¿Puedes sentir su desesperación? ¿Te identificas con él? Si también te estás preguntando «¿cuánto falta?», escucha y aprende de David. Su historia no terminó y la tuya tampoco.
Aunque han pasado generaciones, seguimos siendo humanos.
El dolor sigue doliendo.
El duelo sigue siendo difícil.
El rechazo sigue generando enojo.
La gente sigue sufriendo.
La depresión, esa «tristeza todo el día,» sigue siendo real, y nuestra pregunta es la misma: «¿cuánto falta, Señor?»
Cuando ya no puedes soportar la espera y te dan ganas de tirar la toalla, escucha las palabras y la sabiduría que Dios nos dejó a través de David. Él nos da el camino para aguantar la espera. Aquí tienes cinco cosas que puedes hacer mientras esperas:
1. Acércate a Dios. David pedía a Dios que le prestara atención y lo ayudara. Sabía que necesitaba a Dios más que nada. Así que empezó a orar.
2. Confía en el amor inquebrantable de Dios. ¿Crees que Dios te ama? David tenía claro en su corazón y mente que, pase lo que pase, Dios lo amaba y que Su amor era confiable.
3. Regocíjate en la salvación de Dios. ¿Recuerdas cuándo recibiste el regalo de la salvación? ¿Recuerdas ese momento en que la gracia de Dios te tocó y te entregaste a Cristo, recibiendo el perdón? Pues ahora vuelve a sentir esa alegría. No te olvides de la salvación. El evangelio de Jesucristo y el perdón de Dios son suficientes, no importa lo que pase. Así que elige regocijarte por eso.
4. Canta al SEÑOR. David sabía el poder de la música y el canto. Entendía que estamos hechos para adorar. La adoración sana el alma y nos ayuda a dejar de pensar solo en nosotros mismos. Así que pon tu música favorita, sube el volumen y canta al SEÑOR.
5. Agradece por la generosidad de Dios. Aunque David pasó por muchas cosas difíciles, siempre encontraba la manera de agradecer a Dios por Su bondad. ¿Cuándo fue la última vez que contaste tus bendiciones? Escríbelas. Si estás esperando que Dios actúe, este ejercicio te ayudará a ver todas las cosas buenas que Dios te ha dado.
Todos pasamos por momentos en los que esperamos que Dios haga algo, cambie algo, o transforme corazones. Pero la diferencia estará en cómo decidamos esperar. Podemos quejarnos y querer llegar ya, o podemos elegir hacer algo diferente. Necesitamos seguir el ejemplo de David y confiar en que Dios todavía está escribiendo nuestra historia.
Como en un viaje por carretera, esperar siempre vale la pena cuando llegamos a nuestro destino. Y lo mismo pasa en nuestra relación con Dios. Si estás preguntando «¿cuánto falta, Señor?», haz lo que hizo David, y la espera valdrá la pena.
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