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Scripture
Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos
Me han dicho, que cuando un pintor retrata una escena histórica, busca capturar el momento clave, la emoción del momento y, sobre todo, el significado detrás de la imagen. Mateo, como buen “pintor bíblico”, hace algo similar. Después de describir cómo Jesús sanó a muchos enfermos al anochecer, da un trazo final que cambia todo: conecta lo que sucedía en Capernaum con una profecía escrita más de 700 años antes por Isaías. Este milagro colectivo no fue solo un acto de misericordia, sino también el cumplimiento de una misión eterna. Mateo 8:16 dice: Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos Es muy importante observar que Mateo añade un detalle crucial que los otros escritores no mencionan: “para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias” v.17. Este versículo hace referencia a Isaías 53:4, donde se describe al Mesías como el Siervo sufriente, aquel que tomaría sobre sí el dolor del mundo. Es decir, Jesús no solo sanaba con sus manos, sino que cargaba espiritualmente cada enfermedad y cada carga que le presentaban. No era solo un sanador: era el que absorbía el sufrimiento del mundo. Aquí tenemos una profunda revelación: Primero; Jesús es el cumplimiento del Siervo de Isaías 53: No es solo alguien compasivo, es el que vino a sufrir en lugar nuestro. Cada enfermedad que tocó, cada demonio que expulsó era una señal de que la cruz ya se estaba dibujando en su horizonte. Segundo; La sanidad es parte del plan redentor: Aunque el propósito principal de Jesús era salvar el alma, su compasión abarcaba también el cuerpo. Al sanar, demostraba que el Reino de Dios era integral: cuerpo, alma y espíritu. Tercero; Jesús se identificó con nuestro dolor: No solo vio las dolencias, las tomó. No solo fue testigo del sufrimiento, lo cargó. Esto nos recuerda que no estamos solos en nuestro quebranto; Jesús lo ha llevado consigo. Cuando atraviesas dolor físico o emocional, ¿Piensas que Dios está lejos? Este texto nos enseña que Jesús no huye del dolor humano, lo abraza y lo redime. Al sanar, no solo muestra su poder, muestra que el dolor humano le importa tanto que lo ha hecho suyo. Hoy puedes orar con confianza sabiendo que Él entiende tu sufrimiento, no desde lejos, sino desde adentro. Él lo cargó, lo llevó, y finalmente lo venció en la cruz. Acude a Él no solo como tu sanador, sino como tu Salvador, tu Redentor y tu Compañero de dolores. Dios Te Bendiga
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